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Turismo |
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El
barrio fue cuna de los primeros teatros indepen-dientes, de origen
proletario. Mas tarde existieron importantes salas como el teatro
Florencio Sánchez y los más comerciales como el teatro América y
el Boedo, que presentaron importantes figuras de la actividad artística,
subiendo a escena muchas de las exitosas piezas que previamente
se dieran en el centro de Buenos Aires.
Las
salas cinematográficas, algunas de ellas también en oportunidades
dedicadas al teatro o la música, concurridas por gran cantidad de
público proveniente de todas las zonas próximas al barrio, fueron
el Nilo, Los Andes, Bristol, Follies de Boedo, Cuyo, Moderno y Mitre,
éste útlimo llamado "la piojera" por la calidad del público
que llegaba a él. Ninguna d estas continúa como tal.
Subsisten
aún algunos clubes sociales, como el Juvenil, G.O.N., y Mariano
Boedo. Este supo ser el club más distinguido del barrio. Actualmente
su actividad es muy limitada.
Una
sola iglesia se erige en el contorno barrial. es la de San Bartolomé
Apostol, de la Av. Chiclana 3659. Se trata de un edificio de estilo
romántico, con una única torre y un altar central con la imagen
del santo. Anexa a ella se encuentra el colegio mixto del mismo
nombre, que brinda enseñanza primaria y secundaria.
La esquina
más famosa, no solo del barrio sino, casi podría decirse de la
ciudad, es la de San Juan y Boedo. Alli estuvo el café Del Aeroplano,
que luego se llamó Nippon y más tarde Canadian. ´Homero Manzi
inmortalizó esa esquina a partir de su composicíon de la letra
del tango Sur. Hoy el café lleva el nombre de Esquina Homero Manzi
,habiendo sido declarado Sitio Histórico Nacional por Ley 24.704
e incluído, recientemente, como Area de Protección Histórica.
La clásica
esquina de San Ignacio y Boedo fue tradicional por constituirse,
durante muchos años, en tribuna proletaria habiendo sido frecuente
escuchar allí las voces de los principales pensadores del
partido socialista. En años más recientes (década del '80), la
cortada fue escenario de las primeras exposiciones de escultura
"a cielo abierto" que se realizaron en Buenos Aires.
Una milonga titulada precisamente Cortada de San Ignacio, con
música del Maestro Horacio Salgán y letra de Carmelo Volpe, recuerda
el lugar.Dicha
esquina fue bautizada como Esquina Escultor Francisco Reyes, en
homenaje a este laureado plástico, distinguido vecino de Boedo.
El café La
Puñalada, de Boedo y Chiclana, fue punto de reunión de hinchas
del club Huracán, declarados adversarios de sus vecinos de San
Lorenzo de Almagro. Era frecuentado por el poeta Julián Centeya.
El café Dante,
de la calle Boedo 745, fue famoso pues en él se reunión los jugadores,
dirigentes y aficionados del Club San Lorenzo de Almagro. También
fue lugar de encuentro de distintas peñas y de los miembros de
la República de Boedo, institución que existió desde 1938. Tuvo,
simbólicamente, su autonomía política. Su escudo representa todos
los intereses locales: una pluma, una guitarra, el casco de Mercurio,
una pelota de futbol y una paleta con pinceles.
Otro café famoso,
en este caso ya desaparecido, fue El Capuchino, donde supo bailar
Ovidio José Bianquet, apodado El Cachafaz, uno de los más famosos
bailarines de las primeras décadas de este siglo.
En este barrio
se encuentra también la Biblioteca Miguel Cane en la cual el escritor
Jorge Luis Borges trabajo entre los años 1937 y 1946, en la actualidad
hay unas placas conmemorativas sobre dicho suseso.
El
club San Lorenzo de Almagro, fundado en 1908, construyó su popular
estadio, al que, por su forma, se denominó El Gasómetro, en Av.
La Plata e Inclán, habiendo sido escenario de muchas victorias
futbolísticas. En 1979 se demolió, para dar lugar a un centro
de compras. El Nuevo Gasómetro fue construído em la Av. Perito
Moreno y Varela, formando parte de la Ciudad Deportiva del club.
Se
conservan aún algunos mercados antiguos, como el de San Juan y
Boedo, Independencia y Colombres y el de Quintino Bocayuva y pasaje
El Totoral.
