El manifiesto de los 44

A mediados de 1930 se intensificó la virulencia de la campaña opositora contra el gobierno, a raíz sobre todo de la anulación de los diplomas senatoriales de Mendoza y San Juan. Los antipersonalistas habían triunfado en Entre Ríos en la elección de gobernador, y los socialistas independientes organizaron grandes actos públicos con representantes del conservadurismo de Buenos Aires, Córdoba y San Luis. Para protestar contra las tácticas de la mayoría radical en la Cámara de diputados se realizaron actos conjuntos de los opositores en Córdoba, La Plata y en la capital federal.

Los representantes parlamentarios del socialismo independiente, de la Unión provincial de Salta y de los partidos liberal de Tucumán, demócrata de Córdoba, liberal de San Luis, autonomista de Corrientes y conservador de Buenos Aires, en total 44 diputados, dieron a publicidad un manifiesto el 9 de agosto. En sus considerandos recuerdan los manifiestos y declaraciones radicales contra el Régimen. Los antipersonalistas se adhirieron el 20 de agosto a los 44 legisladores en otro manifiesto sobre la situación política. La declaración de los 44 diputados y senadores denunció la crisis institucional y la crisis económica reinantes, la desvalorización del signo monetario, la falta de obra positiva de gobierno y la desconfianza general que provocaba la desorbitación manifiesta de los actos del poder ejecutivo y resuelven:

"Coordinar en las Cámaras la acción parlamentaria para exigir al poder ejecutivo el cumplimiento de la Constitución nacional, la correcta inversión de los dineros públicos y la fiel aplicación de las leyes orgánicas fundamentales."

"Coordinar asimismo la acción opositora fuera de las Cámaras, en todos los distritos, para difundir en el pueblo y ante el electorado de los respectivos partidos el conocimiento de los actos ilegales del poder ejecutivo y crear un espíritu cívico de resistencia a esos abusos y desmanes.

"Proyectar un plan de acción encaminada a"l logro de los propósitos enunciados y, en caso necesario, solicitar y admitir la adhesión de todos los ciudadanos que quieran para la República un gobierno constitucional y democrático y deseen prestar, hasta lograrlo, su esfuerzo sano y desinteresado."

Suscriben el manifiesto Carlos Serrey, senador por Salta; Manuel Ramón Alvarado, diputado Por Salta; Alfredo Guzmán, senador por Tucumán; José Lucas Penna, diputado por Tucumán; Juan R. Vidal, senador por Corrientes; Felipe C. Solari, diputado por Corrientes; Epifanio Mora Olmedo y Adolfo Rodríguez Sáa, senadores por San Luis; Laureano Landaburu, diputado por San Luis; Rodolfo Moreno, Antonio Santamarina, Luis Grisolía, Manuel A. Fresco (h), Raúl Diaz, Aurelio Olmedo, Alfredo Rodríguez, Edgardo J. Míguez, Manuel F. Gnecco, Angel Pintos, José M. Bustillo (h), Alfredo Medús, diputados por Buenos Aires; Augusto M. Funes, senador por Córdoba; Carlos A. Estrada, Miguel A. Cárcano, Nicanor Costa Méndez, José Aguirre Cámara, Damián Fernández, Oscar Gómez Palmes, Marcial Zarázaga, diputados por Córdoba; Federico Pinedo, Flector González Iramain, Antonio de Tomaso, Alfredo L. Spinetto, Roberto F. Giusti, Roberto J. Noble, Domingo A. Arizaga, Fernando de Andréis, Augusto Bunge, Antonio Zaccagnini, Jacinto Boix, Gregorio M. Beschinsky, Bernardo Sierra, Felipe Di Tella, José Rouco Oliva, diputados por la capital federal; Luis Linares, por Salta y Armando Meabe, por Corrientes.

Propaganda política del partido socialista para las elecciones de 1930. (Archivo General de la Nación.)

