La provincia de Buenos Aires

Federico Martínez de Hoz gracias a su amistad con el dictador José Félix Uriburu,​ fue elegido gobernador de la Provincia de Buenos Aires por medio del fraude electoral y la proscripción del principal partido opositor, la Unión Cívica Radical, iniciando su gobierno en febrero de 1932.

Se mantenía en el gobierno de la provincia Federico Martínez de Hoz, nombrado por Uriburu, un conservador tradicional, que fue objeto de un alzamiento contra su gestión, obra de Rodolfo Moreno y su grupo, en el que figuraban Antonio Santamarina, Carlos Güiraldes y Daniel Videla Dorna. Abandonado por la policía y los comités del propio partido, renunció al cargo.

La sola presencia del interventor nombrado por el poder ejecutivo nacional, general Pistarini, sirvió para que se alejaran los sediciosos y Martínez de Hoz fue repuesto en su cargo.

Los grupos nacionalistas del 6 de septiembre se movieron en favor del gobernador de la provincia. J. B. Molina, poco adicto al gobierno de Justo, director de la Escuela de suboficiales, se habría comprometido a colocar en la policía bonaerense a suboficiales de su confianza para contener el auge de los radicales.

De ese modo podrían quedar marginados los adeptos de Alberto Barceló y el mismo partido demócrata nacional. En la última semana de enero se acordó proclamar la fórmula Manuel A. Fresco-Amoedo para suceder a Martínez de Hoz y pocos días después renunció el gabinete en pleno de la provincia y la crisis, fue superada con un gabinete nuevo, en el que Raimundo Meabe se hizo cargo del ministerio de gobierno, Marcelo Lobos del de hacienda y Carlos Ribero, presidente de la Legión cívica argentina, en obras públicas.


Federico Martínez de Hoz

Federico Martínez de Hoz tuvo la intención de convocar a elecciones limpias, dejando de lado el fraude que lo había llevado al poder, pero el partido conservador no estaba dispuesto a arriesgarse a una derrota. En un confuso episodio, el 7 de febrero de 1935, su despacho fue ocupado por manifestantes de su propio partido, mientras en la Legislatura provincial le aceptaban una renuncia a su cargo que no había presentado; repuesto en el mando, se encontró carente de todo apoyo político, de resultas de lo cual se vio obligado a presentar la renuncia a la gobernación; fue sucedido por el vicegobernador Raúl Díaz en marzo de 1935, que poco después fue confirmado en su cargo por una intervención federal.

Martínez de Hoz lanzó un manifiesto al pueblo para explicar el cambio, en el que decía: "Por haber aceptado las renuncias de ministros cuya salida del ministerio desbarataba por completo una combinación político-electoral, a la que me sentí ajeno, y por haber nombrado por mí mismo los reemplazantes sin consultar conveniencias de círculo, usando por primera vez una facultad constitucional que acababa de otorgar la convención a los gobernadores de Buenos Aires, la mayoría del partido rompe sus relaciones con el gobierno. Veinticuatro horas después, un movimiento sedicioso lanza a mi despacho a varios de sus caracterizados representantes en el parlamento y en la junta de gobierno, para arrancar bajo presión de la fuerza, mi renuncia de gobernador. Una parte de la legislatura, reunida momentos después, la acepta sobre el tambor, con elogios para mi persona y para mi nombre, a pesar de saber que el P. E. de la Nación, en cumplimiento de lo preceptuado en el art. 69 de la Constitución, había a mi requerimiento intervenido a la provincia para reponer a las autoridades depuestas por la sedición. Días más tarde, la junta de gobierno del partido, ratifica la actitud de los revoltosos, creándose esta curiosa situación: la de un partido colaborador de los gobiernos de la Nación y de la provincia, que oficializa su sedición, así calificada por el propio gobierno nacional, en los fundamentos del decreto de intervención. Y como si no fuese posible detenerse en este camino de contradicciones, el 21 de febrero se reúne la más alta autoridad del partido, y en asamblea de convencionales declara restablecidas sus relaciones con el gobierno, pasa la esponja sobre los acontecimientos de violencia y de pasión, expresando, con franqueza desconcertante, que el pronunciamiento anterior.de su junta de gobierno sólo había obedecido a 'motivos políticos'. Frente a estos hechos, cuyas finalidades percibo con claridad, acepto la situación que se me crea, porque no he venido al poder para consentir lesiones a mi cargo y a mi decoro. Los gobernadores de Buenos Aires cuando han tenido que caer, han caído como Carlos Tejedor:


Manuel Fresco asumió como gobernador de la Provincia de Buenos Aires el 18 de febrero de 1936, acompañado por el vicegobernador Aurelio Amoedo, dirigente de la localidad de Marcos Paz. En su discurso de asunción del mando denunció el voto secreto, incitando a una reforma electoral para hacer el "voto a la vista". Con el apoyo del Partido Demócrata Nacional concentró su actividad gubernamental en las obras públicas que sirvieron para brindar empleo y enfrentar la crisis económica mundial que afectaba a la Argentina. Aplicó la política del estado de bienestar edificando decenas de hospitales, municipalidades, cementerios, iglesias católicas, escuelas y gran cantidad de caminos y rutas pavimentadas
Fresco fue un admirador enfático del presidente de Estados Unidos de América, el demócrata Franklin Roosevelt, de quien siguió sus políticas públicas. Pero al mismo tiempo, en distintos discursos, elogiaba los regímenes totalitarios del nacionalsocialista alemán Adolf Hitler y del fascista italiano Benito Mussolini, cuyos bustos adornaban su despacho. Declaró ilegal al Partido Comunista. Poco después proclamó que su gobierno se guiaba por las enseñanzas de la Iglesia a través de la encíclica Rerum Novarum. En consonancia con esa idea, promovió la construcción de viviendas económicas para los obreros, que solo quedaron en anteproyectos, y pretendió forzar a los empresarios a pagar mejores salarios y un salario familiar.

