Llegada de Bernardino Rivadavia

Al amparo de la resistencia de los federales doctrinarios contra el absolutismo rosista, algunos unitarios volvieron a hacerse ver en Buenos Aires a fines de diciembre de 1833, y doña Encarnación buscaba la oportunidad para un castigo ejemplar.

La excusa

La oportunidad la dio la llegada a Buenos Aires de Bernardino Rivadavia el 28 de abril de 1834. 

Al día siguiente, preparó una recepción al viajero y a sus posibles amparadores, donde elementos emponchados de la Sociedad Popular Restauradora mostraron su entusiasmo federal baleando la casa del gobernador Viamonte, a quien visitaban Gervasio Espinosa, Canaveris y Azcuénaga; la del ministro Manuel J. García, con quien estaban Pedro J. Agrelo, Guido y De Angelis; otro grupo atacó el domicilio de Pedro Pablo Vidal y asesinó a un auxiliar del ministerio de guerra, Esteban Bandlam; los emponchados se alejaron gritando: ¡Muera Rivadavia! ¡Viva el general Rosas!

El gobierno decidió impedir la permanencia de Rivadavia en la ciudad y un decreto firmado por el ministro Manuel José García le obligó a salir inmediatamente del país. Sirvió además de pretexto para la expulsión, una carta de Manuel Moreno desde Londres denunciando una conspiración unitaria preparada en Montevideo; en ese plan embarcaría Rivadavia para Buenos Aires.

Quiroga y Rivadavia

Hay que señalar en esa emergencia la conducta de Juan Facundo Quiroga, que habría expresado el deseo de salir como garantía en favor de la permanencia del viajero en el país.

David Peña señala como uno de los motivos del distanciamiento de Quiroga y Rivadavia la iniciativa rivadaviana de la explotación de las minas de Famatina, para la fundación de un banco de descuentos y la amonedación de los metales de las mismas. 

La Rioja, al designar al coronel Ventura Vázquez diputado al congreso, le instruía para que no aceptase la alteración de las resoluciones tomadas por el gobierno y junta de representantes de La Rioja acerca del establecimiento de la casa de moneda y minerales de aquella provincia.

Encarnación Ezcurra

Encarnación Ezcurra tiene un aceitado sistema de espionaje e inteligencia en la ciudad portuaria, y está al tanto de todo lo que va sucediendo. Manda informes periódicos a su esposo, quien está próximo a volver de la Campaña al Desierto, y él le indica los pasos a seguir. La debilidad del gobierno de Viamonte es notoria, pues no se decide a enfrentar con decisión a los unitarios que complotaban contra la patria y que se hallaban en cordial alianza con los poderes extranacionales. El unitarismo creía, asimismo, que era posible destruir la figura de Rosas si aprovechaban la falta de gobiernos fuertes, la debilidad en que se encontraban las autoridades y la indecisión de los federales para tomar cartas en el asunto.


Quiroga constituyó una Sociedad por acciones para explotar los minerales de Famatina, juntamente con Braulio Costa, y Rivadavia formó una sociedad en Inglaterra para ese objeto y con los elementos necesarios. Las exigencias de las dos sociedades mineras, la proyectada por Quiroga y la de Rivadavia, chocaron y habrían sido la causa fundamental de la hostilidad de Quiroga a la Constitución de 1826. El Congreso resolvió que sólo el Banco Nacional podrá acuñar moneda en todo el territorio del Estado y que no podría establecerse otro banco cuyo capital excediere de un millón de pesos. La sociedad minera de La Rioja quedaba fuera de combate y Valentín Alsina la llamó fraudulenta y atacó a Quiroga en El Mensajero.

Juan N. Madero refirió en La Nación, junio de 1880, sus conversaciones con Quiroga. Había recibido en mayo de 1834 una carta del entonces comandante Wenceslao Paunero, en Bolivia, que le pedía ayuda para trasladarse a Chile y viajar desde allí por mar a Colonia, donde residía su familia. Madero hizo conocer a Quiroga la carta y el caudillo riojano le entregó una recomendación para que Paunero la hiciese ver a los gobernadores de las provincias que cruzase y para que llegase a Buenos Aires y se alojase en su casa, y desde ella embarcaría para Colonia.

Se encontraba entonces Rivadavia en el bergantín francés L'Herminie y, al enterarse de que Madero lo visitaba, le pidió Quiroga que hiciese saber al desterrado su ofrecimiento para servirle de fiador y para que dispusiera de él en todo lo que le conviniese. Y habría deplorado entonces su rechazo de la Constitución de 1826, y tuvo intención de ir al bergantín a visitar al ex presidente y a ofrecerle su amparo. 

Expulsion de Rivadavia

Rivadavia fue obligado a salir del país. Su  "amigo" el ministro García en el gobierno de Viamonte o lo hizo salir de Buenos Aires por medio del jefe de policía Mansilla. La legislatura sancionó también el destierro. Manuel Moreno, ministro argentino en Londres, había denunciado que Rivadavia estaba comprometido en un vasto plan monárquico vinculado a Francia y al Brasil.

El gobierno no tuvo medios para contener el desborde de los opositores que se habían hecho dueños de la calle y aplicaban el terror contra los adversarios y los débiles. El 5 de junio hizo renuncia y así quedó abierto el camino para la vuelta de Rosas. La Sala de representantes aceptó la dimisión el 27 del mismo mes y el 30 eligió gobernador a Rosas, que renunció hasta por cuatro veces; pero la Sala lo había elegido siempre sin las facultades extraordinarias. Por fin fue designado gobernador interino el presidente de la Sala de representantes, doctor Manuel Vicente Maza, después que rechazaron la elección Tomás M. Anchorena, Nicolás Anchorena, Juan Nepomuceno Terrero y Ángel Pacheco; fue puesto en posesión del cargo el 19 de octubre de 1834.

Rosas preparaba pacientemente su vuelta al poder con las facultades extraordinarias y la plenitud de los poderes. No tenía por eso prisa en volver, sino que quería hacer ver primero que solamente él podía gobernar en lo sucesivo.