La literatura gauchesca

La literatura gauchesca es un subgénero propio de la literatura latinoamericana que intenta recrear el lenguaje del gaucho y contar su manera de vivir. Se caracteriza principalmente por tener al gaucho como personaje esencial, y transcurrir las acciones en espacios abiertos y no urbanizados (como la Pampa argentina).
Esta literatura presenta descripciones de la vida campesina y sus costumbres, así como de los personajes sociales de ese entonces: criollos, indios, mestizos, negros y gringos, entre otros. Suele haber una exaltación de lo folclórico y cultural, y se emplea como protesta y para realizar una crítica social. En la forma y el lenguaje, se distingue por el empleo abundante de metáforas, neologismos, arcaísmos y términos aborígenes. Suele haber poco uso de sinónimos, y predomina el monólogo sobre el diálogo.

Cronológicamente su surgimiento y despertar lo podemos ubicar en el período previo al de la Independencia con tres etapas bien marcadas y definidas una de la otra adquiriendo así sus características propias:

  1. En 1818, el poeta oriental Bartolomé Hidalgo publicó, en Buenos Aires, "Cielito Patriótico" en el que le otorga al gaucho una voz enunciativa para contar la acción de la Batalla de Maipú, en la que triunfa el ejército de San Martín sobre las tropas realistas. Ese procedimiento que sistematiza Hidalgo con otros “cielitos” y con sus “diálogos gauchescos” es retomado por otros escritores, algunos anónimos y otros como Luis Pérez, Juan Gualberto Godoy e Hilario Ascasubi quienes retoman la voz del gaucho para cantar sobre las luchas por la Independencia y las vicisitudes de la guerra civil y la política. En sus composiciones, se mezclan la violencia, el humor y los géneros discursivos del periodismo de combate y de guerra, el léxico y el fraseo. Como por ejemplo, el célebre poema de Ascasubi “La refalosa”, aparecido por primera vez en el periódico Jacinto Cielo (Montevideo, 1843) en el que se le da voz al enemigo político (en este caso, un gaucho “mazorquero” del ejército del general Manuel Oribe que, por entonces, sitiaba la ciudad de Montevideo), para que, al describir una forma de tortura y ejecución llamada popularmente “la refalosa”, el placer del torturador le dé una vuelta de tuerca más al terror de la política. Cabe destacar que en 1845, Domingo F. Sarmiento, en su obra "Facundo", coloca al gaucho en la esfera de la "barbarie" y establece una tipología gaucha.
  2. En 1866, Estanislao del Campo, con su obra Fausto, retrata una imagen jocosa del gaucho: narra, en versos gauchescos,el diálogo de dos paisanos sobre la visita de uno de ellos al Teatro Colón (en la ciudad de Buenos Aires) en el que se ofrece la ópera "Fausto" de C. Gounod. Aquí el desacomodo del personaje para comprender lo que contempla, debido a un espacio ajeno a su universo rural, es lo que constituye la principal fuente de comicidad. Sin embargo, el humor también apunta contra ciertos rituales y convenciones de los sectores urbanos acomodados.
  3. Finalmente, en la tercera etapa, hacia fines de 1872, José Hernández publica un folleto en el que se narra la vida de "El gaucho Martín Fierro" pero la novedad es que se le da voz al gaucho para que cuente su historia de vida, en una especie de autobiografía ficcional, en la que cuenta lo extraordinario de su pena, causada por un sistema político que cuestiona y que irrumpe en su vida para cambiarla para siempre. Luego en 1879, el autor retoma la vida del gaucho Martín Fierro y agrega otras historias de gauchos, payadores y consejos de padres a hijos en su libro "La vuelta de Martín Fierro". Sin embargo, Lucio V. Mansilla, con su historia "Miguelito" de su libro "Una excursión a los indios ranqueles" (1870) anticipa la de Martín Fierro.

