Año 1851

Este año se produce el 1 de mayo el pronunciamiento de Urquiza, y se rompen relaciones entre Urquiza y Rosas, el sistema político rosista empieza a tambalear , la Confederación le declara la guerra a Brasil y Urquiza invade Uruguay y finaliza el bloqueo al arrasar al ejercito de Oribe 

Las cosas se empiezan a complicar para Rosas. El decidido marginador de indios, el experto diplomático en el trato con los cónsules extranjeros, el hombre fuerte de dos décadas, comienza a sentir el derrumbe de su imperio. La tormenta la desata un gesto irónico de Urquiza, quien acepta la renuncia formal que Rosas cada año presenta como encargado de las relaciones exteriores de la Federación.

El 1 de mayo, la legislatu­ra de Entre Ríos y Justo José de Urquiza, gobernador de esa provincia desde hace una década, se pronunciaron en un documento público para aceptar la renuncia de Juan Manuel de Rosas al manejo de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina.

A este gesto se lo conoce como el “Pronunciamiento de Urquiza” y fue, sin duda, el comienzo del fin del régimen rosista.

Rosas gobernaba la provincia de Buenos Aires con la suma del poder público desde 1835 y a su vez domi­naba al conjunto de las provincias a través de distintos mecanismos. Además de sus ejércitos, Rosas contaba con un instrumento jurídico de gran importancia: el manejo de las relaciones exteriores y la dirección de los negocios generales de paz y guerra que, a través del Pacto Federal firmado en 1831, las provincias habían delegado en el titular del Poder Ejecutivo de Buenos Aires.

En sintonía con el carácter plebiscitario del régimen, Rosas había instaurado una suerte de ritual que consiste en la presentación anual de su renuncia al manejo de las relaciones exteriores. Con estas renuncias, el Restaurador de las Leyes buscaba renovar la explicita ratificación de sus atribuciones por cada una de las provincias y hacer visible un poder supra provincial que no se fundaba en una constitución nacional sino en un pacto que el mismo Rosas se encargaba de interpretar discrecionalmente. Pero este año, la Sala de Representantes y el gobernador de Entre Ríos decidieron aceptar la acostumbrada renuncia y reasumir así su autonomía e independencia para ejercer todos los atributos de la soberanía y vincularse con el resto e las naciones.

La proclama de urquiza

El pronunciamiento de Urquiza fue una proclamación formulada el 1 de mayo de 1851 en la ciudad de Concepción del Uruguay, República Argentina, por el general Justo José de Urquiza. Por aquel entonces el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, tenía la suma del poder público y ejercía las relaciones exteriores de las provincias de la Confederación Argentina. Cada año Rosas presentaba la renuncia al cargo, a sabiendas de que ésta sería rechazada. El pronunciamiento de Urquiza consistió en la efectiva aceptación de la renuncia de Rosas por parte de la Provincia de Entre Ríos, que reasumía su capacidad de conducir su comercio y relaciones exteriores con otras naciones hasta tanto no se formalizara la constitución de una República.

El viraje de Urquiza tiene, sin duda, una historia que lo explica y hunde sus raíces en las tensiones creadas entre Buenos Aires y el resto de las provincias -especialmente las del Litoral- desde tiempo atrás. Tales tensiones derivaban del monopolio ejercido por la provincia de Buenos Aires respecto del comercio ultramarino, la aduana y la libre navegación de los ríos. Gracias a ese monopolio y a las condiciones naturales de las que gozaba, la provincia más rica de la Confederación que pudo experimentar un exitoso proceso de expansión ganadera desde la década de 1820. 

Durante los años 40, Entre Ríos logró recuperarse económicamente de la devastación sufrida luego de las guerras de independencia y de las guerras civiles, estimulada por la llamada "guerra grande" en Uruguay y el bloqueo anglo-francés en Buenos Aires. 

Los estancieros entrerrianos —entre los que se encontraba el propio Urquiza— se convirtieron en los proveedores de la sitiada ciudad de Montevideo y por ello tenían sumo interés en mantener el trafico costero con la capital uruguaya. Por otro lado, Rosas mantenía con Brasil una situación conflictiva desde tiempo atrás. Luego de la firma de los tratados que culminaron con el bloqueo anglo-frances, Buenos Aires y el imperio brasileño quedaron con las manos libres para enfrentarse en el escenario siempre disputado: la Banda Oriental. 

