Búsqueda personalizada
 
 
 
   

Fracaso del proyecto de constitución federal 

 
   

La victoria total del Partido Federal significaba la primera oportunidad histórica para éste de organizar la Argentina a su manera. Si las provincias lograban ponerse de acuerdo, simplemente debían sancionar una constitución enteramente federal y organizar su gobierno.
Las influencias políticas predominantes eran las de Facundo Quiroga, con decisiva influencia en las provincias cuyanas, y el noroeste, Estanislao López, en las de Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba, y con gran influencia en Corrientes y Santiago del Estero, y Rosas, en Buenos Aires.
En Santa Fe se reunió la "Comisión Representativa" de diputados de todas las provincias, y todas ellas suscribieron el Pacto Federal. Pero Rosas – convencido de que las provincias debían organizarse internamente antes de sancionar una organización nacional, y deseoso de conservar la preeminencia económica de Buenos Aires a través del control de su Aduana – trató de convencer a los demás gobernadores y diputados de su posición. Aprovechó las rivalidades entre Quiroga y López para indisponer a los gobiernos provinciales unos con otros: una imprudente carta del diputado correntino Manuel Leiva le dio la oportunidad para retirar los diputados porteños de la Comisión. Su ejemplo fue seguido por casi todas las provincias.[25]
La organización constitucional fue aplazada indefinidamente, y toda la organización que el país conservó fue la mera delegación de las relaciones exteriores en el gobernador porteño.

 
   La Revolución de los Restauradores
   
 

El primer gobierno de Rosas terminó el 17 de diciembre de 1831. En su lugar fue electo el general Juan Ramón Balcarce, héroe de la Guerra de Independencia, mientras Rosas organizaba una Campaña al Desierto, para debilitar las fuerzas de los indígenas del sur y, en lo posible, ganar tierras.

Balcarce aprovechó su ausencia para debilitar el control de Rosas y sus partidarios sobre el partido federal porteño y sobre el gobierno, reemplazándolo con federales moderados, a quienes los rosistas llamaban "lomos negros". En respuesta, los partidarios de Rosas organizaron la llamada "Revolución de los Restauradores", sitiando durante varios días a Balcarce dentro de la capital. La esposa de Rosas dirigía las acciones de agitación de las clases pobres de la población y organizaba la Sociedad Popular Restauradora y su brazo armado, la Mazorca. La mayor parte del ejército se unió a los sublevados, y el propio Rosas se pronunció por ellos.[26]

Balcarce renunció el 4 de noviembre de 1833. Su sucesor fue el general Juan José Viamonte, bajo cuyo gobierno la Mazorca atacó a los partidarios del gobierno depuesto. El partido federal no sólo no volvió a tolerar disidencias externas, sino que consideró como traición cualquier gesto de autonomía frente a Rosas. Muchos de los lomos negros más destacados emigraron a Montevideo; se unirían a los unitarios en su lucha contra Rosas a fines de esa década.

Viamonte renunció al año siguiente y, tras varias renuncias de Rosas a asumir el gobierno, fue electo Manuel Vicente Maza, el amigo del Restaurador, en carácter de interino.

Revolución y represión en Córdoba   
   

Facundo Quiroga, que se consideraba injustamente desplazado de la influencia a que se creía con derecho en Córdoba, decidió apoyar a los opositores del gobernador de esa provincia. En septiembre de 1832, el comandante José Manuel Salas, junto con Juan Pablo Bulnes, Claudio María Arredondo - el yerno del fallecido ex gobernador Bustos - y los hijos de éste, se lanzó a la revolución contra los hermanos Reinafé. Fueron vencidos en un combate en las cercanías de la capital cordobesa.
Poco después de la campaña al desierto de 1833, el general José Ruiz Huidobro, comandante de la columna del centro, dirigió una nueva revolución contra los hermanos Reynafé: a mediados de junio, el coronel Del Castillo, comandante de la frontera sur de la provincia, marchó hacia la capital; también se les unió Arredondo, en el este de la provincia, y Ramón Bustos en el norte.
Pero la rápida reacción de Francisco Reinafé, jefe de las milicias del norte de la provincia, más la negativa de los comandantes del Río Tercero, Manuel López, y del Río Segundo, Camilo Isleño, desbarataron el plan. Del Castillo fue derrotado en una escaramuza en las afueras de Córdoba. El coronel Isleño cruzó rápidamente la sierra y alcanzó a los fugitivos en Yacanto, donde los derrotó completamente y tomó prisioneros a sus dirigentes. Serían fusilados poco después, con la única excepción de Arredondo. En el norte, también fue derrotado Ramón Bustos.
El general Ruiz Huidobro fue llevado a Buenos Aires, donde fue enjuiciado. Los hermanos Reynafé quedaron muy resentidos contra Quiroga – que estaba evidentemente detrás de todas estas conspiraciones – y se propusieron librarse de él en la primera oportunidad.