Bartolomé Hidalgo es considerado el "primer poeta gaucho", sus Diálogos patrióticos (1822) inician la literatura gauchesca; Estanislao del Campo, en El Fausto Criollo (1866), Hilario Ascasubi, en su obra referida a Santos Vega (1870).
La literatura gauchesca  fue señalada, por críticos como Ricardo Rojas y Ángel Rama, como un sistema "paralelo" que se desarrolla a lo largo del siglo XIX. Es, en cierto modo, el gran género de la literatura argentina (con un trabajo específico sobre la lengua y sobre las formas), aunque al mismo tiempo es un género que resultó por mucho tiempo ilegible como literatura. Sin modelo europeo, la gauchesca nace y alcanza su plenitud en el siglo XIX y presenta dos rasgos que, en su simultaneidad, la definen contradictoriamente. Por su materia y por su pretensión mimética de la oralidad rural, remite a prácticas, saberes y decires tradicionales. Por su sistema de circulación, por su cruce con los grandes problemas sociales y políticos de su tiempo y por las operaciones que realiza en y con la lengua, se diría que está por delante de otras formas literarias coetáneas con las cuales, sin embargo, siempre parece colocarse en una posición de minoridad. La operación que define a la literatura gauchesca es la cesión, por parte del autor, de la voz al personaje gaucho. Esta lengua gauchesca en verso no es -como con sagacidad señaló Jorge Luis Borges- una mímesis de la lengua hablada por los gauchos como sujetos sociales, sino un producto retórico y literario, creado en y por el género. Se afirma que la gauchesca organiza un sistema literario paralelo porque, a pesar de que el texto más reconocido es el Martín Fierro (1872-1879) de José Hernández, hay una línea de textos y autores que organizan una tradición propia, desde las primeras hasta las última décadas del siglo XIX, aunque en muchos casos se trate de producciones anónimas. Un breve itinerario del género podría iniciarse en el virreinato. El canónigo Juan Baltazar Maciel (1727-1788) escribe en 1777 el romance "Canta un guaso en estilo campestre los triunfos del Excmo. señor don Pedro de Cevallos". El poema se aparta de la lírica culta para tentar una veta popular. Sus primeros versos ("Aquí me pongo a cantar / debajo de aquestas talas") presentan una fórmula que será común a la gauchesca y que llegará ya consagrada hasta el Martín Fierro.

Los textos de Bartolomé Hidalgo (1788-1822) fueron clasificados según dos especies genéricas diferentes: los diálogos y los cielitos. El cielito proviene del estribillo "cielo, cielito, cielo", con numerosas variantes en su formación lírica. A través de ellos Hidalgo desarrolló su poesía militante durante las luchas por la independencia entre 1811 y 1816. Los diálogos (1821 y 1822), más escenográficos, presentan interlocutores gauchos que conversan (Jacinto Chano y Ramón Contreras) y una estructura más o menos similar: una introducción y una plática confidencial entre la gente del pueblo. Hidalgo deja marcado el camino para otras expresiones gauchescas. En la década del veinte pueden registrarse, funcionando en el interior del sistema gauchesco, los periódicos encendidos del Padre Castañeda; en la década del treinta los de Luis Pérez, rosistas, acompañan la lucha de facciones: El Torito de los Muchachos, El gaucho, La gaucha, El negrito, El toro del once, etc.

Hubo, también, gauchesca unitaria, a través de Hilario Ascasubi (1807-1875), versos que el autor recopiló en 1872 bajo el título Paulino Lucero (del período 1839-1851) y Aniceto el gallo (del año 1854 e inéditos). Una obra significativa es el Fausto (1866) de Estanislao del Campo, texto paródico, en el que Anastacio el Pollo relata a su compadre Laguna, como si se tratara de sucesos verdaderos, lo que ha visto en una representación del Fausto en el teatro Colón.

Eduardo Gutiérrez fue un escritor argentino que se destacó por sus obras de contenido histórico costumbrista y gauchesco, su novela más importante fue Juan Moreira, escrita en el año 1880. Esta obra adquirió gran popularidad y fue llevada al circo criollo, el teatro, el cine y la historieta.

En 1872 José Hernández (1834-1886) publica, con inesperado suceso, el mayor exponente del género, El gaucho Martín Fierro. Siete años más tarde, en 1879, presenta la edición de La vuelta de Martín Fierro. Aunque son muchos los relatos y novelas que toman como protagonistas de sus obras a personajes gauchos, por ejemplo Eduardo Gutiérrez en sus folletines, estos textos, llamados criollistas construyen sólo de una manera muy limitada (a través de algunas voces o giros) una voz del gaucho.

Ricardo Güiraldes, en Don Segundo Sombra (1926), vuelve a transformar el campo en poesía. En palabras de Lugones: «Paisaje y hombre ilumínanse en él a grandes pinceladas de esperanza y fuerza. Qué generosidad de tierra la que engendra esa vida, qué seguridad de triunfo en la gran marcha hacia la felicidad y a belleza». Al idealizar al gaucho con líricos toques de virtud y heroísmo en una relación de completa armonía con la naturaleza, nutre el concepto que ha creado el estereotipo del gaucho tan evocado en el folclore argentino.


