Origen del Fuerte de Buenos Aires

Fundada Buenos Aires por segunda vez, y descubierto el estrecho de Magallanes, no podía faltar la curiosidad de los países navegantes, franceses, ingleses, holandeses, en torno a las cosas del Nuevo Mundo y al posible campo propicio para el intercambio comercial. Aparte de ellos, abundaban por entonces los que salían al mar en naves armadas para proceder al saqueo de los barcos que encontraban a su paso en condiciones inferiores de defensa; eran los piratas o corsarios. Los corsarios procedían con autorización de algún Estado y debían repartir el botín con él. 

Comercio monopólico

España se resistía a consentir el comercio de sus colonias con los otros países europeos y se organizó el contrabando en regla como una institución vital, contra la cual fueron muy pocos los gobernadores que procedieron inflexiblemente. El contrabando, perseguido por las flotas oficiales y muy costoso cuando debía asegurarse la connivencia de las autoridades españolas para poder efectuarlo directamente desde la península, encontró un vehículo muy cómodo por medio de los navíos de negros.

Llegada de piratas y corsarios

En 1578 llegó al Río de la Plata el corsario inglés Francis Drake; permaneció un par de semanas en el estuario y continuó su marcha hacia el sur; el 17 de mayo llegó a los 47º', frente a un gran río que bajaba de fuentes lejanas, donde halló un puerto abrigado y con agua dulce, poblado de animales marinos y de aves. Los marinos hicieron pronto gran acopio de focas para la alimentación y de ahí el nombre que dieron al lugar, Bahía de las Focas. Es probable que Magallanes hubiese conocido también el lugar, pero en la geografía se conoció primeramente por el encuentro de Drake, que entró en contacto con un grupo de indios y continuo luego el viaje a San Julián, donde halló rastros del patíbulo levantado por Magallanes para ajusticiar a Gaspar de Quesada y donde Drake mismo hizo ejecutar a uno de sus hombres, Droughty, y cruzó después el estrecho e inicio sus correrías por el Pacífico.

Piratas

Los piratas Drake y Cavendish fueron visitantes del Rio de la plata y  en algunos casos atacaron a los barcos españoles

Años después de Drake llegó a costas argentinas Thomas Cavendish, también como corsario, y dio la vuelta al mundo lo mismo que Drake. Lo hizo a bordo de un navío

llamado Desire,, con otras dos naves pequeñas. Desde Río de Janeiro navegó directamente hasta la Bahía de las Focas, a la que llegó el 16 de diciembre de 1586; el lugar fue bautizado como Port Desire, de donde procede el nombre de Puerto Deseado.

Cuando esos corsarios utilizaron el estrecho de MagaIlanes para pasar al Pacífico, las autoridades españolas despacharon una armada de 22 navíos al mando de Diego Flores Valdés para que instalase fuertes a ambas orillas del estrecho e impidieran el paso de cualquier buque enemigo. La armada de Flores Valdés tuvo muchos contratiempos y se encontró en el Brasil con la de Alonso de Sotomayor, nombrado gobernador de Chile. En ella viajaban 22 frailes franciscanos, al frente de los cuales venía fray Juan de Rivadeneyra, custodio de los franciscanos en el Río de la Plata. Habían partido de España en una nave de Alonso de Vera, sobrino de Juan Torres de Vera y Aragón, nave que encalló antes del puerto de Espíritu Santo, donde Rivadeneyra tuvo que adquirir una fragatilla para continuar el viaje.

Las naves de Flores Valdés y las de Alonso de Sotomayor fueron disminuyendo por naufragios, encallamientos, etc., y resolvieron entonces hacer escala en el Río de la Plata, pues Flores Valdés no se hallaba ya en condiciones de ir a poblar el estrecho de Magallanes, y Alonso de Sotomayor decidió hacer la ruta a Santiago de Chile por tierra, para lo cual fue socorrido por Juan de Garay, como se ha dicho.

La fragatilla de Rivadeneyra fue hallada por un patache de Eduardo Fenton, corsario que andaba por estos mares y que llevó prisionero a Rivadeneyra y a sus frailes, saqueó a fondo la fragatilla y luego dejó en libertad a los capturados. Tres naves de la armada de Flores Valdés, al mando de Andrés Eguino, salieron del puerto de Santa Catalina el 18 de enero de 1583 y al llegar al de Santos se encontraron con dos naves de Fenton y se trabaron en lucha; los corsarios hundieron una de las naves españolas, pero a su vez tuvieron grandes pérdidas.