Propaganda política del partido socialista para las elecciones de 1930. (Archivo General de la Nación.)

El manifiesto

El 20 de agosto los 44 legisladores nacionales convocaron a una asamblea popular en el teatro Nuevo, para ampliar y ratificar los conceptos del manifiesto. Hablaron en esa oportunidad Antonio de Tomaso, socialista independiente; J. Aguirre Cámara, del partido demócrata de Córdoba; Eduardo J. Míguez, del partido conservador de Buenos Aires; Rodolfo Moreno, diputado del mismo partido; Raúl Uranga, de la Unión cívica universitaria; Héctor González Iramain, del socialismo independiente.

De Tomaso acusó a Yrigoyen de hallarse fuera de la Constitución:

"Si el presidente de la República no quiere o no puede rectificarse de inmediato no queda otra solución legal y pacífica que la renuncia. Si él no lo entiende es porque está ciego y sordo, ajeno al país, en medio de la atmósfera de mentira, adulación y servilismo que lo rodea. Si su mayoría no lo entiende es porque quiere, deliberadamente, precipitarse al abismo y colocar al país en el trágico dilema de la sumisión o la violencia". 

Diputados conservadores y opositores al radicalismo firmantes del Manifiesto de los

Diputados conservadores y opositores al radicalismo firmantes del Manifiesto de los "44" En La Nación

En términos parecidos se expresaron los otros oradores, los antipersonalistas, seis senadores y todos los diputados del sector, declararon en su manifiesto:

"El radicalismo nació como fuerza esencialmente impersonal, creada por la dignidad de los hombres y exigida por las circunstancias. Sin rehuir sacrificios, luchó por obtener el imperio de la Constitución y la libertad y el respeto del sufragio. Hoy, como entonces, ha de responder a la inspiración elevada de sus fundadores y a las reclamaciones de la época que alcanzamos, caracterizadas por conquistas y progresos que la desorientación oficialista comienza a abatir, con retrocesos que es preciso evitar con decisión y patriotismo. Si la experiencia presente y dolorosa nos demuestra que la arbitrariedad puede erigirse en norma debemos levantarnos no sólo unidos sino aun solidarizados con todas las demás fuerzas orgánicas, de opinión y de acción para salvar, sin declinar el credo partidario, nuestros ideales y coope ar en la defensa de la democracia amenazada"...

Suscriben ese manifiesto Rudesindo S. Campos, senador por Jujuy; Luis Etchevehere y Leopoldo Melo, senadores por Entre Ríos; Alberto S. Paz, senador por Santa Fe; Alejandro Ruzo, senador por Catamarca; Carlos Vallejo, senador por La Rioja; José Luis Ferrarotti, Enrique M. Mosca, Héctor S. López, diputados por Santa Fe; Herminio J. Quirós, Miguel A. Aguirrezak.la, Francisco Mihura, diputados por Entre Ríos; Federico J. Trianes, diputado por Mendoza; Manuel C. Cáceres, diputado por Santiago del Estero: Carlos R. Porto, diputado por San Juan. Se abstuvieron los senadores Ramón Gómez y Héctor M. de la Fuente.

El 22 de agosto se realizó otro acto público nutrido en el teatro Boedo, en el que hicieron uso de la palabra Augusto Bunge, Manuel A. Fresco, Miguel Angel Cárcano, Armando Meabe, diputado por Corrientes, Emilio Vigliani, y Federico Pinedo.  Este último terminó con esta exhortación: 

"El valor y la entereza de las masas ciudadanas argentinas y de la ardorosa juventu4 que reclama a justo título un puesto en primera fila, será medido por el tesón con que todos se dedican a oponer al gobierno la fuerza de la Nación, despertando inmediatamente a Buenos Aires, que a un simple llamamiento, que no tardará en sonar, debe poner en la calle doscientos mil hombres que pidan la terminación de esta vergüenza que nos humilla".