Si quisiéramos contar la historia del gaucho malo, habría que comenzar con el Santos Vega donde el gaucho es malvado y culpable, y continuar en el Martín Fierro donde es forzado por la autoridad injusta a matar y pelear a ”la partida”, pero se incorpora finalmente al Sistema. En cambio en Moreira, el gaucho matrero se convierte en un superhéroe peleador quién, herido mortalmente por la policía, se muere finalmente en su ley. Todavía ahí no termina la línea del mito del héroe rebelde: encontramos, casi en la actualidad, al bandido-héroe Mate Cosido que, perseguido en el Chaco por la policía, es querido y protegido por los pobladores porque no roba a los pobres sino a las grandes empresas explotadoras y se convierte, así, en una forma de vengador del oprimido. Hay que considerar, sin embargo, que tanto Juan Moreira como Mate Cosido fueron personas reales y no meros personajes literarios, como sí es el caso de Martín Fierro. En cuanto a Santos Vega, el personaje literario parece estar basado en alguien que realmente existió pero de quien prácticamente nada se sabe.



Narradores gauchescos importantes han sido Benito Lynch (realista), autor de El inglés de los güesos (1924) y de El romance de un gaucho (1936); Leopoldo Lugones, que publicó su obra La guerra gaucha en 1905; y, sobre todo, Ricardo Güiraldes, autor de Don Segundo Sombra (1926), la considerada obra maestra de la literatura gauchesca, cuyo interés por el gaucho está patente desde sus primeros trabajos literarios. En Don Segundo Sombra, Güiraldes presenta un personaje literario que es el retrato ideal y casi mítico del gaucho, con su concepto plenamente asentado de la libertad y del individualismo absoluto.

En cuanto al teatro gauchesco —del siglo XIX e inicios del siglo XX— en el mismo se destacaron los Hermanos Podestá, en el mismo por lo general se aprovechaban de los elementos sensacionalistas de la vida gaucha y el elemento folclórico y no era una verdadera representación de su vida y sus problemas. Florencio Sánchez es uno de sus representantes más calificados. En uno de sus dramas, M'hijo el dotor (1903), hay una confrontación entre padre e hijo, con la particularidad de que el padre es un viejo gaucho y el hijo ha sido educado en la ciudad. Es una representación de la lucha entre la época antigua y la moderna, M'ijo el dotor aunque es una obra influida por la literatura gauchesca está fuera del ámbito propiamente gauchesco ya que narra la tragedia de un pobre inmigrante italiano que ha enviado a su hijo primogénito a estudiar en la universidad y el hijo tras tratar con los "niños bien" o "paquetes" ("patriciado" acaudalado) se avergüenza de su humilde familia de origen.


La literatura gauchesca como tal se inicia definidamente en el siglo XIX con autores como Hilario Ascasubi, Bartolomé Hidalgo, Estanislao del Campo y el descollante José Hernández. Estos autores para escribir sus obras literarias frecuentemente recurrieron (tal cual lo ha hecho notar el docto tucumano Ricardo Rojas) a una métrica típicamente gaucha; la de los versos en octosílabos. Esa es la métrica del payador que resulta perfecta para transmitir las más profundas emociones improvisando, esa es entonces la métrica de el Martín Fierro calificado como «La Biblia Gaucha» por el cordobés Leopoldo Lugones mientras que el porteño con madre orientala Jorge Luis Borges ha considerado que el Martín Fierro es el libro más perdurable de los argentinos. Por su parte el filósofo y antropólogo Rodolfo Kusch analiza a la típica obra literaria gauchesca como es el caso del Martín Fierro y nota que es una apelación numénica a la naturaleza y a la memoria para persistir dignamente en el tiempo, en la historia.

En cuanto al porteño citadino de la segunda mitad del s. XIX Estanislao del Campo quien haciéndose el "gauchesco" llegó a usar como seudónimo el de "Anastasio el Pollo", su obra más importante, aunque no carece de méritos, es una vista porteña burguesa con pretensiones de "sátira" en la que se intenta ridiculizar a los gauchos; tal obra se titula Fausto, Impresiones del gaucho Anastasio el Pollo en la representación de la Ópera (más comúnmente se la conoce como "El Fausto de Estanislao del Campo").

La literatura gauchesca tiene una característica de homogeneidad, es compacta, una trama unida, que si bien varía en el tiempo, es muy difícil de distinguir sus autores, ya que el estilo es de unidad inquebrantable, una superestructura.

Se destaca el vínculo que une al gaucho con la naturaleza en una especie de "paralelismo psicocósmico", denotando la influencia de la naturaleza en el personaje de este género.