La pretensión de Brasil era mantener asegurada su provincia más meridional —Rio Grande do Sul— y lograr la libre navegación del rio Paraná, mientras Rosas evaluaba esta, pretensión como una muestra de las apetencias del imperio brasileño y de su ancestral deseo expansio-nista sobre el Rio de la Plata.

La recuperación económica de Entre Ríos actualizó los viejos temas de disputa entre Buenos Aires y las provincias del Litoral. Si bien Rosas había logrado acallar estas disputas durante largos años, su latente presencia terminó por estallar en conflicto abierto este año. 

En este año, en el ámbito cultural José Mármol comienza a escribir Amalia siendo publicada en forma de folletín, en el diario La Semana de Montevideo.  

Interrumpida la publicación por el pronunciamiento de Urquiza, que daba nuevo impulso a la lucha contra Rosas, apareció en forma de libro en Buenos Aires en 1855, con la adición de los ocho últimos capítulos. Es considerada la primera novela rioplatense.


Urquiza invade uruguay

A fines de mayo se firmó un tratado entre Entre Ríos, el gobierno de Montevideo y el Imperio del Brasil. Acordaba una alianza entre los tres para expulsar a Oribe, llamar a elecciones libres en todo el territorio uruguayo, y enfrentar juntos a Rosas, si éste declaraba la guerra a una de las partes, lo que se daba por descontado. En julio de ese año, el ejército entrerriano cruzó el río Uruguay. En el camino se le unió la mayor parte del ejército de Oribe, que se puso a órdenes del general Garzón, candidato a presidente de los aliados y por el norte entraron los brasileños. Urquiza incorporó a su ejército, a la fuerza, las tropas argentinas que sitiaban Montevideo, pero dejó escapar a sus jefes. Entre los que se retiraron a Buenos Aires se contaban algunos jefes valiosos, como los coroneles Jerónimo Costa, Hilario Lagos y Mariano Maza. El congreso uruguayo tuvo que firmar un tratado con el Brasil, por el que se le reconocía al Imperio el derecho de intervenir en su política interna y se le entregaba una gran franja limítrofe, hasta entonces en disputa entre los dos países, poco menos de la tercera parte de su superficie.


Al rompimiento de relaciones entre la Confederación Argentina y el Brasil se sumó el "pronunciamiento" de Urquiza por el cual se hizo explicita su aspiración de ver constituido el país. 

Al suprimir en los documentos públicos la fórmula impuesta por Rosas "Viva la Confederación Argentina! ¡Mueran los salvajes unitarios!" y reemplazarla por la de "Vive la Confederación Argentina! ¡Mueran los enemigos de la organización nacional!", el gobernador de Entre Ríos puso de manifiesto aquella aspiración. Consciente de que este gesto significaba una declaración de guerra al régimen rosista, Urquiza esperaba que el resto de las provincias se unieran a su desafío.
Pero solo Corrientes adhirió al pronunciamiento, mientras en Buenos Aires el hecho fue aprovechado, como tantas otras veces en el pasado reciente, para polarizar aún más el espacio político. Urquiza fue tildado de "loco" y la ex capital volvió a vivir las ya conocidas muestras de adhesión federal. Pero el pacto firmado a fines de mayo entre el gobierno de Entre Ríos, Uruguay y el Imperio del Brasil dejó sellada la alianza del bloque antirrosista y dio a la movilización de tropas que no tardarán en enfrentarse en el campo de batalla.
Los orientales antirrosistas que ocupan Montevideo se encuentran en una difícil situación, ya que las fuerzas de Oribe los sitian por tierra y la armada de la Confederación, al mando del almirante Guillermo Brown, los hostiga por mar. 

Encima, Montevideo dejo de recibir ayuda desde Inglaterra y Francia puesto que estas potencias abandonaron sus viejos enconos y no desean enfrentarse en el Rio de la Plata. Los antirrosistas, entonces, miran a Brasil, que ayudaría a cambio de apropiarse del territorio uruguayo. Ante semejante disyuntiva, el ministro Andrés Lamas negocia en Rio de Janeiro la cesión de algunas provincias. Urquiza aprovecho el descontrol e invade Montevideo con siete mil hombres. Manuel Oribe, cercado por el ejército urquicista y abandonado por sus oficiales, capitulo el 8 de octubre y se encerró en su quinta de Miguelete. 

Las tropas triunfantes, reforzadas por los desertores de Oribe y apoyadas económicamente por Brasil, cruzaron desde Montevideo hacia Entre Ríos. 

