Rafael de Sobremonte
 

Los ingleses habían desembarcado en Quilmes la noche anterior. El 26 de Junio de 1806, al mediodía, 600 milicianos intentaban detenerlos cerca de la playa. Desde la azotea de sus habitaciones, en el Fuerte, el marqués de Sobremonte seguía el combate con un telescopio. Unos 1.500 vecinos se habían acercado para informarse y, muchos de ellos, ofrecer sus servicios voluntarios.

Ante lo que inicialmente pareció un éxito de las fuerzas porteñas, Sobremonte cobró ánimo y arengó a los allí reunidos: "No hay que tener cuidado, los ingleses saldrán bien escarmentados". Por primera y última vez en su vida, las palabras del Virrey fueron rubricadas por una aclamación.

Poco tiempo duraría, sin embargo, el entusiasmo de Sobremonte. Pronto llegaron las últimas noticias: los ingleses habían rebasado las débiles líneas defensivas y marchaban sobre la ciudad. Desde ese mismo momento el virrey pensó iniciar la retirada hacia el interior con su familia y los caudales reales.  

Horas más tarde, después de presenciar la derrota de Puente Gálvez, emprende el viaje hacia Córdoba, llamado fuga por sus adversarios y retirada estratégica por sus partidarios, pero que fue, de cualquier manera, el episodio de su vida más discutido.

Rafael de Sobremonte, Núñez, Castillo, Angulo, Bullón, Ramírez de Arellano, tercer marqués de Sobremonte, había nacido en el seno de una distinguida familia española, en Sevilla, el 27 de Noviembre de 1745. Fueron sus padres el marqués don Raimundo de Sobremonte, militar y magistrado, caballero de la Orden de Carlos III y oidor de la audiencia de Sevilla, y doña María Angela Núñez Angulo y Ramírez de Arellano. En el Regimiento de las Reales Guardias Españolas inició (ingresando como cadete a los catorce años de edad) una ascendente carrera militar.

Luego fue designado Secretario del Virreinato del Río de la Plata, con el grado de teniente coronel, en la época del Virrey Vértiz (1779). Durante más de 15 años, fue luego Gobernador de Córdoba, demostrando sobresalientes aptitudes como administrador. En Abril de 1804 sucedió en calidad de Virrey al mariscal del Pino y, a lo largo de su actuación, ratificó su idoneidad como funcionario.

Después de la Reconquista, el pueblo le impidió reasumir el mando de la ciudad y el Cabildo Abierto del 14 de Agosto de 1806 nombró a Liniers jefe militar de la plaza. Sobremonte permaneció en el Río de la Plata hasta 1809.

De regreso en España, fue sometido a un consejo de guerra que lo absolvió, tras un proceso que sus adversarios calificaron de parcial, afirmando que en él se invalidaron los pocos testimonios en su contra presentados por quienes tenían conocimiento casual del juicio.

Este proceso se realizó en Cádiz, durante la primera quincena del año 1813, actuando un consejo de guerra constituido por varios generales, bajo la presidencia del Capitán General de la provincia, don Cayetano Valdez. Sobremonte estuvo casado con una dama argentina: Doña Juana María de Larrazábal. Después de enviudar, se desposó en segundas nupcias, a los 75 años, con doña María Teresa Millán y Marlos, viuda de un sobrino de Baltasar Hidalgo de Cisneros, el último virrey del Río de la Plata. La pequeña historia ha dejado documentada la oposición que este matrimonio tardío tuvo entre sus familiares. En carta a un amigo decía su yerno Francisco

López  de Omaña: "Atropellando por todo con la mayor ceguera, va a casarse nuestro padre, el Marqués de Sobremonte, en uno de estos días, a la edad de 75 años, con Da. Teresa Millán, viuda de un oficial de Marina, pobrísima y ya de más de 40 años".

Vicente G. Quesada juzgó así en 1865 la personalidad del Marqués de Sobremonte: "Si el papel que desempeñó en la invasión inglesa fue desairado, debemos ser justos en elogiar el empeño que como administrador tuvo para que la Intendencia de Córdoba progresase".

Sin embargo, algunos historiadores han publicado trabajos reivindicatorios de Sobremonte que justifican su conducta de 1806.

De cualquier modo, sus adversarios habían incitado el juicio de sus contemporáneos en contra del Virrey.

Después de la Reconquista, comenzaron a circular en Buenos Aires unas cuartetas tituladas “El Miedo” producto del ingenio popular:

¿Ves aquel bulto lejano que se pierde atrás del monte? Es la carroza del miedo con el virrey Sobremonte.

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