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La revolución de Lavalle y su fracaso  
   

Pese al éxito de la campaña terrestre durante la Guerra del Brasil, el bloque marítimo llevó a un desafortunado tratado de paz firmado por el enviado de Rivadavia, que le costó a éste el puesto y al Congreso su desaparición. Buenos Aires reconquistó su autonomía provincial y fue electo gobernador Manuel Dorrego, que se entendió con los dirigentes federales del interior, los cuales le delegaron la responsabilidad por el ejército en campaña y las relaciones exteriores. En reemplazo del Congreso, se reunió en Santa Fe una "Convención Nacional" para sentar las bases constitucionales del país.

Pero Dorrego, debido a la falta de fondos y la presión inglesa, se vio obligado a firmar una que incluía la independencia de la Provincia Oriental como República Oriental del Uruguay. Los oficiales del ejército, sintiéndose ultrajados, decidieron deponer a Dorrego. El general Juan Lavalle llevó de regreso la mitad del ejército a Buenos Aires, y el 1 de diciembre de 1828 derrocó a Dorrego, haciéndose elegir gobernador por una reunión de sus partidarios.

El general Lavalle.Pero Dorrego se retiró al sur de la provincia, donde contaba con el apoyo de las milicias rurales del coronel Juan Manuel de Rosas. Hasta allí fue a buscarlo Lavalle, que lo derrotó en la batalla de Navarro y pocos días después, instigado por sus aliados unitarios, ordenó su fusilamiento. Rosas se trasladó a la provincia de Santa Fe, cuyo gobernador, Estanislao López, se puso al frente de una campaña para deponer a Lavalle.

En el interior de la provincia de Buenos Aires se formaron montoneras federales, que fueron perseguidas por los coroneles Isidoro Suárez, Federico Rauch — que fue derrotado y ejecutado — y Ramón Bernabé Estomba, que enloqueció. Poco después, Lavalle apoyó la invasión del general José María Paz a Córdoba.

Lavalle invadió Santa Fe, pero López lo desgastó sin combatirlo y lo obligó a retroceder hacia el sur, derrotándolo — junto con Rosas — en la batalla de Puente de Márquez.

Rosas sitió a Lavalle dentro de la ciudad de Buenos Aires, obligándolo a negociar con él. El resultado fue la Convención de Cañuelas, por la que se llamaba a elecciones, en las que debía presentarse solamente una lista "de unión". Pero algunos unitarios hicieron fracasar las elecciones y el sitio fue restablecido. Lavalle firmó con Rosas el Pacto de Barracas, por el que fue electo gobernador el general Juan José Viamonte. Éste convocó a la legislatura disuelta por Lavalle, que el 8 de diciembre eligió gobernador a Juan Manuel de Rosas. Le concedió a éste, además, "todas las facultades ordinarias y extraordinarias que crea necesarias, hasta la reunión de una nueva legislatura.

 
  Invasión de Paz a Córdoba
   
 

Después del fusilamiento de Dorrego, el general José María Paz invadió la provincia de Córdoba al frente de unos 1.000 hombres. Allí gobernaba aún el general Bustos, su compañero en el motín de Arequito y su enemigo del año 1821. Éste abandonó la capital ante su avance y se fortificó en San Roque, a las puertas de las Sierras de Córdoba. Pidió ayuda a Facundo Quiroga y, para ganar tiempo, nombró a Paz gobernador interino e inició tratativas con él.

Pero Paz se le adelantó y lo derrotó el 22 de abril de 1829 en la batalla de San Roque. Regresó a la capital y se hizo elegir gobernador titular por una alianza de antiguos unitarios y viejos autonomistas de la época de José Javier Díaz. Pero los comandantes del norte y el oeste de la provincia se negaron a reconocerlo como gobernador.

Se comunicó con los gobernadores de Javier López, de Tucumán, y José Ignacio Gorriti, de Salta. El primero se trasladó hasta Córdoba con una división, mientras el segundo invadió Catamarca y La Rioja. En ausencia de Quiroga, ocuparía la capital de esa provincia.

Bustos se refugió en la provincia de La Rioja y regresó un mes más tarde como segundo en el ejército de Quiroga. Éste se trasladó hacia el Valle de Traslasierra y de allí hacia el sur, para incorporar las fuerzas puntanas y mendocinas que comandaba el general Aldao. Esto engañó a Paz, que abandonó la capital marchando hacia el sur. Quiroga apareció frente a la ciudad y la ocupó; pero, para no ensangrentar su población, slaió de allí para enfrentar a Paz en la batalla de La Tablada, el 22 de junio. La batalla terminó con una completa victoria de Paz. Pero, para su sorpresa, Quiroga reunió a sus hombres y lo volvió a atacar a la madrugada siguiente; de todos modos, fue nuevamente derrotado. Paz recuperó la capital provincial, donde el coronel Román Deheza ordenó fusilar decenas de prisioneros.

Quiroga retrocedió a La Rioja, donde reprimió duramente a quienes habían apoyado la invasión de Gorriti.