Con 7.000 hombres Urquiza aplasta a Oribe en el Uruguay. Arma entonces su gran ejército, que concentra en Diamante.

Casa de la moneda

Casa de la moneda en la actualidad en donde Andrés Villegas hiciera el robo dos millones de pesos por medio de una nota falsificada con la letra y firma de Rosas fue atrapado al otro día y fusilado a las 48 horas 

La armada brasileña no perdió el tiempo y ocupo la isla Martin García y Colonia del Sacramento. Las naves imperiales remontaron el Paraná, en Santa Fe, el gobernador Pascual Echagüe abandono la plaza sin presentar resistencia.

Brasil tiene gran interés en el conflicto: quiere asegurarse la devolución de los préstamos otorgados a Urquiza y sellar una alianza militar con él, ya que Rosas declaro la guerra al imperio. El 21 de noviembre se concretó y la firmaron Entre Ríos, Corrientes, la República Oriental del Uruguay y Brasil. La rubricaron, entre otros, el hermano del gobernador de Entre Ríos, Diógenes José de Urquiza; el ministro plenipotenciario del Brasil, Honorio Carneiro Leao, y el ministro y secretario de Estado uruguayo, Manuel Herrera y Obes.

Para ese entonces, Buenos Aires ya había vivido un año pleno de acontecimientos de otra índole un incendio de dimensiones inéditas se produjo estallo en Buenos Aires a partir de un accidente surgido en una droguería. Durante dos días completos, las llamas invadieron las casas y las calles de la ciudad sin que nadie lograra sofocarlo. 
El riesgo mayor era que el fuego llegase finalmente a un depósito de botellones de ácido y de otros preparados inflamables, pero felizmente esto no sucedido. Al tercer día, se logró reprimir el fuego y detener su avance. Sin embargo, las pérdidas son cuantiosas y aun no se ha llegado a una estimación certera.  Con respecto a la droguería en la que se inició el incendio hoy es solo un lunar de carbón en la piel de la gran aldea.

Urquiza invade uruguay

El ejército avanzó sin oposición hasta las inmediaciones del campamento del Cerrito, donde se iniciaron conversaciones de paz con Oribe. El 8 de octubre se firmó un pacto entre las partes, por el que las fuerzas de Oribe se incorporaban al ejército de Urquiza, y un olvido de todas las querellas, "ni vencedores, ni vencidos". Oribe se retiró a su estancia, donde moriría pocos años después.

Pero el suceso que tuvo en vilo a los habitantes, fue el robo de la Casa de la Moneda cometido por un individuo llamado Andrés Villegas, quien se presentó una noche con una orden falsificada por la cual ordenaba al titular de esa institución, Bernabé de Escalada, que diera al portador dos millones de pesos. Pese a la hora - las 9 de la noche - los funcionarios de la Casa de la Moneda dejaron sus sospechas a un lado al ver la firma del Restaurador al pie de la orden. Por lo demás, el tal Villegas se cuidó muy bien de apurar la entrega, argumentando que le era necesaria a Rosas para afrontar gastos militares urgentes motivado por la actitud de Urquiza, que avanzaba hacia la ciudad. 

El hábil sujeto tuvo la serenidad suficiente, con el dinero en sus manos, de solicitarle a Escalada que se lo envolvieran especialmente, pues estaba lloviendo. A poco de partir, Escalada envió a Palermo a un mensajero a fin de anunciar, a través de una esquela, que había cumplimentado la entrega del dinero. 

fragata La Médicis

Ingresa al río de la Plata la fragata La Médicis y trae en su interior tres pasajeros dispuestos a incorporarse al ejército libertador de Urquiza:, Sarmiento, Mitre y Aquino


