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Area Natural Delta del Paraná

   

Conservación
 

El aspecto que hoy nos muestra el Delta del Paraná dista mucho del paisaje original. La vegetación ha sido profundamente modificada por la acción humana, principalmente en el Delta Inferior donde se realizaron los primeros asentamientos humanos y se ubicó posteriormente la mayor parte de la población deltaica. Los bosques de las riberas, situados en los albardones, fueron los primeros en desaparecer. Por estar ubicados en sectores altos, a salvo de las inundaciones, perdieron rápidamente terreno frente a la instalación de viviendas y demás construcciones humanas. Asimismo, proveyeron de maderas duras y leña a la creciente población. El "Monte Blanco" fue el ambiente más afectado, siendo casi imposible de encontrarlo en forma prístina. sólo unos pequeñísimos núcleos subsisten en los albardones de islas vecinas al Río Uruguay. Las zonas bajas del centro de las islas han permanecido mayormente sin modificaciones en gran parte del Delta. Pero muchas de ellas, principalmente las del Delta Medio e Inferior, han sido desecadas por canales de drenaje. Esto permitió la instalación de plantaciones de Sauces y Álamos que actualmente cubren grandes extensiones, siendo el Delta una de las regiones del país que mayor superficie de bosques implantados posee. Estos bosques de rápido crecimiento proveen de maderas blandas, livianas y de baja calidad, que se destinan a la construcción de cajones, embalajes, etc.. La modificación de las características naturales de las islas, con la consecuente destrucción de la vegetación nativa, ha hecho retroceder significativamente a los ambiente naturales y a toda su fauna asociada. La contaminación de las aguas por desechos cloacales e industriales afecta a los cursos de agua vecinos a las grandes ciudades. Sin duda la zona más afectada es la del corredor Santa Fe-Buenos Aires, donde se encuentra la mayor concentración poblacional e industrial del país. La falta de un tratamiento adecuado de los afluentes contaminantes acarrea periódicamente mortandades masivas de peces y graves problemas sanitarios a las poblaciones costeras. La caza y la pesca desmedida, que muchas veces no respeta épocas de veda, se ve favorecida por la falta de control en toda la región. Esto significa una fuerte y permanente presión sobre las poblaciones de animales silvestres. La caza en el Delta ha llevado a la desaparición de especies como el Yaguareté y a puesto en peligro de extinción al Lobito de Río y al Ciervo de los Pantanos. Este último, otrora perseguido por alimentarse de los frutales y de las plantaciones forestales, es hoy un preciado trofeo de caza mayor. Otros vertebrados, sobreviven a la fuerte presión de caza por tener un alto número de crías por camada. El Coipo y el Carpincho, muy cazados tanto por su carne como por su cuero, son un buen ejemplo de lo anterior. La pesca comercial y deportiva está centrada en las especies de mayor interés como el Sábalo, Surubí, Patí, Boga y Dorado. La falta de un criterio uniforme en las reglamentaciones vigentes en las distintas provincias de la zona (tamaños mínimos, artes y métodos de pesca, épocas de veda, especies permitidas y prohibidas) hacen difíciles los controles y comprometen el futuro del recurso natural. La flora introducida, ya sea en forma voluntaria o involuntaria, representa un serio problema para el ecosistema deltaico, desplazando a la flora nativa y colonizando los ambientes naturales. La Ligustrina, el Ligustro, la Madreselva, la Zarzamora, ocupan los albardones de las islas, mientras que las zonas bajas inundables son invadidas por el Lirio Amarillo y la Vara de Ámbar.

 Yacimientos arqueológicos / paleontológicos

  Un aspecto poco difundido acerca del Delta del Paraná es su gran valor como sitio arqueológico. Los primitivos habitantes del Delta podrían definir tres grupos: dos de ellos muy próximos entre sí, los Chanáes y Mbeguáes, y los Guaraníes. Los dos primeros formaban parte del llamado "Grupo del Litoral" y estaban bastante relacionados con las etnias ubicadas aguas arriba, sobre el Río Paraná y sus afluentes. Los Chanaés ocupaban la margen derecha del Paraná en el sur de Santa Fe y nordeste de Buenos Aires, aproximadamente entre el Río Luján y la actual ciudad de Rosario, abarcando las islas al sur del Paraná Guazú. Al norte de este brazo del Paraná y por todo el delta entrerriano, se ubicaban los Mbeguáes frente a sus vecinos. Ambos grupos indígenas eran cazadores y pescadores, y poseían una rudimentaria alfarería. Esta se destacaba por su peculiar decoración, que incluía guardas geométricas y cabezas de animales, en especial Loros. Se desplazaban en canoas confeccionadas en un solo tronco ahuecado y utilizaban para cazar o pescar: redes, pequeños arcos, flechas y arpones con punta de piedra o hueso. Los Guaraníes estaban repartidos en dos grupos: el de los Chandules o "Guaraníes de las Islas", que habitaron las islas orientales y meridionales del Delta, y el del Carcarañá que ocupaba las islas ubicadas a la altura de la desembocadura de ese río sobre el Paraná. En la actualidad se posee escasa información sobre la superposición espacial y temporal de estos grupos humanos en el Delta del Paraná y de las características culturales propias de cada una de estas etnias. No obstante, basta recorrer la toponimia deltaica para ver aparecer en la misma numerosos vocablos guaraníes y el nombre del Arroyo Chaná. De esta manera se corrobora la gran influencia, aún hoy presente, de estas antiguas culturas, otrora dueñas de este gigantesco universo de islas, ríos y riachos.

 

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