El grito de Asencio

Los realistas eran fuertes en Montevideo, pero en las zonas rurales de la Banda Oriental se afianzaban las ideas revolucionarias. Tras fracasar un movimiento patriota en Montevideo, la acción se trasladó a la campaña. José Gervasio Artigas, oriental y capitán de Blandengues en el Ejército del Rey, desertó de su puesto en la guarnición de Colonia del Sacramento y pasó a Buenos Aires, donde ofreció sus servicios a la Junta. Ésta le encargó la dirección del levantamiento contra los realistas.

La deserción de Artigas y Rondeau

El 28 de febrero de 1812, de 80 a 100 hombres capitaneados por Venancio Benavídez y Pedro José Vieira, reunidos a orillas del arroyo Asencio, proclamaron su desconocimiento del gobierno español. 

Es la reunión que pasó a la historia con el nombre de grito de Asencio, iniciación de una serie de levantamientos patriotas que tuvo culminación en el combate de Las Piedras, al que siguió el primer sitio de Montevideo. 

Después de la reunión a orillas del arroyo Asencio, se manifestaron los pueblos del interior: San Carlos, Minas, Maldonado, Durazno, Canelones, Pantanoso y comenzaron a surgir partidos y caudillos.

Los conjurados de Asencio se dirigieron a Mercedes y confraternizaron con la guarnición del lugar, eligiendo como jefe al teniente de blandengues Ramón Fernández. Cuando ese núcleo llegó a Soriano formaba una columna de 300 hombres. Ante la eventualidad de un ataque de fuerzas veteranas de Colonia y de Montevideo, se pidió ayuda a Belgrano y a Artigas; este último se encontraba en Nogoyá con 150 blandengues. 

Mientras tanto, paisanos reunidos por Bartolomé Zapata, y armados con lazos y cuchillos, se apoderaron de Gualeguay sin resistencia y, habiendo engrosado sus filas, tomaron la capilla de Arroyo de la China. 

Artigas y Martín Galain respondieron al pedido de auxilio que había hecho Ramón Fernández desde Mercedes, con 80 blandengues el primero y con una pequeña vanguardia a las órdenes de Miguel Estanislao Soler el segundo. 

Una fuerza de desembarco de Michelena fue rechazada en Soriano y forzada a reembarcarse, en los primeros días de abril. La campaña de la Banda Oriental se levantó en armas, con caudillos locales, contra la autoridad de Elío. 

José Rondeau, que servía a las órdenes de Michelena y hacía tiempo que buscaba la ocasión para pasar a las filas de la revolución, huyó a Buenos Aires, como Artigas, y recibió de la Junta el grado de teniente coronel de dragones.

Rondeau y Artigas

Javier de Elío para financiar la campaña contra la junta de mayo tomó una serie de medidas fiscales e impositivas que le permitían hacerse de recursos, a estas medidas perjudicaron a hacendados, comerciantes, barraqueros y navieros en su actividad mercantil, que estaba decayendo por la situación de crisis y el control español del comercio, ya que impedía el comercio con los británicos. A estas medidas se sumaron empréstitos forzosos al clero, empleados, propietarios, artesanos, hacendados, comerciantes y el uso de la fuerza para coaccionar a los pueblos a reconocer la autoridad española en Montevideo. En consecuencia, algunos jefes militares al servicio del gobierno español, pero con gran asidero en la campaña oriental, se pasaron al bando revolucionario, como fue el caso de José Artigas y José Rondeau