En Palermo, Rosas bramó de furia y envió al capitán Pedro Rodríguez a la ciudad. Se sumó el jefe de Policía Juan Moreno. "¡Las once han dado y lluvioso!", anunció la voz quebrada de un sereno, mientras el viejo Escalada transpiraba con la respuesta escrita de Rosas en sus manos.
Ninguno de los funcionarios podía dar detalles de la fisonomía de Murillo porque se había mantenido casi todo el tiempo en un rincón oscuro del escritorio. Además, nunca se había quitado los anteojos oscuros que llevaba puestos.
El policía Moreno ordenó que todos guardaran el secreto de lo que había ocurrido para que Murillo no se sintiera perseguido. También dispuso vigilar todas las salidas de la ciudad. Por último, tomó nota de la numeración de los billetes. En poder del ladrón estaban los que iban del 47.001 al 49.000.
Villegas regresó a la posada, guardó los fajos en su maleta y se fue a dormir. Madrugó, tomó un atado de cien billetes y salió de compras. En el negocio del platero Carlos Lanatta cambió 100.000 por 315 onzas de oro. Una hora más tarde la policía descubrió la operación y poco tardaron en dar con la posada e ingresaron al cuarto -
Villegas no estaba- y en la maleta encontraron el oro y el resto del dinero. Además, había un sello con las iniciales de Rosas, dos salvoconductos con la firma falsificada del gobernador y una carta, también apócrifa, en la que el Restaurador pedía que se facilitará una embarcación al portador.
Se lo detuvo "en la posada del globo, en la calle de Mayo" cuando ya tenía su pasaje para embarcarse en el vapor Prince, que debía partir hacia Montevideo. Con dos barras de grillos en sus pies, Villegas fue trasladado a la cárcel del Cabildo y fusilado en el tercer patio a las  48 horas.

Luis Napoleon

Carlos Luis Napoleón Bonaparte fue el único presidente de la Segunda República Francesa y, posteriormente, emperador de los franceses entre 1852 y 1870 bajo el nombre de Napoleón III, siendo el último monarca de Francia. 

En este año, en el ámbito cultural José Mármol comienza a escribir Amalia siendo publicada en forma de folletín, en el diario La Semana de Montevideo.  Interrumpida la publicación por el pronunciamiento de Urquiza, que daba nuevo impulso a la lucha contra Rosas, apareció en forma de libro en Buenos Aires en 1855, con la adición de los ocho últimos capítulos. Es considerada la primera novela rioplatense. 

Poco tiempo antes de que esto ocurriera una sigilosa fragata - La Médicis - entraba al río de la Plata. En su interior tres pasajeros dispuestos a incorporarse al ejército libertador de Urquiza:, Sarmiento, Mitre y Aquino. "La República Argentina ha hallado al fin su hombre, su brazo armado", escribe el apasionado sanjuanino, ya frente al caudillo de Entre Ríos, mostraría su primer desaliento. 

Urquiza no parecía interesado en solicitar el consejo de Sarmiento en cuanto a la campaña. Sin embargo, el autor de "Facundo" no puede con su genio y acepta integrar la expedición como Boletinero (cronista de guerra) del Ejército Grande. La considera misión importante y escribe a propósito de esto: "Soldado con la pluma o con la espada, combato para poder escribir, que escribir es pensar; y escribo como medio y arma de combate, porque escribir es realizar el pensamiento". La suerte está echada, y Urquiza, en una maniobra militar sin precedentes, mueve a sus 30.000 hombres en busca de la ciudad de Buenos Aires. Son las postrimerías del año 1851, Y en un solo día 5.000 hombres y 10.000 caballos cruzan el Paraná, en una operación que arranca singulares adjetivos de fiesta en Sarmiento.

Crystal Palace

El Crystal Palace se construyó en hierro fundido y cristal en el Hyde Park, con motivo de la Gran Exposición Universal de 1851, inaugurada el primero de mayo de ese año.La Exposición Internacional pretendía mostrar al mundo los prodigiosos inventos y avances en todos los terrenos de la nueva era industrial. 

En Entre Ríos el señor Cuyas y Sampere ha propuesto al general Urquiza la fundación de una colonia con inmigrantes extranjeros. 

Esta propuesta se suma a otras más que han estado sonando en los últimos años. Las colonias no son en sí cosa mala, pero creemos que como están planteadas no irán a ninguna parte. En general las propone algún amigo del caudillo de la respectiva provincia, con pocos o ningunos fondos. 

Se las quiere instalar en tierras fronterizas peligrosas, vecinas a otras provincias o a los indígenas; será el apoyo de guarniciones militares, a las cuales venderán sus productos. Están así pensadas para satisfacer la principal ocupación de nuestros caudillos, que es matarse unos a otros; como ellos necesitan ejércitos, los hombres van a la guerra y no a trabajar el campo, salvo para cuidar sus vacas y hacer cueros, que es lo que menos esfuerzo cuesta. 

Entonces, solo extranjeros exentos de servicio militar pueden cultivar el trigo que se consume en esas provincias, que ellas deben importar, dependiendo así sus alimentos básicos de que exista paz relativa y libre circulación por los ríos, lo que nadie puede hoy garantizar. 