Paz envió partidas militares al mando de Pedernera, Lamadrid y Pringles a "pacificar" el oeste y el norte de la provincia, donde sus oficiales cometieron toda clase de excesos y atropellos.Hubo una breve revolución unitaria en San Luis, pero fue rápidamente sofocada. También en Mendoza hubo una reacción del partido unitario, por la que el coronel Juan Agustín Moyano nombró gobernador al general Rudecindo Alvarado, ex colaborador de San Martín. Pero fue derrotado en la la batalla del Pilar por Aldao, que regresaba de Córdoba y fusiló a los vencidos en represalia por el asesinato de su hermano. Sólo Alvarado salvó su vida.

Facundo Quiroga reunió nuevamente y avanzó hacia Córdoba dividiendo su ejército en dos columnas: la más adelantada invadió la provincia desde el sur, pero la otra se retrasó defendiendo Catamarca. Por ello fue derrotado el 25 de febrero de 1830 en la batalla de Oncativo, también llamada de Laguna Larga. Quiroga huyó a Buenos Aires y Aldao fue capturado.

La Liga del Interior y el Pacto Federal  
   

Entonces Paz envió divisiones de su ejército a las provincias que habían apoyado a Quiroga: a Mendoza envió al coronel José Videla Castillo, que se hizo nombrar gobernador. En Catamarca, San Juan y San Luis, varios jefes federales secundarios fueron arrollados por el rápido avance unitario. El gobernador riojano, general Villafañe, debió huir a Chile. Paz envió a esa provincia al general Lamadrid, que se dedicó a saquear violentamente la provincia. Incluso obligó a la madre de Facundo a barrer la plaza de la ciudad. También Santiago del Estero fue dominada por el general Deheza, pero éste nunca logró afirmarse en el gobierno.

Una vez cambiados los gobiernos enemigos por otros adictos, Paz convocó a sus representantes, con los que firmó un tratado general, la llamada Liga del Interior. Ésta proclamaba la fracasada Constitución Argentina de 1826, de corte netamente unitario, y nombraba a Paz "Jefe Supremo Militar"; las provincias quedaban completamente sometidas a su autoridad.

El general Lavalle había emigrado a Uruguay, desde donde regresó para derrocar al gobernador santafesino con la ayuda de López Jordán. Si bien éste logró capturar la capital de la provincia, lo hizo en nombre de los federales, por lo que Lavalle lo abandonó; López Jordán duró apenas un mes en el gobierno. En marzo de 1831 lo volvieron a intentar, pero fracasaron aún más estrepitosamente.

Las Cuatro provincias federales — Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes — firmaron el Pacto Federal, por el que se declaró la guerra a la Liga del Interior.

 
  Victoria federal
   
 

La dirección de la guerra quedó en manos de Estanislao López, que avanzó con sus tropas hacia la frontera de Córdoba, apoyando las rebeliones de los hermanos Reynafé en el norte de esa provincia. Rosas envió en su ayuda al ejército porteño, al mando del general Juan Ramón Balcarce.

El general Quiroga regresó a la lucha al frente de las tropas que le dio Rosas: 450 delincuentes de las cárceles. Con ellos avanzó hacia el sur de Córdoba.

A principios de 1831, el coronel Ángel Pacheco derrotó en la batalla de Fraile Muerto al coronel Pedernera. La mayoría los derrotados eran federales incorporados a la fuerza, que fueron incorporados al ejército de Quiroga. Con ese refuerzo, Quiroga ocupó la villa de Río Cuarto tras varios días de sitio, avanzó sobre San Luis y derrotó en dos batallas al coronel Pringles[22] A los pocos días entró en Mendoza, donde el 22 de marzo de 1831 derrotó al gobernador Videla Castillo en la batalla de Rodeo de Chacón. Debió dirigir la batalla desde el pescante de una diligencia, ya que el reuma no le permitía montar.

Quiroga se aseguró la elección de federales en los gobiernos de las provincias cuyanas, y apoyó la rebelión de Tomás Brizuela en La Rioja. De regreso a Mendoza, vengó el asesinato del general Villafañe, mandando fusilar veintiséis prisioneros. [23]

Mientras tanto, el general Paz confiaba en restablecer la situación en una gran batalla. Mientras se adelantaba para obligar a López a presentar combate, fue capturado por un tiro de boleadoras y llevado prisionero a Santa Fe.

Lamadrid asumió el mando del ejército y ordenó la retirada a su provincia, Tucumán, donde nombró "Supremo Jefe Militar" al general Alvarado, gobernador de Salta. Pero éste tenía sus propios federales para enfrentar y no le envió ayuda. Después de una complicada campaña en Catamarca, Quiroga derroto por tercera vez a Lamadrid en la batalla de La Ciudadela, del 4 de noviembre de 1831.[24] Lamadrid y la mayor parte de sus oficiales huyeron a refugiarse en Bolivia.

El gobierno cordobés pasó a las manos del comandante miliciano José Vicente Reinafé, partidario de Estanislao López. López también logró colocar como gobernador de Entre Ríos a Pascual Echagüe, su ministro hasta entonces, que llevó la paz a una provincia muy inestable.

En Tucumán fue electo gobernador el federal Alejandro Heredia, y Alvarado prometió entregarle el poder al caudillo salteño Pablo Latorre; de todos modos, éste debió derrotar a sus enemigos en la batalla de Cerrillos, en febrero de 1832, para ocupar el gobierno.

Todo el país estaba, por primera vez, en manos de gobernantes federales.

   
 
 
       

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