Comienzos de la guerra naval

El primer acto hostil de buques de guerra brasileños fue la ocupación intermitente de la rada de la Ensenada de Barragán  por varios buques de esa nacionalidad a partir del 13 de noviembre de 1825, aunque se limitaron a anclar en ese sitio y aprovisionarse de leña en las islas cercanas, pero no a desembarcar en tierra firme.

La guerra naval

Desde un principio, el gobierno argentino dio la máxima importancia a la guerra naval, tanto por la importancia económica de forzar el levantamiento del bloqueo, como por la estratégica de permitir transportes ágiles desde y hacia la Banda Oriental. Los argentinos intentaron contrarrestar la superioridad naval brasileña, logrando resultados espectaculares, aunque no concluyentes. Es de notar que la mayor parte de los marinos de ambas escuadras eran originarios del Reino Unido.

Lo primero que intentó el gobierno fue comprar en Valparaíso, Chile, algunos buques de la escuadra de ese país, a través del general Ignacio Álvarez Thomas y del coronel Ventura Vázquez. La operación resultó un desastre: de los tres buques que efectivamente fueron comprados, la fragata María Isabel naufragó al cruzar el Cabo de Hornos, muriendo en el hecho su capitán y 500 hombres, incluido el coronel Vázquez. La corbeta Independencia estaba en tan mal estado, que debió regresar al puerto de Talcahuano, donde meses más tarde debió ser vendida como leña. Únicamente la nave más pequeña, la corbeta Chacabuco logró llegar al Océano Atlántico, pero en tal estado que pasó meses reparándose en Carmen de Patagones. Aun así, prestaría importantes servicios, bajo el mando de su capitán Santiago Jorge Bynnon.


Ataque fragata Emperatriz

El Ataque a la fragata brasileña Emperatriz fue cuando la escuadra brasileña fondeada en Montevideo, estaba al amparo de las baterías de tierra, el almirante Brown, jefe de las fuerzas navales argentinas, concibió el proyecto de sorprenderla, penetró sigilosamente en el puerto y llega a cortísima distancia de la fragata Emperatriz, pero en el momento de atacar se detuvo, creyendo haber tomado por el barco brasileño la nave de guerra inglesa Doris. El tiempo perdido en estas vacilaciones dio lugar a que los brasileños se pusieran en estado de defensa, resistiendo bravamente a la 25 de Mayo, mandada por Brown en persona, y al Independencia, mandado por Bathurst. El cañoneo puso sobre aviso al resto de la escuadra imperial, que voló en socorro de la Emperatriz, obligando a Brown a retirarse antes de verse rodeado por los buques enemigos, más numerosos y fuertes que los suyos. Los argentinos tuvieron en este combate tres muertos, y sus buques sufrieron averías, aunque no considerables. La Emperatriz quedó poco menos que destruida, tinta en sangre de quince de sus tripulantes, entre ellos su comandante Luis Barroso Pereyra, muerto en lo más fuerte del combate.

La estrategia de las tropas argentinas consistió en el hostigamiento constante y sorpresivo. Al mando de la escuadra fue puesto el coronel mayor Guillermo Brown, marino irlandés nacionalizado argentino, que inició sus operaciones al mando de una flotilla muy reducida: aparte de varios buques mercantes menores, artillados para la guerra, solo contaba con una nave de gran porte: la Corbeta 25 de Mayo.

Al frente de ese buque y con 4 bergantines, 3 goletas y 9 lanchas cañoneras atacó el 9 de febrero a la escuadra enemiga, de superior capacidad de fuego, en el Combate de Punta Colares, de incierto resultado. Como resultado, Brown exigió y consiguió la separación del mando de su segundo jefe, Juan Bautista Azopardo, y tres capitanes más, por haber evitado entrar en combate.

Dos semanas más tarde, Brown atacó, aunque sin éxito, la plaza artillada de Colonia del Sacramento. Pese al evidente fracaso y las graves pérdidas sufridas, la audacia de su ataque incitó a la escuadra brasileña a ser más prudente, con lo que se logró alejar por un tiempo el bloqueo más próximo a Buenos Aires. Un grave error estratégico brasileño permitió a los argentinos recuperar la isla Martín García, que había sido ocupada por la flota bloqueadora.

El vicealmirante Lobo fue reemplazado en el mando de su escuadra. En su lugar ocupó el mando el almirante James Norton. Brown lanzó un audaz ataque al puerto de Montevideo, intentando capturar la fragata del comandante enemigo en dos oportunidades, en el mes de abril. Pese al doble fracaso, demostró que podía burlar el bloqueo. Además Brown continuó su camino hacia Montevideo, aunque no logró otras capturas; en su regreso, en cambio, se topó con la Fragata Nictheroy sobre el Banco Ortiz, encallando ambas e intercambiando disparos desde esa posición, con escasos daños en ambos buques. Tras escapar de la varadura, ambos buques se dirigieron a sus bases; estos hechos pusieron en ridículo a Norton, que fue reemplazado poco después, volviendo a asumir el mando el vicealmirante Ferreira de Lobo