| Dicen los, en sus Karlem-shenik (cuentos viejos), que el mar se formó 
                            por el llanto de un todopoderoso y bueno. Ese ser que para 
                            los tehuelches era el cielo (en algunas leyendas figura también 
                            como Kooch), vivió mucho tiempo en soledad y en tinieblas 
                            Hasta que un buen día decidió crear también la luz, el sol 
                            y una isla. Una isla donde tuvo origen la vida. Allí aparecieron 
                            unos moradores gigantes y monstruoso que eran hijos de las 
                            montañas.Esta leyenda de 
                            labios de un aborigen patagón llego a oídos de Pigafetta 
                            cronista de la expedición de Magallanes.Y al parecer, el 
                            relato lo inspiró para dibujar, con la ayuda de su imaginación 
                            un sencillo mapa de una o dos islas. Es probable que los 
                                tehuelches no hayan visto nunca las islas Pero presentían 
                                su existencia Ellos observaban que ciertas aves, como los 
                                cisnes y flamencos, llegaban desde el confín del mar hasta 
                                la costa. Y que tres meses después se lanzaban resueltamente 
                                hacia el brumoso horizonte marino. Este ,comportamiento convenció 
                                a los aborígenes de que las ves iban y venían de la legendaria 
                                isla de sus mitos. |