Hacia la revolución

El 17 de abril, la junta ejecutiva de la Unión Cívica, presidida por Alem, lanzó un manifiesto a la república exhortando a secundar la reacción política, económica y administrativa iniciada en la capital. Se proclamaba allí como bandera la reacción constitucional y como medio de lograrla la organización cívica del pueblo. 


Leandro Alem comentó el retiro de las candidaturas presidenciales: 

"Queda todavía montada la funesta máquina oficial, constituida por la liga de gobernadores y por la jefatura única en manos del presidente de la república, pudiendo con ellas imponer al país la personalidad que sea de su antojo". 

No se indicó ningún plan concreto de reformas legislativas ni los medios para poner fin a los males del gobierno personal.

El 10 de mayo, en su mensaje al Congreso, saludó al nuevo partido de oposición y expuso la conveniencia de abolir el sistema de las elecciones de lista completa a fin de que tuvieran representación las minorías y anunció que presentaría un proyecto de ley sobre elección uninominal

Al aceptar las renuncias de sus ministros, Juárez Celman anunció su futura conducta electoral esto publicaba el diario La Nacion bajo la dirección de Mitre el 18 de abril :

"Empeñado en cumplir lealmente mis deberes de Presidente de la Nación, en mis mensajes al Congreso, en mis discursos oficiales, en mis comunicaciones a los gobiernos de las provincias, y hasta en mis conversaciones íntimas, he declarado el propósito, nunca abandonado, de no hacer pesar la influencia oficial en la designación del magistrado que ha de sucederme. He de asegurar la pureza del sufragio libre de manera que aquel que llegue a ocupar la presidencia de la república sea verdadera y honradamente aquel que hayan elegido los argentinos."

Los acontecimientos no le permitieron cumplir ese propósito, que al parecer fue sugerido por el ministro Zavalía, aunque el proyecto fue presentado el 8 de agosto del mismo año por uno de los diputados aliados al presidente.

Aristóbulo del Valle

Aristóbulo del Valle fue en 1889 uno de los fundadores de la Unión Cívica. En 1890 participó de los movimientos políticos para desprestigiar y derrocar al presidente Miguel Juárez Celman. El 29 de mayo de 1890, Aristóbulo del Valle, desde su cargo de Senador Nacional por parte de la Provincia de Buenos Aires, denunció en el Congreso la emisión de papel moneda clandestina por parte del gobierno nacional, señalando que era ésta la causa principal de la gravedad que había alcanzado la crisis. La denuncia de del Valle tuvo un gran impacto en la opinión pública y se mantendría durante los meses siguientes profundizando el desprestigio del gobierno. Poco después fue uno de los principales organizadores de la Revolución del Parque, de cuya Junta Revolucionaria fue miembro, junto con Leandro Alem. Ante la derrota de la revolución, Del Valle se vio obligado a renunciar al Senado, pero fue reelegido el año siguiente.

Nuevos ministros

Los nuevos ministros tenían prestigio y no eran inferiores a los dimitentes, pero estaban menos cansados y la opinión los recibió con alivio; cualquier cambio alentaba esperanzas de que la situación mejoraría. Pero la situación no mejoró. 

El vicepresidente Pellegrini dirigió una carta a Juárez Celman en la que atribuye la crisis al hecho de que los bancos hipotecarios "fueron puestos al servicio de la especulación, con lo que se exageró el valor de la tierra y se matuvo la tierra sin cultivar" y a que "los bancos garantidos se fundaron con mayor capital que el necesario y se apresuraron a colocarlo y lo colocaron mal, por las influencias perniciosas que pesan sobre los bancos del Estado; el oro importado al país para garantía de la emisión fue lanzado a la plaza en persecución de una quimera; y el papel 'producido por su venta fue igualmente entregado a la plaza para fomentar la misma especulación que se trataba de combatir".

En la tremenda depresión del 90, se exaltó la figura de Mitre, que realizó entonces un viaje a Europa y que había vivido en el trabajo, en la investigación histórica y no había consentido en doblar la línea de su existencia. A propuesta de Mansilla, el Congreso votó la reincorporación del general al ejército y el poder ejecutivo se asoció al homenaje.

