Fin de la guerra

Olañeta realizó la última incursión en suelo argentino en junio de 1822, llegando hasta Volcán (40 kilómetros al norte de Jujuy). El 6 de diciembre de 1822 se retiró de territorio argentino finalizando la última invasión realista.

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Hasta 1822 se habían registrado en territorio argentino doscientos treinta y seis combates, habiendo muerto por acción de la guerra un tercio de la población masculina de Jujuy.

El 4 de agosto de 1824, el gobernador de Salta, general Juan Antonio Álvarez de Arenales (en el cargo desde el 1 de enero), nombró «comandante general de vanguardia» al general José María Pérez de Urdininea ―a pedido del mariscal Antonio José de Sucre― para que se dirigiera al Alto Perú a atacar a Olañeta por el sur. Este se puso en marcha el 3 de enero de 1825, aunque no llegó a entrar en contacto con fuerzas realistas.

En marzo de 1825, el gobernador Álvarez de Arenales salió en campaña, pero cuando se hallaba en su cuartel de Tilcara recibió la noticia de que el teniente coronel Carlos Medinaceli se había pasado al bando independentista, por lo que envió a Pérez de Urdininea desde Humahuaca en apoyo de Medinaceli. El 1 de abril de 1825 se produjo la batalla del Tumusla, en la que Medinaceli venció a Olañeta, quien murió durante la batalla.

Pérez de Urdininea se autonombró «comandante en jefe del Ejército Libertador de Chichas», desobedeciendo las órdenes de detener la marcha que le había enviado Álvarez de Arenales. El 7 de abril, el general José María Valdés se rindió en Chequelte ante Urdininea, pidiendo ser comprendido en la Capitulación de Ayacucho. Esto dio fin a la guerra de independencia en el Alto Perú.