Hacia córdoba

El 14 de junio la fuerza salió de Luján, continuando luego por Salto, Pergamino, Guardia de la Esquina de Buenos Aires, que era el límite con Córdoba, y Fraile Muerto, entre el 20 y el 30 de julio. Moreno insistió en que se hiciera instrucción militar en los campamentos del trayecto para despertar en los soldados amor a la patria y obediencia a sus mandos.
En la Guardia de la Esquina la expedición recibió noticias de que Liniers había partido con sus fuerzas rumbo al norte, por lo que González Balcarce se adelantó con 300 hombres en su búsqueda.

La contrarrevolución cordobesa

El mismo día 25 de mayo de 1810, fecha de instalación de la Primera Junta, el derrocado virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros despachó al joven entrerriano de diecisiete años José Melchor Lavín rumbo a Córdoba, para advertir a Liniers y reclamarle acciones militares contra la Junta. 

Cisneros daba a Liniers todos los poderes necesarios para que llevara adelante la misión que le encomendaba, dándole el cargo de general en jefe del Ejército Realista en el Río

de la Plata y aún el mando político, debiendo actuar en combinación con el virrey del Perú. Al llegar rápidamente a Córdoba, en la medianoche del 28 de mayo, Lavín se dirigió a la casa de su conocido, el deán de la catedral de la ciudad, Gregorio Funes, quien esa noche lo condujo a la casa del obispo Rodrigo de Orellana, y los tres se dirigieron a la residencia del gobernador Juan Gutiérrez de la Concha, en donde se hallaba Liniers. 

Éste se encontraba en ese tiempo residiendo en una estancia jesuita en Alta Gracia, y la noticia de la revolución lo sorprendió cuando estaba por a regresar a España y estaba de paso en la ciudad de Córdoba. 

En la madrugada del 29 de mayo se produjo allí una reunión con la asistencia de Gutiérrez de la Concha, Liniers, Funes, Orellana, los dos alcaldes del Cabildo de Córdoba, el oidor jubilado de la Real Audiencia del Cusco, Miguel Sánchez Moscoso, el asesor jubilado del Gobierno de Montevideo y oidor de la Audiencia de Buenos Aires Dr. Zamalloa, el coronel de milicias Santiago Allende, el asesor de gobierno Rodríguez y el tesorero Joaquín Moreno. La reunión se reanudó luego por la mañana.

Dos días antes, el 27 de mayo, la Junta había enviado una circular a las provincias pidiendo el envío de diputados a Buenos Aires y manifestando que enviaría una expedición de 500 hombres para el interior con el fin de proporcionar auxilios militares para hacer observar el orden, si se teme que sin él no se harían libre y honradamente las elecciones de vocales diputados .

La circular de la Junta conducida por Mariano Irigoyen (cuñado del gobernador) llegó a Córdoba el 7 de junio exigiendo al gobernador y al cabildo su reconocimiento, junto con ella llegaron también cartas de amigos de Liniers que lo exhortaban a que se sumara a la revolución o se mantuviera neutral, pero éste respondió

Liniers

El 26 de agosto de 1810, dos meses después de la instalación de la Primera Junta, los revolucionarios de Mayo debieron tomar una de las decisiones más difíciles del momento, era el fusilamiento de Santiago de Liniers. Liniers se trataba del héroe de la Reconquista, quien durante las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807 se había ganado el afecto de los habitantes de Buenos Aires, y se convirtió en el único virrey elegido localmente.