El congreso de Tucuman
 
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El Federalismo
 
Manuel de Sarratea

Manuel de Sarratea

 
Pacto de Pilar

Pacto de Pilar

 
Martín Rodriguez

Martín Rodriguez

 
 
 

Después de triunfar en mayo de 1810, los hombres de Buenos Aires reclamaron ser la sede de la "autoridad general" que reemplazaría al virrey. Esto fue rechazado por los pueblos del interior, que pretendían un trato igualitario y estar subordinados a un poder central nuevamente.
Asimismo, las distintas formas de gobierno que se fueron sucediendo - Primera Junta, Junta Grande, Primer y Segundo Triunvirato y Directorio - acentuaban cada vez más la tendencia centralista, y por otro lado, la política económica derivada del libre comercio arruinaba paulatinamente al interior mientras que los comerciantes de Buenos Aires se enriquecían cada vez más.
Todo eso derivó en las autonomías provinciales y el surgimiento de caudillos, que representaban las aspiraciones provinciales y populares.

 
 

El 31 de enero de 1820, el Congreso designó a Juan Pedro Aguirre como Director Sustituto en ausencia de Rondeau, otorgándole plenos derechos para organizar la defensa de la ciudad. Aguirre convocó a los cuerpos cívicos y dispuso una serie de medidas para mantener el orden y encargó a Martín Rodríguez  que llamara el Regimiento 5° de la Campaña. El grueso de la tropa fue puesto bajo el mando del general Estanislao Soler. De regreso en Buenos Aires, Rondeau fue presionado por los caudillos y presentó su renuncia el 11 de febrero. Así cayó el último Director Supremo de la Provincias Unidas del Río de la Plata.

 
 

Lejos de defender el régimen centralista, Soler negoció con los caudillos Ramírez y López, a quienes ofreció derrotar a los partidarios del Directorio. Mientras tanto, el Cabildo ofreció a Ramírez un tratado de paz, pero el caudillo puso las siguientes condiciones: la renuncia de Rondeau, la disolución del Congreso y la elección de un gobierno provisorio para Buenos Aires, designado libremente por el pueblo de dicha provincia.
Ante estas exigencias, el Congreso se declaró disuelto, depositando el mando en el Cabildo.

 
 

El Cabildo no asumió el "gobierno nacional" que le delegara el Congreso disuelto. Sus miembros conocían a la perfección cual sería la reacción de los caudillos del litoral.
El 16 de febrero se reunió un Cabildo Abierto, formado por 182 ciudadanos, que designó una Junta de Representantes compuesta por 12 miembros. Reunida al día siguiente, la Junta eligió como gobernador a Manuel de Sarratea. El nuevo mandatario fue aceptado por Ramírez y López con la condición de que se destituya a quienes apoyaron la administración del Directorio.

 
 

Apenas subió al poder, Sarratea fue hasta el campamento de los caudillos, ubicado en la localidad de Pilar.
Con ellos, el 23 de febrero de 1820, firmó el "Tratado de la Capilla del Pilar", con el objeto de poner fin a las guerras entre las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos. Constaba de 12 artículos, el último de los cuales exigía su ratificación por la Junta de Representantes. Dicha ratificación se llevó a cabo al día siguiente.
El Tratado del Pilar sentó tres principios fundamentales:

  • Proclamó la unidad nacional.
  • Reconoció la autonomía de las provincias
  • Aceptó el sistema federal de gobierno.
 
