Creación de granaderos a Caballo

Despues de que el Cabildo de Buenos Aires derrocara a la Junta Grande, a fin de volver a las tendencias centralistas de la Primera Junta se creó el Primer Triunvirato que fue el órgano ejecutivo, integrado por tres miembros que gobernó las Provincias Unidas del Río de la Plata entre el 23 de septiembre de 1811 y el 8 de octubre de 1812. Los jóvenes oficiales recien llegados de Europa José de San Martín y Carlos María de Alvear (integrante de una de las principales familias porteñas) proponene la organización de un cuerpo de caballería (el Regimiento de Granaderos a Caballo)

Creación de granaderos a Caballo

Al arribar a Buenos Aires, el 9 de marzo de 1812, el entonces teniente coronel de caballería José de San Martín comprobó el difícil estado en que se encontraba la organización militar de las Provincias Unidas del Río de la Plata, alzadas en armas contra el ejército realista como consecuencia de la Revolución de Mayo que había estallado en Buenos Aires, en 1810.

San Martín ofreció sus servicios como militar al Primer Triunvirato, que era el gobierno superior provisional del país.

Ante esta problemática y frente al ofrecimiento, el 16 de marzo, el Primer Triunvirato otorgó a San Martín el grado de teniente coronel de Caballería y lo nombró conjuntamente comandante del Escuadrón de Granaderos que había de organizarse, previendo la necesidad de conformar un cuerpo de caballería idóneo y cualificado, compuesto por voluntarios rigurosamente seleccionados, cumpliendo parámetros de conducta y personalidad muy elevados.

El Gobierno Superior Provisional, etc.—

Atendiendo a los méritos y servicios de Don José de San Martín, y a sus relevantes conocimientos militares, ha venido en conferirle el empleo efectivo de Teniente Coronel de caballería, con el sueldo de tal, desde esta fecha, y Comandante del Escuadrón de Granaderos a caballo que ha de organizarse, concediéndole las gracias, exenciones y prerrogativas que por este título le corresponden, etc. etc.—

Dado en Buenos Aires a 16 de marzo de 1812 —Feliciano Antonio Chiclana— Manuel De Sarratea— Bernardino Rivadavia— Nicolás De Herrera, Secretario.

El diseño original de su uniforme en la organización primitiva se basaba en el uniforme militar sueco. El objetivo que perseguía San Martín con la creación de este nuevo cuerpo de Caballería era el de dotar a las precarias milicias revolucionarias del Río de la Plata con una mayor cantidad de efectivos para poder contener los embates del ejército realista. También, aumentar su formación militar y su eficacia, siguiendo los preceptos que había aprendido durante su carrera militar en España.

Desde sus inicios, se estipuló que el regimiento debía estar conformado por cuatro escuadrones de tres compañías cada uno; y fue así que bajo la estricta tutela de su jefe y fundador al realizar la selección de sus integrantes, en el mes de mayo de 1812, quedó conformado el primero de sus escuadrones y sus tres compañías respectivas.

Uniforme de Granadero a Caballo de 1815

Uniforme de Granadero a Caballo de 1815
El primer cuerpo del futuro regimiento contaría con noventa hombres, comandados por cuatro oficiales. Pero, ¿habría disponibilidad de "jóvenes argentinos" para integrarlo? Era difícil porque el núcleo porteño más comprometido con la causa ya se había alejado de Buenos Aires integrando campañas militares, algunos hacia el norte, otros a la Banda Oriental. El 7 de abril, tres semanas luego de haber nacido, el Escuadrón de Granaderos a Caballo contaba con ocho hombres: el teniente coronel San Martín, el capitán Zapiola y el sargento mayor Alvear, más otro sargento, dos cabos, un trompa y apenas un soldado. Muchos caciques para un solo indio, ¿no?; o dos, si contamos al encargado de tocar la trompeta.
Esa falta de recursos humanos obligó a echar mano entre lo que había disponible. Y lo disponible eran algunos hombres que por motivos de salud o temas personales no habían partido con sus respectivos ejércitos. San Martín los incorporó a su flamante fuerza. Lo mismo ocurrió con algunos marinos desertores y catorce integrantes del Regimiento de Patricios que estaban encarcelados desde el Motín de las Trenzas, cumpliendo una condena de diez años de prisión en la isla Martín García: Pedro Antonio Vera, Cosme Cruz, Manuel Pereyra, José María Olmedo y Vicente Sueldo, entre otros. Se les conmutó la pena a cambio de que se sumaran a las huestes que preparaba San Martín.
Un puñado de desertores, otro de castigados y otro de demorados no alcanzaba para completar el cuerpo. A su vez, el gobierno solicitaba a las provincias reclutas "de talla y robustez". En el pedido de indios a las misiones guaraníes que tramitó Rivadavia, aclaraba que el jefe del escuadrón para el cual se solicitaban hombres, era "oriundo de aquella tierra".




Organización y reclutamiento

El nuevo regimiento buscaba funcionar como ejemplo de profesionalismo y perfeccionamiento para el resto de las fuerzas. Tal aspiración se correspondería con la visión que San Martín tenía sobre el futuro mediato de las fuerzas militares modernas: confiaba en una rigurosa disciplina, evocada no solamente en las maniobras y el entrenamiento, sino también en la esfera social del militar, que debía funcionar como figura ejemplarizadora no únicamente para sus camaradas de armas, sino también para el resto de la sociedad. Así, quedarían delineados desde el nacimiento del Ejército Argentino los valores y fundamentos primarios que San Martín esperaba se convirtieran en los basamentos del accionar del Ejército Argentino: la estricta disciplina y la conducta ejemplar. 
San Martín dispuso el reclutamiento de los hombres más aptos y estipuló un estricto código de disciplina, que hasta el día de la fecha, bajo la denominación de Código de honor sanmartiniano, rige el accionar diario de los Granaderos a Caballo. Su valor personal, las prácticas de ataque y defensa que él mismo enseñaba y sus grandes condiciones de mando, le granjearon rápidamente la simpatía y el respeto de sus subordinados, quienes sentían verdadera admiración por su jefe.

