La sanidad en la batalla

El 12 de agosto, mientras se desarrollaban los enfrentamientos en las calles de Buenos Aires y comenzaban a producirse las muertes, los médicos y voluntarios atendían en las calles a los heridos e improvisaban en viviendas puestos sanitarios y hospitales de sangre.

La asistencia sanitaria en Buenos Aires

Cosme Mariano Argerich, nació en Buenos Aires en 1758. Estudió medicina en la Universidad de Cervera, España, donde se doctoró en 1783. En 1784 regresó a Buenos Aires y fue nombrado médico del Colegio de Huérfanos. Tiempo después fue designado como Primer Examinador del Protomedicato. Se dedicó a combatir los brotes de viruela declarados en 1794 y 1796. En 1801 publicó un artículo en el Telégrafo Mercantil donde aconsejaba que la población se inoculara la vacuna antivariólica. Asumió, en 1802, como catedrático de medicina en carácter de sustituto, y como Protomédico General y Alcalde Mayor de todas las facultades de Medicina, Cirugía, Pharmacia y Phlebología.

El Protomedicato era un tribunal formado por los protomédicos y examina- dores, que reconocía la suficiencia de los que aspiraban a ser médicos y concedía las licencias necesarias para el ejercicio de la medicina. Al asumir su cargo el virrey Vértiz evaluó el abandono de la asistencia pública y las deficiencias de los servicios hospitalarios y farmacéuticos, por eso resolvió crear en 1779 el protomedicato del Río de la Plata. El doctor Miguel O’Gorman, fue nombrado Real Protomédico y a él se le debe la introducción del método de inoculación contra la viruela.

Durante las primeras invasiones inglesas de 1806 y 1807, Argerich se desempeñaba como jefe de Hospital Real de la Caridad y organizó los puestos de socorro en puntos estratégicos. Los médicos y practicantes recibieron el auxilio de la población; los voluntarios preparaban las vendas con sábanas, manteles o ropa blanca, hervían agua y organizaban todo lo necesario para los primeros auxilios.

Doctor Cosme Argerich

El Doctor Cosme Argerich actuó en las invasiones inglesas como oficial del segundo escuadrón de Húsares, pero en cuanto comenzaron las batallas, se destacó como cirujano, para atender a los heridos. Ayudó tanto a criollos como a ingleses por igual, y fue nombrado médico jefe del Hospital de la Caridad.

La función docente del protomedicato databa de 1793, pero los cursos recién se iniciaron en 1801. Los acontecimientos militares y políticos, como también la escasez de material, hicieron que los cursos se desarrollaran irregularmente y que languidecieran, hasta que en 1812 la escuela se cerró por falta de alumnos. Según las impresiones del capitán inglés Alexander Gillespie, durante su larga estadía en el Río de la Plata:

“La profesión médica estaba a poca altura [en Buenos Aires]; al mismo tiempo, no hay nadie en quien se aplique con mayor éxito el arte de la charlatanería que en los criollos. Teniendo una opinión exagerada de todo curandero inglés, en cualquier reunión social en la que entre uno las mujeres generalmente afectan no encontrarse bien, y procuran consejo. El síntoma que las aquejaba se señalaba por un parche en cada sien, y ellas se quejaban comúnmente de lasitud y jaqueca. Como no se necesitaba saber mucho para disiparlas, siendo su causa la falta de ejercicio, algunos de nosotros [oficiales británicos prisioneros en Buenos Aires] nos hicimos empíricos. Como recetábamos felizmente, nuestros talentos adquirieron reputación; pero ocurrió un caso de más bulto, que probó la parcialidad general por nuestros compatriotas. El doctor Forbes, dejado a cargo de nuestros enfermos y heridos después de la reconquista de la ciudad, fue tan exclusivamente consultado que, tras cuatro meses de práctica en la que había amasado algunos miles de duros, con perjuicio de los facultativos locales, fue presentado al gobierno un memorial que instaba a su remoción”.

Ante el poco desarrollo de la medicina en el Río de la Plata, Gillespie aconsejó que aquellos profesionales que decidieran inmigrar  a  Buenos  Aires  para  ejercer  la  medicina  podrían obtener pingües ganancias y que tendrían la posibilidad de desarrollar  la  química  utilizando  la  abundancia  de  plantas existentes en el lugar para la fabricación de drogas, pero que por el momento, sería conveniente que trajeran consigo una importante provisión de remedios e instrumental.