A lo largo del siglo XX declina la literatura gauchesca (si bien pervive, sobre todo en las payadas y en las letras de las canciones folclóricas como las poesías del salteño Manuel J. Castilla y de su comprovinciano El "Cuchi" Leguizamón, o las del bonaerense con orígenes norteños Héctor Roberto Chavero mucho más conocido por su pseudónimo de Atahualpa Yupanqui, quien con su esposa francesa Paula Nenette Pepín en el norte de la Provincia argentina de Córdoba compuso gran cantidad de poesías gauchescas durante la segunda mitad del siglo XX), aunque se produce un curioso fenómeno: la aparición del gaucho en la historieta (son los casos de Lindor Covas -de Walter Ciocca-, Santos Leiva -de Ricardo Villagrán y Raúl Roux-, El Huinca, Fabián Leyes -obras de Enrique José Rapela-, las obras de Carlos "Chingolo" Casalla como "El cabo Savino" con guiones del propio dibujante y de Julio Álvarez Cao, Chacho Varela y Jorge Morhain etc. que presentan al gaucho decimonónico en sus aspectos más virtuosos), estos gauchos de historieta idealizados en exceso ya tenían su contrapartida en la narrativa visual de las viñetas realizadas a fines de siglo XIX e inicios del siglo XX por Cao (padre) y las pinturas hechas por Florencio Molina Campos en donde con gracia es presentado un gauchaje más humano, en los 1970s la tradición visual que representa graciosamente si bien con respeto al gauchaje es proseguida por otros gauchos de historieta: El gaucho Carayá y, especialmente, Inodoro Pereyra (El Renegau), un excelente homenaje en clave humorística realizado por Roberto Fontanarrosa. En marzo del año 2000 se editó el Martín Fierro con ilustraciones del ya citado Carlos "Chingolo" Casalla. En el 2014 aparece una edición del Martín Fierro ilustrada por Carlos Montefusco.

José Hernández

José Hernández
José Hernández participó en una de las últimas rebeliones federales, dirigida por Ricardo López Jordán, cuyo primer intento de acción finalizó en 1871 con la derrota de los gauchos y el exilio de Hernández en el Brasil. Después de esta revolución continuó siendo durante un tiempo asesor del general revolucionario, pero con el tiempo se distanció de él.
A su regreso a la Argentina, en 1872, continuó su lucha por medio del periodismo y publicó la primera parte de su obra maestra, El gaucho Martín Fierro. Fue a través de su poesía como consiguió un gran eco para sus propuestas y la más valiosa contribución a la causa de los gauchos. Junto con la continuación de la obra, La vuelta de Martín Fierro (1879), forman un poema épico popular. Es generalmente considerada la obra cumbre de la literatura argentina,  desempeñó los cargos de diputado y senador de la provincia de Buenos Aires. Ocupando este último cargo, defendió la federalización de Buenos Aires en un memorable discurso, enfrentándose a Leandro N. Alem.





Estanislao del Campo y el fausto criollo

Estanislao del Campo 
El 11 de agosto Estanislao del Campo asistió acompañado de un amigo gaucho apodado Anastasio «el Pollo», al viejo teatro Colón ubicado en las calles Reconquista y 25 de Mayo de la ciudad de Buenos Aires, para presenciar el debut de "Safo" (de Giovanni Pacini). Probablemente su amigo jamás había estado como espectador en una obra teatral, confundiendo la ficción con la realidad, dando como real lo que miraba en el escenario, por lo cual empezó a desvestirse para salvar la vida de la artista y solo la oportuna caída del telón salvó a la cantante de su salvataje.El 14 de agosto, este episodio fue publicado en el diario citado, con el título: "Carta de Anastasio el Pollo sobre el Beneficio de la Sra. La Grua", siendo una simpática narración del suceso en verso gauchesco, y convirtiéndose en un rotundo éxito.Estanislao
Estanislao del Campo asistió al estreno de la ópera Fausto de Gounod, con libreto de Michel Carrié y J. Barbier, en el Teatro Colón, el 24 de agosto de 1866. Dicho estreno había recibido mucha atención de la gente: se publicaron resúmenes en los periódicos y se hicieron traducciones del libreto. Del Campo utiliza esta ópera como referente para un poema que es su obra más conocida y recordada: "Fausto, Impresiones del gaucho Anastasio el Pollo en la representación de esta Ópera", popularmente llamada "El Fausto de Estanislao del Campo" o "El Fausto Criollo".