Otro acto de la oposición se celebró el 27 de agosto en el teatro Pueyrredón de Flores, en el que hablaron Roberto F. Giusti, Raúl Díaz, Manuel R. Alvarado, Flector González Iramain, Daniel Videla Dorna, Pons Lezica, Antonio de Tomaso, que repitieron los conocidos argumentos contra el presidente y su administración.

Los demócratas progresistas coincidieron en esa campaña, aunque no con la misma virulencia; el 27 de agosto se reunieron sus partidarios en el teatro Nuevo, en él hablaron Horacio R. Thedy, Julio González Iramain, Francisco Correa, José Santos Gollán (h) y Augusto Rodríguez Larreta.

Un nuevo acto público, el último de los programados, se realizó por los opositores el 2 de septiembre en el teatro Mitre de la calle Triunvirato, con los siguientes oradores: Bernardo Sierra, Alcides Cortés, José Aguirre Cámara, Manuel A. Fresco, Federico Pineda, Rodolfo Moreno, Fernando de Andréis, de los más distintos orígenes; entre las críticas al gobierno de Yrigoyen seguramente no pudieron esgrimir el de la falta de libertad de expresión, hablada o escrita.

Esas declaraciones y el ambiente de hostilidad cerrada tuvieron eco en la gran prensa en muchos de sus puntos, y fueron aprovechados con virulencia por el diario Critica, un nexo entre !os conspiradores civiles y los militares; se adhirieron a esa obra muchos centros estudiantiles, y uno de los dirigentes de los mismos, Raúl Uranga, bajo la influencia de la tónica política dominante, llegó a calificar a Yrigoyen de "caudillo bárbaro y senil".

Nicolás Repetto, diputado socialista, expuso en la Cámara el 28 de agosto de 1930 la situación política del país; habló de la obstinación de Yrigoyen e hizo un distingo entre el obstinado y el hombre de energía, que admite la adaptación y la plasticidad ante los hechos; denunció la salida de la legalidad del partido gobernante y profetizó cómo podrían salir de la legalidad el movimiento obrero y las fuerzas armadas. Dijo entre otras cosas: "Por otra parte, si el gobierno no respeta la ley, si cree que puede imponer al ejército nacional las funciones —las voy a calificar de acuerdo a mis propios sentimientos— indecorosas e innobles que ha impuesto el presidente al ejército nacional en San Juan, cuando un jefe u oficial del ejército siente que se le obliga a esas funciones, sabiendo que tiene por misión principal mantener la integridad territorial y constitucional de la Nación —porque el ejército no está solamente para mantener la integridad territorial sino también la integridad constitucional—, fatalmente tiene que preguntarse: ¿ Mi misión como militar, además de defender la integridad del suelo argentino, no está también en defender la integridad constitucional? ¿Puedo presta.me, puedo ser instrumento, puedo descender a menesteres tan inferiores, tan discordantes con la esencia de las funciones que me corresponde desempeñar?". 

Todo ello contribuía al clima de subversión.

El 31 de agosto debía inaugurarse la exposición de la Sociedad rural en Palermo, en la que el presidente de la República o su ministro de agricultura aprovechan la oportunidad para sintetizar sus ideas de gobierno en relación con el agro. Esta vez asistió el ministro Juan B. Fleitas y fue recibido por' los adversarios del gobierno con una silbatina y un tumulto que hizo que el representan. te del poder ejecutivo abandonase el local de la exposición, interrumpiéndose así el programa inaugural.

La realización de la 42º Exposición Rural no fue ajena a la inquietante atmósfera de zozobra de aquellos días. El 31 de agosto concurrió, ante la enfermedad del presidente Yrigoyen, el ministro de Agricultura, doctor Fleitas, cuyo discurso fue interrumpido por una feroz silbatina, generándose desordenes. Finalmente, Fleitas se retiró acompañado por las autoridades de la institución quienes le manifestaron su firme repudio a semejantes manifestaciones