 

Manuel de Sarratea no logró estabilidad como gobernador de Buenos Aires debido a las conspiraciones del grupo que apoyaba el sistema dictatorial. El 6 de marzo se produjo una revuelta y el Cabildo designó gobernador a Juan Ramón Balcarce pero siete días después, Sarratea recuperó el poder gracias al apoyo de los jefes federales. Hacia fines de abril, Sarratea renunció definitivamente y el 2 de mayo, la Junta de Representantes entregó el mando al estanciero Ildefonso Ramos Mejía. Éste renunció el 20 de junio y entregó el bastón de mando al Cabildo y fue nombrado gobernador Estanislao Soler con el apoyo del Cabildo de Luján. El 28 de junio, Soler fue derrotado por las tropas santafesinas en "Cañada de la Cruz" y reemplazado por Manuel Dorrego. Éste también se empeñó en derrocar al caudillo santafesino pero López lo venció en "El Gamonal".
Al conocerse en Buenos Aires la derrota de Dorrego, la Junta de Representantes designó como gobernador a Martín Rodríguez, quien asumió el 26 de setiembre de 1820 y se mantuvo en el cargo hasta el fin de su período legal, el 2 de abril de 1824.

 
 

Apenas asumió, Rodríguez se entrevistó con Estanislao López para poner fin a la lucha entre Buenos Aires y Santa Fe. Los gobernadores querían la paz y además las provincias de Córdoba, Mendoza, Salta y San Luis intermediaron para lograr el cese de las hostilidades. López y Rodríguez plantearon una serie de exigencias para cerrar el acuerdo. Una vez que ambas partes acordaron los términos se reunieron en la "Estancia de Benegas" y el 24 de noviembre de 1820 firmaron un acuerdo de paz que subrayaba que habría "paz, armonía y buena correspondencia entre Buenos Aires y Santa Fe y sus gobiernos, quedando aquéllos y éstos en el estado en que actualmente se hallan, y sus respectivas reclamaciones y derechos salvos ante el próximo congreso nacional".

 
 

1820 fue el año en que las provincias comenzaron a organizarse en estados republicanos, independientes entre sí, pero reconociendo su subordinación al vínculo nacional. Esto se expresaba a través de la aspiración a reorganizar el Estado nacional en un futuro próximo, reuniéndose todos los pueblos en una "federación". El federalismo constituía una fórmula política - jurídica novedosa, basada en el sistema imperante en Estados Unidos de América del Norte. En el plano social y económico se adecuaba a las tendencias locales, lo que permitió que el sistema tuviera una buena acogida en los sectores regionales más conservadores social e ideológicamente. Tengamos presente que nuestras ciudades coloniales nacieron y crecieron en completo aislamiento, lo que generó un espíritu localista que se transformaron en antagonismos regionales con la creación de los distintos distritos territoriales. Fue notoria la diferencia de estilos de vida y de intereses económicos que existían entre el litoral - en especial Buenos Aires - y el interior.

 
 

El interior tenía una estructura social basada en la tenencia de tierras, con lentos y escasos aportes inmigratorios, y por lo tanto, de tendencia aristocratizante; Córdoba y Salta eran los máximos exponentes de esta situación.
Buenos Aires, por su parte, vivía del comercio y recibía mayores aportes inmigratorios europeos lo que generaba una movilidad social más dinámica que la del interior, y por los tanto, tenía una tendencia democratizante. Este cuadro social y su condición de puerto en comunicación constante con Europa, la hacían permeable a las influencias extranjeras. En cambio, el interior, orgulloso de su ascendencia de conquistadores, del prestigio de la universidad de Córdoba, de su producción y de su geografía, miraba al porteño como un nuevo rico, cuya ostentación molestaba y su poder alarmaba.

 
 

La desigualdad entre Buenos Aires y el interior era más acentuada en el plano económico. En 1824, los ingresos fiscales de Buenos Aires fueron de $ 2.596.000, de los cuales $ 2.033.000 provenían de la aduana. La segunda provincia en importancia, Córdoba, tuvo ingresos ese año por $ 70.000 de los cuales su aduana proveía $ 33.438, mientras que para San Juan las cifras eran de $ 20.000 y $ 3.800 respectivamente.
Estas cifras son contundentes y señalan la imposibilidad de disputarle a Buenos Aires el liderazgo económico. Además la economía de Buenos Aires crecía sin pausa desde la creación del virreinato y la implantación del libre comercio.
Los intereses económicos eran otro punto de conflicto: el interior era "proteccionista", preocupado en defender sus industrias mientras que el litoral era "librecambista", interesado en la exportación de productos ganaderos.