En la expedición de Flores Valdés navegaba Pedro Sarmiento de Gamboa, que llegó con restos de la armada al estrecho de Magallanes y fundó los fuertes llamados Nombre de Jesús y Real Felipe, dos hermosos pueblos que admiraron al corsario Thomas Cavendish cuando los visitó en 1587 y en los que no encontró ningún sobreviviente, pues todos habían muerto de hambre. Sarmiento de Gamboa había ido entretanto a España en busca de auxilios, cayó prisionero de otros corsarios y no pudo volver al estrecho de Magallanes.

Un sobrino de Francis Drake, John Drake, naufragó en el Río de la Plata y los 16 hombres que componían la tripulación de su nave Francis pudieron salvarse en la costa uruguaya donde cayeron en poder de los charrúas. Después de un cautiverio de trece meses lograron escapar y llegar en canoa a Buenos Aires. Las autoridades españolas los apresaron, los remitieron a Santa Fe y desde allí a Asunción. La Inquisición de Lima los reclamó y John Drake pasó varios años recluido en un convento.

La aparición de piratas y corsarios en el Plata alarmó justamente a gobernantes y pobladores. Hernando de Lerma transmitió las noticias que llegaban a las autoridades de Lima y desde allí se difundieron por el oeste de América; también se supo todo en España; pero desde allí no se hizo nada para defender los puertos de las colonias contra los posibles ataques.

En 1585 fue capturada por corsarios una importante carga comercial perteneciente a fray Francisco de Vitoria, obispo del Tucumán, cuando volvía del Brasil; había sido cargada con plata de Potosí, azúcar, dulces y otros artículos; interceptaron las naves a su regreso corsarios ingleses que llevaron las dos naves. del obispo Vitoria hasta el paralelo 43° de latitud sur y dejaron en tierra a los tripulantes después de haber desvalijado el cargamento que llevaban. En 1588 se exportó al Brasil harina por 3.500 ducados y se importaron mercaderías valuadas en unos seiscientos.

Ramírez de Velasco insistió ante el Consejo de Indias en mayo de 1592 para erigir un fuerte en Buenos Aires, pero no recibió respuesta alguna. 

Primera vista conocida de Buenos Aires, pintada hacia 1628 por un holandés.

Primera vista conocida de Buenos Aires, pintada hacia 1628 por un holandés.

Comienza la construcción del Fuerte

Fue Hernando de Zárate el que se puso a levantar el fuerte al tener noticias en el Brasil de la presencia de corsarios. Dio comienzo a los trabajos en abril de 1594; en la construcción trabajaban indios enviados desde el Tucumán. El fuerte se instaló en el lugar estratégico donde hoy se halla la Casa de Gobierno.

El contador del Río de la Plata, Hernando de Vargas, fue asaltado por corsarios franceses en Bahía en junio de 1594 y despojado de todo lo que llevaba y tenía algún valor. Desde 1561 se había impuesto la navegación en convoy, con prohibición de salir buques aislados para las Indias, tanto de Cádiz como de Sanlúcar de Barrameda, bajó pena de confiscación del navío y de su cargamento; los convoyes eran escoltados por barcos de guerra. Eran las flotas de galeones, al mando de un general, y la flota propiamente dicha al mando de un almirante; el sistema del convoy fue reemplazado por el despacho de los navíos de registro desde 1739, año en que se produjo la guerra entre España e Inglaterra.

Diego Valdez y de la Banda describió el fuerte de Buenos Aires como un corral de tapias con algunas piezas de artillería hundidas. Consideró que la mejor defensa sería la libertad de comercio, pero esa demanda no fue escuchada por los funcionarios del Consejo de Indias.

Cuando Hernandarias asumió el mando como gobernador, reparó y reedificó el fuerte y construyó habitaciones para vivir con su familia en ellas; hizo levantar también un pequeño fuerte o torreón a la entrada del Riachuelo, a partir de mayo de 1607. Así, Buenos Aires contó con un fuerte auténtico gracias a Hernandarias y con un baluarte en la entrada del Riachuelo, aunque esas defensas eran prácticamente inútiles, pues si los corsarios y piratas no entraban en el puerto de Buenos Aires era porque ignoraban la marcha de los canales subfluviales. Con ayuda de un conocedor de esos canales, entraron una noche corsarios ingleses y franceses, el 18 de marzo de 1607, y saquearon una carabela anclada en el puerto.

El temor a la aparición repentina de piratas y corsarios se mantuvo muchos años en Buenos Aires, aunque asolaron más las costas de Chile y Perú donde el botín prometía ser mayor.