En esas líneas se percibe que las maniobras políticas tan condenadas en el radicalismo, no habían cesado en los que le sucedieron y que la apetencia del poder estaba por encima de toda norma ética corriente. Por un lado estaban los que aspiraban a adueñarse de la provincia en los próximos comicios, en nombre del partido demócrata nacional y por el otro son manifiestos los hilos que manejaban los sectores uriburistas en las fuerzas armadas, J. B. Molina en el ejército, y Abel Renard y sus colaboradores en la armada. El 12 de marzo se concentraron contingentes de la Liga republicana, la Legión de mayo, Legión cívica y A. N. A. en la casa de gobierno de La Plata en defensa del gobernador. Entretanto el poder ejecutivo decretó la intervención federal en la provincia y Federico Martínez de Hoz hizo abandono de la casa de gobierno. Un telegrama suyo al presidente Justo tiene este texto: "Me retiro del gobierno de Buenos Aires vencido por la fuerza que V. E. ha puesto al servicio del consorcio de una baja política. Protesto ante el país del acto que complica a los asaltantes del 7 de febrero, la investidura y el prestigio del gobierno de la Nación. El conflicto de poderes creado por la resolución inconstitucional de un tribunal compuesto por mis acusadores, tiene un juez natural: el Congreso .de la Nación. El decreto de V. E. al arrollar la autonomía de Buenos Aires frente al Parlamento en funciones, coloca al P. E. al margen de las disposiciones que ha jurado respetar y hacer respetar"

Rodolfo Moreno, que jugó un papel importante en el cambio político de la provincia de Buenos Aires, escribió en su libro La cuestión democrática (1937) : "La situación espiritual del país ha cambiado; la masa popular que el 6 de septiembre de 1930 rodeaba al gobierno revolucionario y daba la impresión de que el oficialismo caído había desaparecido para siempre de la vida política, parece inclinarse a una posición contraria, vuelve a sus viejos amores demagógicos y amenaza con restablecer el sistema materialmente derrotado con todas sus consecuencias. Las fuerzas gobernantes sienten la proximidad del peligro y recurren a los medios vetados por la ley para no perder las posiciones. Ciudadanos distinguidos y patriotas, algunos políticos, otros no, exponentes del comercio, de la banca y de la industria, tendencias conservadoras de orígenes y finalidades diferentes, prelados, militares, gentes de orden en general, sostienen que es preciso defenderse y de cualquier manera mantener las posiciones gubernativas". . .
En noviembre de 1935 se realizaron las elecciones en la provincia y dieron el triunfo a los conservadores. La embajada de Estados Unidos informó a su gobierno el 22 de noviembre: "El partido demócrata nacional, el principal grupo político en la coalición gubernamental, ha ganado las elecciones en la provincia de Buenos Aires en lo que es considerada una de las disputas políticas más farsescas y fraudulentas que haya habido en la Argentina".

Contra la provincia de Santa Fe esgrimieron motivos diversos, singularmente la vigencia de la Constitución de 1921; pero el trasfondo de todo ello era conquistar la 'provincia para disponer en las Cámaras de sus legisladores y en el colegio electoral de los electores necesarios para el triunfo en las elecciones presidenciales. Terminadas las sesiones ordinarias del Congreso y sobre la base de un proyecto de ley aprobado por el Senado, el poder ejecutivo decretó la intervención de Santa Fe. Federico Pinedo explica así esa medida:
"Fue la pérdida de la provincia de Córdoba por los demócratas y por la coalición, en la renovación gubernativa inmediatamente anterior a la elección presidencial, lo que dio toda su significación y alcance a la, intervención federal llevada a la provincia de Santa Fe en 1935, .y que no he de tratar de justificar aunque haya tenido responsabilidad en la Lisandro de la Torre, como muchos otros entonces, sospechaba que la intervención fue dirigida para impedir su eventual acceso al gobierno de la provincia, en la que no había pensado. "Aparte del odio que me tienen después del debate de las carnes, parece que le atribuían proyecciones fantásticas al hecho que yo tuviera ese escenario para desenvolverme", dice en una de sus cartas.
Las elecciones se realizaron en la provincia intervenida el 21 de febrero de 1937; concurrieron los radicales, pero los demócratas progresistas se sintieron desanimados para la lucha; el triunfo correspondió al candidato oficialista, Manuel M. de Iriondo.
Las elecciones en la capital federal dieron en abril de 1935 los siguientes resultados: socialistas, 179.619 votos; en blanco o anulados, 31.568; partidos de la concordancia, 30.339; concentración obrera, 21.997; salud pública, 21.198: Un nacionalista de aquella hora, Federico Ibarguren, anota: "El enemigo se robustece en el comicio, ayudado por la mala política y la impopularidad del gobierno nacional. Los partidos opositores que militan dentro del 'régimen' (el socialista y el radical), incuban, en último término, la misma anarquía insanable de fondo, en sus entrañas. Opino que la avalancha electoralista no parará en la Argentina si no es con las bayonetas. Y máxime teniendo en cuenta que los Un testimonio elocuente de la posición del llamado nacionalismo argentino.