Emisiones clandestinas

Aristóbulo del Valle debatió en el Senado con el ministro de hacienda Francisco Uriburu sobre las emisiones clandestinas: una para ayudar a los bancos oficiales en momentos de corrida; otra de billetes de la antigua emisión, canjeados, que han vuelto a la circulación, y otra hecha para garantizar el movimiento ordinario del Banco Nacional. La emisión clandestina fue caracterizada como falsificación de moneda, quienquiera que fuese el falsificador.

El Senado votó el nombramiento de una comisión investigadora, formada con del Valle, Dardo Rocha, Manuel Derqui, Zapata y Gil. El poder ejecutivo se apresuró a enviar a la Cámara de diputados, donde tenía mayoría absoluta, un mensaje y un proyecto de ley; en el primero explicaba y en el segundo legalizaba los préstamos hechos, según acuerdos de gobierno, por la oficina inspectora de los bancos garantidos a los Bancos Nacional y de la Provincia, en calidad de préstamo y con cargo de devolución. Lucio V. Mansilla, en la Cámara, intentó defender al gobierno y de paso hizo alusiones políticas: 

"La atmósfera está llena de puñales. ¿Es que hay una conspiración? ¿Es que se trama en estos momentos una conspiración?".

La Cámara de diputados aprobó la conducta del gobierno, pero el desgobierno financiero en el orden nacional y en los improvisados bancos provinciales no pudo ser contenido en sus efectos.

Los esfuerzos del ministro Uriburu para conocer los hechos y poner remedio al desorden en la circulación, su exigencia a los Bancos para que enviasen sus balances y el choque con el presidente del Banco Nacional, otro funcionario independiente, llevaron a la dimisión de Amancio Alcorta y de Uriburu, que fueron sustituidos por Juan Agustín García y José María Astigueta.

Cuando pasaron al Senado los proyectos aprobados en la Cámara de diputados, sobre las emisiones, el senador Aristóbulo del Valle pronunció un discurso que duró una tarde de fines de junio y que contribuyó a formar la conciencia revolucionaria en el país. Dijo entonces el único opositor franco del Senado:

 "El Congreso puede declarar el curso forzoso y puede emitir papel moneda. Pero ¿podrá el Congreso por ún acto secreto y cauteloso decir: emítase moneda que no tenga la garantía de los fondos públicos y póngasele al billete la leyenda de que tiene tal garantía? El sello de la nación puesto sobre una moneda quiere decir que esa moneda se ha emitido con las garantías y formalidades que la ley exige. Quien quiera que emita billetes sin las garantías de la ley comete el delito de falsificación de moneda".

El senador correntino Manuel Derqui respondió a del Valle para un esclarecimiento sencillo y elocuente por su lógica, que quitó validez a la argumentación sobre la moneda falsa del gobierno. El gobierno obtuvo una victoria, pero no resultó sin embargo fortalecido. La cotización de la moneda observó un alza del oro y las acciones del Banco Nacional, desde el 19 de julio, bajaron de 168 a 120 pesos; la moneda se cotiza de 265 a 275,5  y del 8 al 10 de julio el oro saltó violentamente a 280, 295, 299, 308, 317 por ciento.

La policía, al fin, comunica al presidente el 18 de julio que estaba por estallar un complot militar; el ministro de la guerra no cree en él, porque no vio al frente ningún militar de prestigio. 

Pero el jefe de policía, Capdevila, reunió datos y puso vigilancia a la oficialidad de varios cuerpos y pidió al presidente que sacase al ejército de la capital para garantizar el orden. Por fin el general Levalle admite la posibilidad de la subversión; convocó una reunión de altos jefes en su casa y los detalles de la revolución fueron dados a conocer; la policía quedó acuartelada; el 19 de julio se dio la noticia de las primeras prisiones de conspiradores; se busca al general Manuel J. Campos, al coronel Julio Figueroa, a los mayores Eusebio Garaita y Felipe Vázquez. Se hacen llegar tropas a la capital. Con esos refuerzos la guarnición de la capital consta de ocho batallones de infantería, dos regimientos de caballería, una batería de ingenieros, 3.161 vigilantes, 300 bomberos; en total 7.000 soldados.