Intendencia de Charcas

Cuando Vicente Nieto, gobernador intendente de Charcas, recibió el 20 de junio informes sobre los sucesos de Mayo en Buenos Aires, comprendió que no podía contar con la lealtad del destacamento de patricios que había llevado de Buenos Aires para reprimir los sucesos de 1809, pues la noche anterior habían brindado en su cuartel por la salud de su antiguo jefe Cornelio Saavedra; decidió su desarme y envió a los castigados a trabajar a las minas. 

Acciones tomadas por los realisatas

Además desterró al Perú al fiscal y a los oidores de la Audiencia, a Álvarez de Arenales, a Bernardo de Monteagudo y a J. Sudáñez, y comenzó a enviar oficios a las regiones próximas para asegurar su adhesión y convocó a una conferencia a la que asistieron Francisco de Paula Sanz, gobernador de Potosí y otros funcionarios realistas de confianza, para estudiar la situación creada y tomar medidas de defensa.

En vista del alzamiento de Buenos Aires se resolvió en esa asamblea colocar las cuatro provincias del Alto Perú bajo la jurisdicción del virrey de Lima.

Decidida la lucha contra la Junta de Buenos Aires, se aceleró la reunión de fuerzas, el acopio de armas y municiones y se pidió al Cuzco el envío de 2.000 hombres de refuerzo; un consejo de guerra en Lima el 14 de setiembre ordenó a Goyeneche que facilitase armamento y equipos para dos o tres mil hombres de infantería y para mil o dos mil de caballería, instándole a que concentrase en el Desaguadero fuerzas para el dominio de las provincias convulsionadas. 

El Virreinato del Perú contra la Primera Junta

Lima, con sus adeptos del Alto Perú, se convirtió desde entonces en la cabeza rectora de la contrarrevolución.

En julio se había descubierto en Charcas una conspiración que se proponía declarar la independencia; los principales comprometidos fueron arrestados. Pero después de la victoria de Suipacha, el 13 de noviembre, Charcas se adhirió a la causa de Buenos Aires con la ventaja de un voto.


Exilio de Arenales y Monteagudo

Una vez sofocada la insurrección por parte del monárquico Vicente Nieto, las tropas Juan Antonio Álvarez de Arenalesse dispersaron y fue arrestado, siendo enviado preso a las casamatas del Callao, huyó en fecha desconocida, llegando en secreto a la ciudad de Salta. Monteagudo se incorporó como teniente de artillería del ejército revolucionario, dirigido por Juan Antonio Álvarez de Arenales. Cuando las fuerzas realistas recuperaron el control del Alto Perú, Monteagudo fue encarcelado junto a los demás líderes independentistas, acusado del «abominable delito de deslealtad a la causa del rey».1​ A fines de 1809, luego de fugarse de la cárcel de Chuquisaca, se dirigió a Potosí y se incorporó como auditor al Ejército del Norte de las Provincias Unidas del Río de la Plata que, al mando de Juan José Castelli, había tomado esa ciudad luego del triunfo en la batalla de Suipacha.

Oruro con los Patriotas

En Oruro, en cambio, los integrantes de una compañía destinada al cuartel general de Potosí desertaron en masa, y el teniente coronel Francisco de Rivero, dando por pretexto órdenes recibidas, salió apresuradamente para Cochabamba, donde Tomás Barrón, subdelegado de hacienda y guerra, José M. del Castillo, regidor y alcalde mayor, se pronunciaron el 6 de octubre contra Vicente Nieto, que reclamaba el envío de fuerzas a Potosí. 

Oruro quiso unir su suerte a la de Buenos Aires. Rivero fue designado gobernador de Oruro y el cabildo abandonó la villa, sintiéndose impotente para resistir; en lugar de los fugitivos, fue designado un cabildo revolucionario. Las nuevas autoridades reconocieron y apoyaron a Cochabamba y el 29 de octubre entraron en Oruro fuerzas enviadas por Rivero y enlazaron con las que ya se había comenzado a reclutar.