 

 
  Guerra en el norte: la autonomía de Jujuy y el crimen de Barranca Yaco
   
 

A fines de 1832, el comandante Manuel Puch, partidario de los hermanos Gorriti, dirigió una sublevación en Salta. El gobernador Pablo Latorre debió huir, pero una semana más tarde, derrotó a Puch en la batalla de Pulares.

En agosto de 1833, el coronel Pablo Alemán, colaborador hasta entonces en el gobierno de Latorre, dirigió otra revolución en su contra. Fracasó y se refugió en Tucumán, bajo la protección del gobernador Alejandro Heredia. Aunque Latorre reclamó la entrega de Alemán, Heredia se negó a entregar a su amigo.

A mediados de 1834, Heredia intervino activamente en la política catamarqueña, apoyando al comandante Felipe Figueroa contra el gobernador, y logrando que Manuel Navarro ocupara su lugar.

En Tucumán, el dirigente unitario Ángel López – sobrino del general Javier López –intentó derrocar a Heredia. Fracasó y huyó a Salta. El gobernador salteño se vengó de la revolución de Alemán, ayudando a Ángel López y a su tío Javier a intentar una invasión a Tucumán. Pero éstos fracasaron y huyeron a Bolivia. Heredia reclamó por los gastos causados a su provincia por la invasión de los López, y avanzó hasta el límite con Salta, exigiendo la renuncia del gobernador Latorre. Éste pidió al gobernador porteño que intercediera entre ellos, pero la respuesta tardaría demasiado.

Ese momento de debilidad de Latorre fue aprovechado por la ciudad de San Salvador de Jujuy y su jurisdicción, que aún eran una dependencia de la de Salta. En noviembre de 1834, los dirigentes unitarios de esa provincia se pronunciaron por la autonomía en un cabildo abierto. El teniente de gobernador José María Fascio se unió a ellos y se hizo nombrar gobernador de la nueva provincia.

Entonces Heredia reclamó a Latorre que reconociera la autonomía jujeña, mientras enviaba a su hermano Felipe Heredia y a Alemán a invadir Salta.[27]

Latorre abandonó la capital provincial, y el gobernador delegado lo depuso. Pero las fuerzas militares estaban aún en sus manos, y con ellas enfrentó la invasión de Fascio desde el norte en la batalla de Castañares. El coronel Mariano Santibáñez fingió pasarse a las filas de Latorre y logró capturarlo. Los salteños se dispersaron.

Un grupo de dirigentes unitarios salteños depuso a Latorre y eligió en su lugar al anciano coronel José Antonio Fernández Cornejo, que reconoció la autonomía jujeña. Fascio regresó a Jujuy, dejando una pequeña escolta en Salta, al mando de Santibáñez, que unos días más tarde hizo asesinar a Latorre en su celda.

Latorre había pedido la intercesión Maza, el gobernador porteño, que envió al general Facundo Quiroga como mediador. Cuando Quiroga llegó a Santiago del Estero, se enteró de la derrota y muerte de Latorre. Desde allí ayudó a Heredia a colocar en el gobierno de Jujuy a Pablo Alemán, y en el de Salta a su hermano Felipe Heredia.

De regreso hacia el sur, y a poco de ingresar en la provincia de Córdoba, fue asesinado en el apartado paraje de Barranca Yaco por una partida comandada por el capitán Santos Pérez, enviado por los hermanos Reynafé.

La noticia del crimen conmovió a todo el país: Rosas fue llamado de urgencia a asumir el gobierno porteño y se le concedió la "suma del poder público", es decir, la dictadura más absoluta. No obstante, la legislatura siguió funcionando.

Los Reynafé intentaron responsabilizar al santiagueño Ibarra por la muerte de Quiroga, pero pronto quedó claro que eran ellos los responsables.

Poco después terminó el período de gobierno de José Vicente Reinafé, y en su lugar fue electo primeramente Pedro Nolasco Rodríguez, que intentó proteger a los Reynafé. Pero renunció ante la evidencia de su participación en el crimen; su sucesor, Sixto Casanova, arrestó a Santos Pérez y a los hermanos Reynafé que encontró. Poco después fue derrotado en el norte de la provincia Francisco Reynafé, que había logrado armar una montonera.

El 17 de noviembre, el comandante del Río Tercero, Manuel López, ingresó a la capital provincial y se hizo elegir gobernador. Envió a los hermanos Reynafé a Buenos Aires, para ser juzgados. Francisco, que había logrado huir, sería el único de los Reynafé que se salvaría de ser juzgado y ejecutado.

   
   
 
 
       

¿Quienes somos?

Condiciones de uso

Publicidad

Privacidad de la informacion