Fusilamiento de José León Suarez

En la noche del 9 de junio de 1956 se inició un levantamiento peronista liderado por el General Juan José Valle, para derrocar a la dictadura militar. El levantamiento fue rápidamente derrotado, con escasos enfrentamientos armados, en los que murieron seis personas, los militares Blas Closs, Rafael Fernández y Bernardino Rodríguez del bando dictatorial; y los civiles Ramón Raúl Videla, Carlos Irigoyen y Rolando Zaneta, del bando peronista. Un grupo de civiles que debian incorporarse al movimento fue apresado por la policía de la provincia



La sublevación

La sublevación estaba planeada para comenzar a las 23 horas del sábado 9 de junio. A esa hora comenzaba una popular jornada de boxeo en el Luna Park transmitido por radio a todo el país. Las órdenes para los militantes era escuchar la pelea por el título sudamericano entre Eduardo Lausse y el chileno Humberto Loayza y esperar oír la proclama revolucionaria para actuar. Pero la insurrección falló antes de iniciarse, porque media hora antes los encargados de instalar la radio en Buenos Aires fueron detenidos. Solo en La Pampa, el comando encargado de la misión pudo transmitir la proclama por la radio. Ese día Aramburu había viajado a Rosario y le había encomendado al almirante Isaac Rojas hacerse cargo de la represión.

Uno de las casas que se utilizaron como punto de reunión de los sublevados durante el levantamiento de Valle, fue la que estaba ubicada en la calle Hipólito Yrigoyen 4519, de la localidad de Florida, en la zona norte de Gran Buenos Aires. El dueño de casa era Horacio di Chiano que habitaba el departamento delantero y le alquilaba a Juan Torres el departamento del fondo. En este último lugar se reunió un grupo de militantes peronistas para esperar la señal del levantamiento de Valle. A la hora señalada para el levantamiento había diez hombres: Juan Torres, Carlos Lizaso (21 años, peronista), Nicolás Carranza (militante sindical ferroviario, peronista), Francisco Garibotti (obrero ferroviario, cinco hijos, peronista), Vicente Rodríguez (obrero portuario, tres hijos, peronista), Mario Brión (empleado de Siam, un hijo, peronista), Horacio Di Chiano (no peronista, pero opositor a la dictadura), Norberto Gavino (militante peronista incluido en las listas negras), Rogelio Díaz (suboficial retirado de la Marina, dos o tres hijos) y Juan Carlos Livraga (sólo había ido a oír la pelea). Pero la señal nunca llegaría.


Casa de la calle Hipólito Yrigoyen 4519, Florida, donde estaban reunidos un grupo de civiles y fueron secuestradas las personas que asesinadas en el basural de José León Suárez.

Casa de la calle Hipólito Yrigoyen 4519, Florida, donde estaban reunidos un grupo de civiles y fueron secuestradas las personas que asesinadas en el basural de José León Suárez.


La detención

A las 23:30 la casa fue allanada por el jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires teniente coronel Desiderio Fernández Suárez, acompañado del jefe de la Unidad Regional San Martín inspector Rodolfo Rodríguez Moreno y el subjefe inspector Cuello. Buscaban a Tanco, pero Tanco no estaba y la policía se llevó detenidos a todos los mencionados, menos Torres que logró escapar. También detienen a Miguel Ángel Giunta, que se encontraba en la casa vecina y que no tenía ninguna conexión con la Resistencia peronista.

Los diez detenidos son llevados con un trato brutal a la Unidad Regional San Martín. Habiendo fracasado la detención de Tanco, Fernández Suárez se volvió inmediatamente a La Plata. Poco después llegan a la comisaría otros dos detenidos: Julio Troxler (exoficial de policía y miembro activo de la resistencia) y Reinaldo Benavidez que había ido a la casa de Hipólito Yrigoyen y fue detenido por los policías que habían quedado ahí esperando que cayeran otros militantes. Estando detenidos se enteran del fracaso de la insurrección y de la declaración de la ley marcial, en vigencia desde la 0:30 (o sea el día siguiente del allanamiento). A las 2:30 de la madrugada el vicealmirante Rojas declara que la sublevación había sido controlada. Quince minutos después el Jefe de la Brigada comienza a recibir la declaración de los detenidos y les retiran sus posesiones personales.

La orden

Poco después el Jefe de la Unidad Rodríguez Moreno, recibe por teléfono la orden del Jefe de Policía Fernández Suárez de fusilar a los detenidos. Para esa hora ya se había mandado a fusilar a los seis integrantes del comando detenidos en la Escuela Industrial de Avellaneda, encargados de montar la radio desde donde se transmitiría la proclama revolucionaria: Tte. Coronel José Albino Yrigoyen, Capitán Jorge Miguel Costales, Dante Hipólito Lugo, Norberto Ross, Clemente Braulio Ross y Osvaldo Alberto Albedro.

Rodríguez Moreno se dirige primero al Liceo Militar de San Martín para intentar que los fusilamientos se realicen allí, pero allí se le niega toda colaboración. Vuelve a la comisaría cerca de las cinco de la mañana y busca confirmar la orden llamando nuevamente a teniente coronel Fernández Suárez, quién ratifica la orden y le exige que lo haga de inmediato en cualquier lugar.

El traslado

A las 5:30 los doce detenidos fueron colocados en un camión celular, custodiados por quince policías. En un auto van también Rodríguez Moreno, su segundo el Comisario Cuello y el oficial Cáceres. Toman la ruta 8 y luego por Camino de Cintura. Se detienen en un punto y comienzan a hacer bajar a los detenidos, pero los policías piensan que el lugar no es adecuado y siguen trescientos metros más. A unos metros de allí había un basural.

