Conflicto institucional en Córdoba

Un ejemplo de la debilidad en todo el andamiaje legal para los caudillos de la época lo ofrece el conflicto que surgió en Córdoba por entonces. El gobernador Bustos, que concluía su mandato el 21 de febrero de 1825, comunicó el 5 de abril que había sido reelecto gobernador de Córdoba; la Junta de representantes procedió a elegir sucesor el 21 de febrero y hubo empate entre los votos a favor de Bustos y los emitidos en favor del coronel Julián Martínez


Reelección de Bustos

Según el reglamento provisional de la provincia, se realizó el sorteo y resultó electo Martínez. El resultado se comunicó a Bustos y se fijó para el día siguiente la asunción del mando por el nuevo gobernador.

Rápidamente comenzaron a recorrer las calles de la ciudad pandillas reclutadas por los adeptos del antiguo gobernador, vitoreando a éste y gritando contra Martínez. Bustos resolvió el problema con la disolución de la Junta de representantes y la convocatoria de otra formada a su gusto y paladar que, en su primera sesión, el 4 de abril, reeligió a Bustos y le tomó juramento el mismo día. Bustos se había encargado, después de haber disuelto la Junta, del ejercicio de los tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial, y con esa suma de facultades preparó la elección de la nueva Junta, que lo confirmó en el mando.

El asunto produjo disgusto en el Congreso nacional y malestar en la opinión de Buenos Aires. Se discutió la situación en Córdoba y, a propuesta de una comisión integrada por Gorriti, Vélez Sarsfield y Agüero, se concluyó que el Congreso "no contemporizará jamás con las pasiones, ni transigirá con la anarquía o el desorden. Es necesario que los pueblos se acostumbren a respetar las autoridades que constituyen ellos mismos y los depositarios del poder".

En la prensa, especialmente en El Argos de Buenos Aires, se condenó enérgicamente la conducta de Bustos; éste fue preparando así su desconocimiento del Congreso y de Rivadavia, comenzando por la ley de creación, de la presidencia permanente.

Bustos volvió a Córdoba, con 2.500 hombres, donde fue proclamado Gobernador por la Asamblea Constituyente de la Provincia, jurando el cargo el día 24 de marzo. La Asamblea que lo eligió estaba integrada por el gobernador provisorio José Javier Díaz -elegido por el Cabildo Abierto de la ciudad el 19 de enero, ante la renuncia de Manuel Antonio de Castro- y 18 representantes: cuatro por la Capital, uno por cada una de las tres Villas: la del Rosario, la de Concepción de Río Cuarto y de La Carlota; y un representante por los curatos de Río Tercero Arriba, Río Tercero Abajo, Tulumba, Río Seco, Pocho, Punilla, Santa Rosa, Calamuchita, Ischilín, San Javier y Anejos.

Habiendo adherido ya los caudillos federales, procuró estrechar relaciones con el resto del país. Mantuvo fuertes vínculos con San Martín y con Güemes, pero no envió el Ejército del Norte en su ayuda: la mayor parte del mismo quedó estacionado en Córdoba. Bustos se reconcilió con López, y participó en una corta guerra civil contra el caudillo entrerriano Francisco Ramírez y contra el chileno José Miguel Carrera, a quien derrotó en Cruz Alta.