Creación del Ejército de los Andes

A pesar de la oposición del nuevo director supremo, Carlos María de Alvear, a quien San Martín había conocido en Cádiz y que lo había acompañado hasta entonces, se dedicó a organizar el Ejército de los Andes. Reunió en un solo ejército a los refugiados chilenos, a las milicias locales de Cuyo, gran cantidad de voluntarios de su provincia y varios oficiales del Ejército del Norte. También pidió y obtuvo que los batallones del Regimiento de Granaderos a Caballo, desperdigados entre varios destinos, le fueran enviados a Cuyo.

Una vez trazadas las líneas general del plan de campaña, San Martín se abocó a trabajar en la organización el ejército con el que libertaría a Chile primero y a Perú después.
En un principio debió trabajar tomando como base a los únicos grupos de tropas que había en Mendoza como el Cuerpo de Auxiliares de Chile (al mando del coronel Las Heras) y las milicias cívicas de la provincia. Además, ante el peligro de invasión realista desde territorio chileno impuso una especie de servicio militar obligatorio con el propósito de incrementar el número de efectivos; hacia fines de 1814 sólo contaba con 400 hombres y 4 cañones. 

Hacia febrero de 1815 consiguió apoyo del gobierno de Buenos Aires y le fueron enviados dos escuadrones de Granaderos a Caballo, al mando del capitán Soler y del teniente Lavalle, a estos refuerzos se sumaron voluntarios locales y emigrados chilenos y hacia octubre de ese año contaba ya con 1600 soldados de infantería, 1000 de caballería y 220 artilleros.

Las provincias cuyanas colaboraban con telas para confeccionar prendas y víveres para la tropa.

Fabricación de armas

Fray Luis Beltrán, por su parte, fue el hábil director de maestranza y parque de artillería; el religioso era experto en matemática, física y metalurgia. También se creó un laboratorio, dirigido por el ingeniero José Antonio Álvarez Condarco, para fabricar pólvora.

Otros organismos de importancia fueron creados, entre ellos, el de sanidad, a cargo del doctor Diego Paroissien; la vicaria castrense, a cuyo frente estaba el sacerdote José Lorenzo Güiraldes; la comisaría del ejército y la justicia militar.
A principios de 1816, el gobierno le giró dinero y aprobó la incorporación de dos escuadrones de Granaderos a Caballo que se encontraban en el Alto Perú.

Cuando el Congreso de Tucumán designó a Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo, el apoyo se incrementó. El flamante Director nombró al ejército, como "Ejército de los Andes" y San Martín fue designado general en jefe. A través de la creación de impuestos de guerra, confiscación de bienes a traidores y españoles enemigos de la causa y el aporte voluntario de los gobiernos y pueblos cuyanos, logró reunir los fondos suficientes para costear, la titánica empresa.

A fines de 1816, la instrucción militar, tanto de las tropas como de los cuadros, había alcanzado un grado de perfeccionamiento no igualado, hasta entonces, por ningún otro ejército americano. Esta estructura bélica se completó con un Cuartel General, con el Estado Mayor, con las especialidades (barreteros de minas, arrieros y baquianos) y con los servicios de vicaria castrense, sanidad, remonta, justicia, aprovisionamiento y custodia de bagajes.En la siguientes tablas se muestra la composición del ejército de los Andes:


