Preparativos en Jujuy
   

La situación era muy crítica; pero el ánimo del General no decayó. Estaba resuelto a avanzar y dirigiéndose al gobierno manifestó que: "Si es cierta, la pérdida total de Cochabamba, debemos esperar que el enemigo vuelva sus pasos contra nosotros, y será muy doloroso, muy contrario a nuestra opinión y muy perjudicial al espíritu público, si tenemos que dar pasos retrógrados, de que es indispensable la pérdida de intereses y perjuicios consiguientes a estos pueblos, que renovarán sus odios, si es que están amortiguados, o los aumentarán; ...pues clamarán como lo hacen los del interior (los del Perú), que los porteños sólo han venido a exponerlos a la destrucción, dejándolos sin auxilios en manos de los enemigos, borrón que no debe caer en la inmortal Buenos Aires"
A mediados de julio, tomó conocimiento que el enemigo había reforzado su vanguardia en Suipacha, que sus avanzadas batían el campo hasta la Quiaca, lo que indicaba una próxima invasión, y en consecuencia se preparó para actuar con sus fuerzas reconcentradas. Recibió cuatrocientos fusiles de Buenos Aires, y con este conveniente auxilio se dispuso a emprender una
retirada al frente del enemigo, precedida de un terrible bando en que ordenaba a los hacendados, comerciantes y labradores, que retirasen sus ganados, sus géneros y sus cosechas, para que nada quedase al enemigo, declarando traidores a la patria a los que no cumpliesen sus órdenes, además de perderlo todo; y por último, imponiendo pena de muerte a los que se encontrasen fuera de las guardias, y aun a los que inspirasen desaliento, cualquiera que fuera su carácter o condición. El General era hombre de palabra, por eso todos obedecieron, comprendiendo que la cuestión era de vida o muerte.
Reclamaron el Cabildo y el Consulado. Al primero contestó: "No busco plata con mis providencias, sino el bien de la patria, el de ustedes mismos, el del pueblo que represento, su seguridad que me está confiada, y el decoro del Gobierno. Ayúdenme, tomen conmigo un empeño tan digno por la libertad de la causa sagrada de la patria, eleven los espíritus, que sin que sea una fanfarronada, el tirano morderá el polvo con todos sus satélites". Al Consulado le decía: "La Providencia de que ustedes reclaman se ha de llevar a ejecución venciendo los imposibles mismos". La conmoción que produjo en las poblaciones esta amenaza fulminante, las obligó a decidirse por unos o por otros, y a sacudir la apatía.
Se pasó al enemigo el teniente coronel D. Venancio Benavides. Este traidor avisó al enemigo la poca fuerza que disponía Belgrano, así como el mal estado en que se encontraba bajo todos respectos. El enemigo aceleró sus marchas, contando obtener una victoria fácil, descontando que pudiese oponérsele una resistencia seria.

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