Existe un solo espacio verde, creado por vecinos sobre terrenos
de la Av. Independencia, entre José Marmol y Muñiz, que fue bautizada
como "Placita de los vecinos" y de cuyo cuidado se ocupa
la Asociación Civil Vecinal Florentino Ameghino. El lugar es tan
pequeño que solo tiene un frente de 30 metros por 80 m. de largo.
Se observa una placa que recuerda a la primera presidenta de dicha
asociación, D. Sara Vaamonde.
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Personajes |
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De los muchos
personajes importantes, ocupa un lugar de privilegio el poeta
Homero Manzi, autor de centenares de piezas de música ciudadana:
tangos, valses, milongas, canciones, bailecitos, y hasta canciones
de cuna. Libretista y argumentista en más de veinte producciones
cinematográficas, además de autor teatral. Vivió junto a su familia
en la Av. Garay 3251. Cursó parte de sus estudios primarios en
el Colegio Luppi de Nueva Pompeya, ingresando a los 19 años a
la Facultad de Derecho, de donde es expulsado en 1930 por su actividad
militante por el radicalismo. Mas tarde, viendo en Perón al continuador
de la obra de Hipólito Yrigoyen se incorpora a su partido. Su
primera letra fue el vals Porque no me besas, escrito a los 14
años. Luego vendrían sus grandes éxitos: Che Bandoneón, Barrio
de Tango, El Pescante, Fuimos, Ninguna, Después, Desde el Alma
, Discepólín, la serie de milongas en colaboración con Sebastián
Piana: Milonga del 900. Milonga Sentimental, Papá Baltazar, Pena
Mulata, etc. Y en 1948, el perdurable Sur.
En el bar
Esquina Homero Manzi, varias placas dispuestas en su frente recuerdan
su nombre y en una de ellas, al igual que en la pared interior,
puede leerse la letra del tango Sur.
Las glorietas
y cafés de Boedo supieron de la presencia de los payadores. Julián
Martín Castro, colorido personaje a quien siempre se le veía con
su su poncho pampa, blanco y negro solía cantar sus rebeldias
en las glorietas de Boedo, terminando muchas veces - como él mismo
lo recuerda - en la seccional policial.la . Otro de los más conocidos
payadores fue José Betinoti. Cultivó el canto alterno y prefería
improvisar en payada individual. Entre sus numerosas composiciones
recordamos Pobre mi madre querida y ¡Qué me habrán hecho tus ojos!.
Homero Manzi le dedicó una película que se llamó El último payador.
El poeta, dramaturgo y periodista José González Castillo es considerado
la figura paradigmática de Boedo. En 1932, en los altos de un
café ubicado en Boedo 868, fundó la Peña Pacha Camac, uno de los
más importantes centros irrdiadores de cultura de aquellos tiempos.
Allí se dieron clases de dibjuo y pintura, de música y declamación.
Se organizó un conjunto filodramático dirigido por el mismo J.G.C.
que puso en escenas las más variadas piezas de autores argentinos
y extranjeros. Cientos de conferencias, acargo de prestigiosas
personalidades de la época, prestigiaron las modestas instalaciones.
Gónzalez Castillo fundó luego la Universidad Popular de Boedo,
donde estudiaron miles de alumnos durante más de dos décadas.
La esquina SE de San Juan y Boedo lleva su nombre.
Su hijo, Cátulo Castillo, músico y compositor, fue el autor de
tangos memorables, como Organito de la tarde, Café de los Angelitos,
Acuarelita de Arrabal, Caserón de tejas, etc. Organizó la Sociedad
Argentina de Artistas Plásticos e integró el directorio de la
Sociedad Argentina de Escritores. En 1951 sucedió a Homero Manzi
en la presidencia de SADAIC, cargo que ejerció hasta 1955 en que
la entidad fue intervenida por el Poder Ejecutivo.
Julian Centeya
"el hombre gris de Buenos Aires", ha sido otro de los
prestigiosos vecinos. Periodista y autor de letras de tango famosos,
como La ví llegar, Ché Pamela, Era un barrio malevo, etc. Lo recuerda
hoy una esquina del barrio, ubicada en Av. Boedo e Inclán, llamada
La Posta de Julian Centeya.
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