Composición del Ejército de los Andes
Comandante en Jefe Gral. José de San Martín
Comandante del Cuartel General Bernardo de O' Higgings
Jefe de la Segunda Columna Gregorio de las Heras
Jefe del Estado Mayor Miguel E. Soler
Efectivos militares y de apoyo
Jefes y oficiales de Caballería y artillería 60
Jefes y oficiales de infantería 200
Tropa de caballería y artillería 950
Tropa de infantería 2800
Artesanos 120
Médicos de campaña 47
Cabalgaduras
Mulas de silla 7359
Mulas de carga 1922
Caballos de pelea 1600
Entre Generales, jefes, oficiales, empleados civiles, granaderos, soldados combatientes y auxiliares participaron 5400 hombres
Campamento de El Plumerillo
Campamento de El Plumerillo
O'Higgins recomendó al Libertador los conocimientos del fraile en organización, mecánica y fundición. Entonces, San Martín el 1º de Marzo de 1815 lo puso al frente del parque y la maestranza del Ejército de los Andes, con el grado de teniente segundo del tercer batallón de artillería. 
En su taller se fabricaban uniformes, zapatos, botas, monturas, estribos, herraduras, municiones, balas de cañón, espadas, fusiles, pistolas, puentes colgantes, granadas, lanzas, elementos de seguridad, arneses, grúas, pontones, mochilas, tiendas de campaña, cartuchos y todo tipo de pertrechos de guerra. El mismo fraile concibió unos curiosos carros estrechos y livianos, de la extensión de los cañones, con cuatro ruedas bajas, para ser tirados por mulas; se utilizaron para transportar exitosamente la artillería por la cordillera. Los soldados los llamaron "zorras", por su parecido con ese animal.
La fragua del fraile artillero alcanzaría la celebridad fundiendo y fabricando cañones, morteros, obuses y culebrinas. A tal fin, alcanzó a fundir campanas de las iglesias, utensilios metálicos, rejas y herrajes, recolectados por todo Cuyo, para fabricar las piezas de artillería. Su incansable labor le ganarían los apodos de "Vulcano con sotana", el "Arquímedes de la Patria" o el "Artesano del cruce".
Fray Luis Beltrán, el cura artillero de San Martín
Fray Luis Beltrán, el cura artillero de San Martín
A los dieciséis años ingresó al convento de San Francisco de Mendoza. Allí estudió, sin mucho entusiasmo por la carrera eclesiástica: teología, moral, derecho, filosofía. Sin embargo, demostró especial inclinación hacia las ciencias, como: la química, la matemática, la física y la mecánica; que lo apasionarían desde entonces. Bartolomé Mitre lo califica así: "Todo caudal de ciencia lo había adquirido por sí en sus lecturas, o por la observación y la práctica. Así se hizo matemático, físico y químico por intuición; artillero, pirotécnico, carpintero, arquitecto, herrero, dibujante, bordador y médico por la observación y la práctica; entendido en todas las artes manuales y lo que no sabía lo aprendía con sólo aplicar a ello sus extraordinarias facultades mentales".
Un día, el inquieto fraile entró, por casualidad, a los talleres de maestranza del ejército de Bernardo O' Higgins. Al observar la forma elemental y rudimentaria en que trabajaban los operarios chilenos; se puso manos a la obra, y empezó a darles consejos, órdenes e instrucciones, para optimizar la labor en el taller. Los ingenieros del ejército, impresionados con la colaboración desinteresada del fraile cuyano, se lo recomendaron a O' Higgins; quien lo designó, con el rango de teniente, al frente de la maestranza trasandina, sin abandonar sus hábitos. 
el ejercito de los andes en números

El ingenios de San Martín

El cruce de la cordillera presentaba desafíos inéditos para el Ejército de los Andes. Con ingenio y creatividad, San Martín se las arregló para sortear obstáculos y llevar adelante, con éxito, la gigantesca epopeya libertadora. Estos son algunos ejemplos de la astucia práctica del Libertador:

Alimentos

Alimentar una tropa de más de seis mil hombres que atraviesan los gélidos pasos cordilleranos a pie no es era una tarea sencilla. Había que pensar también, la forma de conservar la comida fresca y sana. San Martín recurrió a la sabiduría popular y encontró en una preparación llamada "charquicán", el alimento adecuado para las necesidades de la travesía. Estaba hecha a base de carne secada al sol, tostada y molida, y condimentada con grasa y ají picante; bien pisado, se transportaba en mochilas que alcanzaban para ocho días. Al prepararlo se le agregaba agua caliente y harina de maíz tostado.

Calzado

"La salud de la tropa es la poderosa máquina que bien dirigida puede dar el triunfo, y el abrigo de los pies, el primer cuidado". Con estas palabras definía San Martín la importancia vital que le otorgaba a la confección y provisión de calzados para la tropa. Para no cargar la responsabilidad sobre las arcas del gobierno, pidió al Cabildo que se le envíen los restos de cuero vaca que se desperdiciaban a diario. Con estos desperdicios ordenó la fabricación de "tamangos", especie de sandalias cerradas forradas con trapos viejos de lana; los mismos soldados se fabricaban sus tamangos.

 Cantimploras

 Ante la falta de cantimploras, utilizó los cuernos vacunos para fabricar "chifles", que resultaron indispensables para la sobrevivencia en el cruce de la cordillera. Asimismo, ordenó recoger los orillos de paño en tiendas y sastrerías mendocinas; con ellos los soldados se fabricaron correas para colgar los "chifles" de las alforjas. Con talento y perseverancia, San Martín mostró que es posible llevar adelante grandes empresas con pocos medios.

Objetos personales de San martin
Tamangos
Tamangos
San Martín mandó a confeccionar “tamangos”, utilizando los desperdicios de cuero de las reses del consumo diario. Eran una especie de sandalias cerradas, con jaretas a manera de zapatones de una pieza usados por los negros, y que los mismo soldados preparaban