La masacre

Los detenidos son obligados a bajar a punta de pistola y a caminar hacia el basural, iluminado por los faros de los vehículos policiales. Cuando es evidente que van a matarlos Gavino sale corriendo mientras le dice a Carranza que hay que huir. Carranza, muy corpulento para correr, suplica por sus hijos segundos antes de que lo maten. Los detenidos corren en todas las direcciones, mientras los policías disparan. Díaz logra escabullirse del camión sin que lo vean y desaparecer.

Livraga, Di Chiano y Giunta se tiran al piso y se hacen los muertos. Garibotti es alcanzado por los disparos y cae muerto. Giunta aprovecha para salir corriendo y logra escapar. Rodríguez cae herido y es rematado en el piso. Brión tenía una polera blanca que facilitó su asesinato por la espalda mientras corría. Troxler, Benavídez y Lizaso intentan una lucha cuerpo a cuerpo con los policías. Los dos primeros huyen pero Lizaso es tomado entre tres y fusilado.

Julio Troxler

Julio Troxler a los 18 años ingresó a la escuela de policía bonaerense “Juan Vucetich” y en 1955 se retiró de la institución policial con el grado de oficial inspector. Tras la caída del gobierno peronista inició su lucha en la resistencia. Por este motivo cayó detenido en octubre de 1955. Meses después, participó junto a sus hermanos Bernardo y Federico, suboficiales del ejército, en la fracasada rebelión que encabezaron los generales Juan José Valle y Raúl Tanco, y que estalló el 9 de junio de 1956.





operacion masacre

Seis meses después del hecho, "alguien" le cuenta a Walsh en un café su historia sobre el evento que a Walsh le parece increíble, y así nace la investigación. Walsh descubrió que había siete sobrevivientes de esa masacre y los va encontrando uno a uno, para entrevistarlos y reconstruir los hechos. Esa investigación será el material de base con el que escribirá Operación Masacre. Con la publicación del libro en 1957, Walsh no dio por terminada la investigación. En sucesivas ediciones fue incorporando nuevos elementos y variando su reflexión final sobre los hechos, a medida que variaba su concepción sobre el sistema que regía a la Argentina. Los fusilamientos quedaron impunes, pero Operación Masacre sacó a la luz los hechos mediante la creación de un nuevo género literario, pulverizó la versión oficial, documentó un caso de terrorismo de Estado que se volvería una práctica generalizada de las dictaduras latinoamericanas en las tres décadas siguientes bajo la Doctrina de la seguridad nacional promovida por Estados Unidos y se constituyó como un fragmento de la historia popular de la Argentina

Una vez cesada la balacera y la caza, Rodríguez Moreno va cuerpo por cuerpo para verificar que estén muertos. Di Chiano se salva porque lo da por muerto, pero a Livraga lo ve parpadear y entonces ordena que lo rematen. De los tres tiros uno le rompió la nariz, el otro le atravesó la mandíbula y la dentadura y el tercero le da en un brazo,lLo dieron por muerto, pero lograría sobrevivir, luego de un calvario. 

En el basural quedan cinco muertos -Mario Brión, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Carlos Lizaso y Vicente Rodríguez- y dos sobrevivientes - Horacio Di Chiano y Juan Carlos Livraga, este último muy mal herido.

Los sobrevivientes

Siete de los doce detenidos sobrevivieron a la masacre: Reinaldo Benavidez, Rogelio Díaz, Horacio Di Chiano, Norberto Gavino, Miguel Ángel Giunta, Juan Carlos Livraga y Julio Troxler.

De ellos Livraga era el que estaba más comprometido, por la gravedad de sus heridas. Luego de que marcharan los policías, Livraga se levantó herido y caminó hasta la ruta, cayendo desmayado ante una garita policial. Los policías lo ven herido y los llevan al Hospital Policlínico de San Martín, donde le realizan primeros auxilios en la guardia y logra llamar a su padre.  Pero poco después vuelve a ser secuestrado por la policía del hospital. En esas circunstancias las enfermeras lograron esconder de la policía el papel de la declaración que Livraga había realizado en la Comisaría antes de la masacre y entregárselo a su padre. Livraga permaneció desaparecido durante 28 días encerrado en un calabozo de la Comisaría 1.ª de Moreno, sin atención médica, con obvia intención de que se muriera:

Yo estaba con barba, desfigurado, flaco, sin la mitad de los dientes, perdí quince kilos. Me quisieron preguntar, pero no pude hablar por cómo tenía la boca. Juan Carlos Livraga

Luego es blanqueado y enviado a la Cárcel de Olmos, cerca de La Plata, donde fue curado y protegido por los presos comunes. Allí se encontró con Miguel Ángel Giunta, quien luego de huir del basural se había entregado a la policía, siendo sometido a sistemáticos simulacros de fusilamiento que lo desequilibraron mentalmente. Las gestiones de su padre con el ábogado Máximo von Kotsch, cercano a Arturo Frondizi, y el papel salvado por las enfermeras que probaba que Livraga había sido detenido, lograron que fuera liberado junto a Giunta, el 17 de agosto de 1956. Recién al salir en libertad pudo ser operado de las lesiones que le habían destruido la cara dos meses antes. Poco después Livraga se fue a Estados Unidos y en 1979 adoptó la nacionalidad de ese país,