Hilario Ascasubi

Hilario Ascasubi 
Sus fueron padres Mariano de los Dolores Ascasubi, pardo libre hijo de Roque Ascasubi y Clara Ascasubi, esclavos y luego pardos libres, y doña Loreta de Elías, hija natural de Jacoba Carranza, pardas libres, todos cordobeses.
Fue uno de los primeros poetas gauchescos, discípulo del uruguayo Bartolomé Hidalgo. En Salta, entre 1824 y 1825, fue el primer responsable de la Imprenta de la Patria, donde publicó parte de su obra temprana.
Fue un ferviente antirrosista que se unió a la lucha armada en contra de Juan Manuel de Rosas. En una de sus poesías, "La refalosa", reproduce la amenaza de un "mazorquero" rosista a un gaucho que es contrario a Rosas, y en ella se comenta cómo esa milicia utilizaba las torturas para lograr, a la fuerza, la adhesión al gobierno rosista.
En ocasiones publicó sus escritos utilizando como seudónimos los nombres de dos obras suyas: Paulino Lucero y Aniceto el gallo y en otras ocasiones utilizaba Un gaucho cordobés o sus iniciales H.A.
Sus obras fueron  El gaucho Jacinto Cielo (1843) , Paulino Lucero (1846) , Santos Vega o los mellizos de la Flor (1851) y Aniceto el Gallo (1853)





Eduardo Gutiérrez

Eduardo Gutiérrez
Eduardo Gutiérrez fue un escritor argentino que se destacó por sus obras de contenido histórico costumbrista y gauchesco.
Su novela más importante fue Juan Moreira, escrita en el año 1880. Esta obra adquirió gran popularidad y fue llevada al circo criollo, el teatro, el cine y la historieta. Entre sus otros libros notables figuran Hormiga Negra, Santos Vega y Juan Cuello.





Benito Lynch

Benito Lynch
Benito Lynch luego de la muerte de su padre, en 1902, ingresa a la plana periodística como cronista social del diario El Día, diario de que su padre tenía acciones.
Adquirió fama desde los primeros momentos con sus cuentos y novelas, pero se consagró como escritor criollista con dos obras, Los caranchos de la Florida (1916) y El inglés de los güesos (1922). Su más celebrada colección de cuentos apareció con el título de De los campos porteños (1931).



Ricardo Güiraldes

Ricardo Güiraldes
Ricardo Güiraldes en 1924 funda la revista Proa junto con Brandán Caraffa, Jorge Luis Borges y Pablo Rojas Paz; la revista no tendría éxito en Argentina pero sí en otros países hispanoamericanos. Tras el cierre de la revista, Güiraldes se dedica a terminar Don Segundo Sombra, novela a la que pondría el punto final en marzo de 1926. Se lo incluye entre los integrantes del que se dio en denominar como Grupo Florida, grupo de escritores que se reunían en editoriales y confiterías cercanas a dicha arteria porteña como la Confitería Richmond, en contraposición dialéctica literaria con el Grupo de Boedo que publicaba en la Editorial Claridad y se reunía en el Café El Japonés.





Lindor covas, el superhéroe gauchesco
Lindor covas, el superhéroe gauchesco
Walter Ciocca fue un arquitecto e historietista argentino. El teórico Oscar Masotta lo definió como el "mejor exponente de la historieta folclórica". Walter Ciocca siempre tuvo la idea de crear un personaje que viviera historias gauchescas siempre estuvo presente por eso había adaptado guiones de clásicos como Una excursión a los indios ranqueles, Santos Vega y Hormiga Negra, clásicos del género. Y hasta había dibujado para la revista Misterix una historia titulada Fuerte Argentino (el guión era de Julio Portas) relacionada con la Campaña del Desierto. Ciocca también era un gran lector y sentía admiración por las obras de Guillermo Hudson (“Allá lejos y hace tiempo”), Benito Lynch (“El inglés de los güesos”) o Domingo Faustino Sarmiento (“Recuerdos de provincia”). Finalmente  el 10 de noviembre de 1954 se publicó la primera tira de Lindor Covas, el cimarrón. Estuvo presente durante casi 30 años.


Inodoro Pereyra (el renegáu) de Roberto Fontanarrosa
Inodoro Pereyra (el renegáu) de Roberto Fontanarrosa
Inodoro Pereyra (el renegáu) es una historieta argentina creada en 1972 por el escritor y dibujante argentino Roberto Fontanarrosa, que trata sobre la vida de un gaucho solitario de la pampa argentina.
Alguna vez el personaje se presentó a sí mismo diciendo: soy Pereyra por mi mama, e Inodoro por mi tata, que era sanitario.