La organización primitiva de este cuerpo modelo que llegó a componerse de cuatro escuadrones era el siguiente:

  • Jefes y oficiales. Sombrero Falucho, y en cuartel, gorra azul chata ó de pastel sin visera y de galón ancho, Casaca larga de paño azul, peto acolchado, vivada con nueve botones dorados, y dos granadas de oro en el extremo de cada faldón, corbatín calzón de punto o de brin blanco bien ajustado, bota granadera con espolín, catalejo militar, y cartera pendiente al costado de una especie de bandolera donde guardaban los avíos para levantar croquis del terreno у un diario prolijo de la marcha, obligados a llevar. Espada sable de 36 pulgadas, guante de ante con manoplas, capote de paño. Silla húngara con pistoleras cubierta hasta el arzón con un chabrac de paño azul con franja de oro con granadas de lo mismo en sus dos ángulos los que remataban en una borla balija a la grupa.
  • Tropa. Gorra azul de pastel sin visera, o casco sencillo carrillera de metal escamado, granada al frente y un pompón verde, cambiado poco después por el penacho punzó alto. Casaca larga azul, vivos encarnados, con palas de bronce escamado y cuatro granadas amarillas en el extremo de los faldones, botón dorado con el sol y el lema: "viva la patria" y en el extremo del reverso «granaderos a caballo», calzón azul de paño, bota granadera con espuela de fierro; capote. Su arnés consistía en el sable corvo adelgazado a "molejón", carabina de chispa, y lanza. No permitiéndole caballo de diestro, el de montar era generalmente tordo, crinado, de cola al corvejón, herrado y mantenido á pienso; formando su arreo al recado del país, cubierto con un caparazón de paño azul, adornado de fajas, y dos granadas con borlas punzó en las puntas; valija de cuero. En la lista contestaba el granadero por su nombre de guerra. Ningún oficial podía tutearlo ni ocuparlo en servicio alguno que no fuera estrictamente militar. Una mancha, raspón en el uniforme, un botón menos ó mal abrochado costaba un día de policía. Acostumbraban el pelo corto y la mirada más arriba del horizonte.

Código de Honor

De la misma forma en la que San Martín reclamó de los granaderos el acatamiento de una conducta ejemplar frente a la sociedad y el ejército, hizo caso irrestricto de tales disposiciones sosteniendo como forma de vida la política de «predicar con el ejemplo».
La férrea disciplina, el culto al valor y al honor, la exigencia y rigurosidad en la instrucción física y militar quedaron entonces patentes en las siguientes disposiciones, establecidas en aquel entonces como la lista de «Delitos por los cuales deben ser arrojados los oficiales», a fin de establecer una norma de conducta para los oficiales del regimiento que sentara el ejemplo para el resto de la tropa. Esta dicta:​

  • Por cobardía en acción de guerra, en la que aun agachar la cabeza será reputado tal.
  • Por no admitir un desafío, sea justo o injusto.
  • Por no exigir satisfacción cuando se halle insultado.
  • Por no defender a todo trance el honor del cuerpo cuando lo ultrajen a su presencia o sepa ha sido ultrajado en otra parte.
  • Por trampas infames como de artesanos.
  • Por falta de integridad en el manejo de intereses, como no pagar a la tropa el dinero que se haya suministrado para ella.
  • Por hablar mal de otro compañero con personas u oficiales de otros cuerpos.
  • Por publicar las disposiciones internas de la oficialidad en sus juntas secretas.
  • Por familiarizarse en grado vergonzoso con los sargentos, cabos y soldados.
  • Por poner la mano a cualquier mujer aunque haya sido insultado por ella.
  • Por no socorrer en acción de guerra a un compañero suyo que se halle en peligro, pudiendo.
  • Por presentarse en público con mujeres conocidamente prostituidas.
  • Por concurrir a casas de juego que no sean pertenecientes a la clase de oficiales, es decir, jugar con personas bajas e indecentes.
  • Por hacer un uso inmoderado de la bebida en términos de hacerse notable con perjuicio del honor del cuerpo.

Creación del segundo escuadrón

El rigor en la preparación y capacitación de los efectivos exigidos por San Martín retrasó a la larga la conformación definitiva del Regimiento de Granaderos. No obstante, pese a las complicaciones y al apremiante transcurso del tiempo revolucionario, el 11 de septiembre de 1812 el Primer triunvirato decretó la creación del segundo escuadrón y el 5 de diciembre se dispuso la creación del tercero.
Por decreto de este día ha resuelto este gobierno la creación de un segundo escuadrón de Granaderos a caballo, a solo el mando del teniente coronel comandante don José San Martín, y lo aviso a Vds. para su inteligencia y efectos consiguientes, tomándose razón de esta orden en el Tribunal de Cuentas con anotación en la Comisaría general de guerra. Dios guarde á Vds. Buenos Aires, septiembre 11 de 1812. Nicolás De Herrera A los Ministros Generales de Hacienda.
Ya para este momento, las autoridades nacionales hacen referencia a San Martín con el título de comandante de Granaderos a Caballo.