Antecedentes de la Anarquía años XX

El descontento del interior por la sanción de la Constitución de 1819, que desconocía las aspiraciones provinciales sumada a la permanente hostilidad con los pueblos del interior, en especial con Santa Fe y Entre Ríos que apoyaban al líder de la Banda Oriental, Artigas causo que después de tres años de gobierno, Juan Martín de Pueyrredón presentara su renuncia como Director Supremo ante el Congreso y esta fue aceptada.

El directorio de Rondeau

El Congreso aceptó la renuncia de Pueyrredón y en su lugar designó en forma interina a José Rondeau, quién continuó con la línea de gobierno de su antecesor. 

En primer lugar, le reiteró a San Martín la orden de volver a Buenos Aires y ponerse al servicio del Director Supremo para reprimir el levantamiento provincial. El Libertador, que en esos momentos preparaba la expedición al Perú, rechazó esta orden con estas palabras: "El General San Martín jamás derramará la sangre de sus compatriotas, y sólo desenvainará la espada contra los enemigos de la independencia de Sud América". 

En segundo término, Rondeau decidió armar al ejército del Alto Perú con el fin de usarlo para reprimir a los caudillos del interior.

José Rondeau

Sublevación de Arequito

El ejército del Alto Perú se hallaba acampando en Córdoba cuando se le ordenó bajar a Buenos Aires. Su jefe, Manuel Belgrano, no estaba bien de salud por lo que había delegado el mando al General Francisco Fernández de la Cruz, quién marchó con sus tropas hacia San Nicolás, en donde se unirían a las fuerzas de Buenos Aires. 

Al llegar a la posta de Arequito el 8 de enero de 1820 los oficiales Bustos, Paz, Ibarra y Heredia se sublevaron desconociendo las órdenes del directorio. Bustos ordenó al ejército regresar a Córdoba donde asumió como gobernador al igual que Ibarra en Santiago del Estero, Heredia en Tucumán y Mendizabal en San Juan.  Se iniciaba así con el motín de Arequito el proceso de autonomías provinciales conducido por caudillos locales.

Estanislao Lopez y Francisco Ramirez

Con solo su ejército porteño, Rondeau enfrentó a los federales Ramírez, López y Pedro Campbell en la batalla de Cepeda, en que casi ingenuamente dispuso a su ejército en una posición defensiva excesivamente rígida. Ramírez los rodeó y los atacó por la retaguardia, destrozando a la caballería unitaria en minutos. Rondeau fue arrastrado en la huida, y la batalla hubiera acabado en desastre para los porteños de no ser por la ordenada retirada que realizó Balcarce.

Batalla de Cepeda

Poco antes de la batalla de Cepeda, el 8 de enero de 1820 se produjo el motín de Arequito por el cual el Ejército del Norte, que había sido llamado por el Director Supremo en su ayuda, se había sublevado para no ser obligado a luchar en una guerra civil. De todos modos, Rondeau enfrentó a los federales con el ejército de la capital. Aparentemente, tenía a su favor la ventaja de que el ejército del litoral estaba íntegramente compuesto de caballería. Se componía de 300 a 400 correntinos y guaraníes de las Misiones, 600 a 700 entrerrianos y 500 a 600 santafesinos (formados sobre la base de la guardia de dragones de López). El contingente de Ramírez incluía una escolta de aventureros extranjeros como Carrera. Unos 1.300 participaron de la batalla.

Las fuerzas porteñas se movilizaron con rapidez e invadieron la provincia de Santa Fe antes de que los federales llegaran a Buenos Aires. Rondeau ocupó el borde sur del bañado conocido como Cañada de Cepeda, y esperó allí a sus enemigos. Su infantería incluía el batallón de Aguerridos y el 3º de los Tercios Cívicos, este último formado principalmente por negros.

En total 900 infantes y su caballería eran originalmente los Dragones de la Patria, blandengues y voluntarios de la frontera a los que se sumaron durante la marcha milicias de la provincia en Arroyo del Medio, traídas por el general Rodríguez y el coronel Perdriel.  Incluía una batería de artillería.

Rondeau formó su ejército en una disposición clásica, con la caballería a los lados y la infantería y la artillería al medio; protegiendo sus espaldas quedaba la larga formación de carretas. Una posición muy difícil de vencer, si el enemigo atacaba de frente. Pero en medio de la llanura, los federales no estaban obligados a hacerlo, justamente porque sus tropas eran puramente de caballería. López era el gobernador de la provincia en que se combatía, pero aparentemente dejó el mando de las operaciones de la batalla a Ramírez. Es que López era experto en acciones de guerrilla, pero Ramírez había demostrado ser muy capaz en las batallas. Junto a los santafesinos y entrerrianos, formaban en el ejército federal 600 abipones y guaicurúes del Chaco y un escuadrón de correntinos y guaraníes, al mando del capitán irlandés Pedro Campbell.

Ambas tribus chaqueñas, desde 1816, a cambio de guerreros obtuvieron permiso de fundar una colonia cerca del campamento de Purificación. 

A las 8:30 horas los jefes federales cruzaron al galope la Cañada de Cepeda, rodearon el dispositivo y se pusieron a sus espaldas. De inmediato atacaron a la caballería, mientras la infantería trataba de asomarse entre los carros y los cañones aún apuntaban para el otro lado. La batalla duró aproximadamente diez minutos, y la huida de la caballería directorial arrastró a Rondeau. Los infantes formaron dos cuadros defensivos y rechazaron varias cargas por tres horas. El resto del ejército (casi mil hombres)5 debió retirarse hacia San Nicolás de los Arroyos (a orillas de río Paraná, a 60 km de distancia) y embarcarse de regreso a Buenos Aires, dirigido por el general Juan Ramón Balcarce.

Batalla de Cepeda

La batalla de Cepeda, del 1 de febrero de 1820, ocurrió durante las guerras civiles argentinas y fue la primera de las dos llevadas a cabo en la cañada bonaerense del arroyo Cepeda (afluente del Arroyo del Medio que divide las provincias de Buenos Aires y Santa Fe), a unos 5 km al este del pueblo de Mariano Benítez (norte de la provincia de Buenos Aires). La batalla enfrentó a unitarios y federales: el director supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, José Rondeau, fue derrotado por la unión de las fuerzas de los caudillos de Santa Fe, Estanislao López, y de Entre Ríos, Francisco Ramírez, ambos federales y lugartenientes del general José Artigas, de la Banda Oriental, y apoyados por el chileno José Miguel Carrera.

Consecuencias

Todo el norte del territorio de Buenos Aires fue invadido por los caudillos, que llegaron en pocos días a los alrededores de la ciudad de Buenos Aires. El director supremo Rondeau renunció el 11 de febrero de 1820.

Algunos días después el jefe del ejército exterior, general Miguel Estanislao Soler, dirigió un oficio al Cabildo manifestando que los jefes federales no querían tratar con las antiguas autoridades de Buenos Aires, y que los votos del ejército eran que fuese disuelto el Congreso y separados de sus destinos los empleados del Congreso y del Directorio, y que el Cabildo, reasumiendo el mando, oiga libremente al pueblo. La nota fue firmada por los jefes y oficiales de sus tropas.

La sucesión del poder en Buenos Aires se vio enmarcada por gobiernos provisorios. El primer gobernador autónomo, Manuel de Sarratea, ascendido al poder con la protección de los federales, firmó con ellos el Tratado del Pilar. Por el mismo, la provincia de Buenos Aires reconocía a las demás el derecho de darse su propio gobierno y daba por extinguido el Congreso de Tucumán.