 
 

Entre 1820 y 1824 se consolida el sistema federal en las provincias. Esta consolidación se produce a través del "caudillo", como jefe local, político y militar, que se destacaba por sus condiciones de líder, su capacidad política y su influencia sobre los distintos sectores de la sociedad local, y en particular sobre la masa popular. Algunos de los caudillos más destacados de la época fueron Martín Miguel de Güemes, Estanislao López, Facundo Quiroga, Francisco Ramírez, Juan Bautista Bustos y Alejandro Heredia

 
 

1820 señaló el comienzo de un nuevo período en el plano institucional. Las intendencias se subdividieron en provincias, gracias a la polarización ejercida por las ciudades cuyos nombres tomaron las nuevas provincias.
Algunas se organizaron rápidamente sancionando una constitución, otras dictaron sus propios reglamentos y estatutos; pero todas, se manifestaron como parte de una misma nación que habría de organizarse bajo ele sistema federal.

Hacia 1810 había en el virreinato del Río de la Plata, ocho intendencias, cuyas capitales eran: Buenos Aires, Asunción, Córdoba, Salta, Potosí, Cochabamba, La Paz y Charcas. Cada una de ellas tenía un gobernador intendente, con excepción de Buenos Aires donde residía el virrey. En nuestro país, la ciudad precedió al desarrollo del campo; fueron las ciudades quienes impulsaron los movimientos independentistas. Las ciudades manifestaron cada vez con más fuerza sus aspiraciones de autonomía y su tendencia a independizarse de la ciudad capital. No transcurrieron diez años desde la Revolución de Mayo cuando se produjo una división de las intendencias en provincias. 

 
 

De esta intendencia surgieron tres provincias litorales:

Santa Fe: que en agosto de 1819 dictó una constitución provincial y organizó su accionar política como entidad autónoma. Estanislao López fue su primer gobernador.

Entre Ríos: se transformó en autónoma en 1820, cuando Francisco Ramírez decretó la separación de Artigas estableciendo un Reglamento de la "República de Entre Ríos".

Corrientes: en 1821 dictó una constitución provisional. Pedro Ferré fue su primer gobernador.

 
 

Surgieron cinco provincias:  

San Juan: a raíz de la sublevación del 9 de enero 1820, San Juan designó gobernador al coronel Mariano Mendizábal, y dos meses después declaró su autonomía como provincia.

San Luis: actuó a semejanza de San Juan. El 1° de marzo de 1820 nombró a José Santos Ortiz como gobernador.

Mendoza: a principios de julio de 1820, el Dr. Tomás Godoy Cruz fue elegido gobernador.

Córdoba: en 1820 una Asamblea la declaró provincia soberana y libre y propuso reunir un Congreso para implantar una verdadera Federación. Como gobernador fue designado el general Juan Bautista Bustos, que se mantuvo en el cargo hasta 1829.

 
 

También aquí surgieron cinco provincias:

Santiago del Estero: se separó en abril de 1820 y su primer gobernador fue el general Felipe Ibarra, quien gobernó en forma casi ininterrumpida hasta 1850.

Catamarca: se declaró autónoma en agosto de 1821 y dos años después se organizó institucionalmente dictando una reglamento constitucional.

Tucumán: en setiembre de 1820 se constituyó el Estado Federal de Tucumán.

Salta: bajo la influencia de Martín Miguel de Güemes adquirió el status de provincia. En 1821 Facundo Zuviría dictó una constitución provincial.

Jujuy: hasta noviembre de 1834 permaneció unida a Salta y en 1835 se organizó constitucionalmente sancionando una constitución.

 
 
       

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