No analizamos otros disparates que aparecen en esos proyectos: traslado de miles y miles de personas al medio de la tierra de los indios, aisladas de todo, sin siquiera un rancho donde dormir, cuando en sus pueblos de Europa contaban con casa, iglesia, vecinos, teatro, club social, biblioteca y demás. Para ellos sería lo mismo que deportarlos a la Siberia.

Las colonias van a funcionar el día en que seamos algo más que un conjunto de provincias autónomas pensando en hacerse la guerra. Van a funcionar cuando se entienda que deben ser la base de un cambio cualitativo en las condiciones y en la forma de producir. 

Van a funcionar cuando puedan vender sus productos en mercados principales, y no en una guarnición de pobres soldados cuya paga se efectiviza tarde y nunca. Van a funcionar cuando podamos diseminarlas por zonas de frontera, pero acompañadas de vías de comunicación rápidas y eficientes. En suma, van a ayudarnos a construir un mercado nacional, cuando nuestros gobernantes se den cuenta de que ello es imprescindible. Nadie pide que esas colonias hagan que el país llegue algún día a exportar trigo o maíz además de cueros; eso es una utopía absoluta. 

Pero la idea es que por lo menos el trigo y la harina que produzcan permitan cubrir el consumo local, y dejemos de importarlos. 


Como consecuencia del enfrentamiento que mantiene desde hace dos años con la Asamblea Nacional dominada por la oposición conservadora, el presidente francés Luis Napoleón llevó adelante el 2 de diciembre último un golpe de Estado. Para superar la crisis institucional que originó esta decisión, el mandatario llamó a un plebiscito popular que le fue favorable y le permite ahora manejar el poder con un mayor grado de autoritarismo, tanto contratos republicanos extremistas como contra los monárquicos legitimistas.

Tras la revolución de 1848, fue depuesto el rey Luis Felipe I y quedó establecida la Segunda República. Las nuevas circunstancias le permitieron a Luis Napoleón dejar su exilio en Gran Bretaña y pasar a ocupar un escaño en la Asamblea Nacional. En las elecciones presidenciales se impuso por abrumadora mayoría gracias a los votos de las masas rurales. Sin embargo, producto de las elecciones parlamentarias del año siguiente, los monárquicos legitimistas tomaron el control de la Asamblea Nacional. Fue así que este cuerpo legislativo aprobó una ley electoral que eliminó el sufragio universal masculino y marcó el retorno del voto censitario lo que eliminó a tres millones de personas del electorado, entre las que se encontraban artesanos y obreros estacionales. Por otra parte. Luis Napoleón presionó para aumentar la duración de su mandato, mientras que la Asamblea se opuso a todo proyecto de reforma constitucional. Siguiendo con la escalada de enfrentamientos entre el mandatario y el Parlamento la celebración del 15 de agosto como la fiesta nacional le permitió a Luis Napoleón empezar la transición hacia el segundo imperio e impuso con éxito un modelo de fiesta nacional popular que fue preludio de la República.

En este marco se dio el golpe de Estado, en el que Luis Napoleón se presentó ante los franceses como el defensor de la democracia que garantiza el sufragio universal, frente al proyecto excluyente de la Asamblea. basado en un sistema censitario.

William Thompson

William Thompson presentó su teoría sobre el calor el científico irlandés, que se dedica a estudiar las diferentes fuentes de energía, dio a conocer un trabajo sobre la termodinámica que revolucionará a la industria. En 1845 se graduó en Cambridge, donde obtuvo el primer premio Smith. Al año siguiente, con 22 años, fue nombrado catedrático de Filosofía Natural de la Universidad de Glasgow.

Después de varios años de trabajo, el británico Thomas Nelson logró por fin desarrollar una imprenta rotativa capaz de imprimir sobre bobinas continuas de papel. Aunque el nacimiento de la imprenta se remonta al año 593 en China, cuando se reprodujeron por primera vez y en forma múltiple dibujos y textos a partir de caracteres tallados en tablas de madera, la gran revolución la produjo el alemán Johannes Gutenberg, hacia 1450, con sus tipos móviles. Hubo muchas mejoras posteriores, como la del austriaco Alois Senefelder, quien en 1795 inventó la técnica denominada litografía, que imprimía en plano pero podía hacerlo en volúmenes importantes. En 1822, después de que el francés Simon Ballanche concibiera una máquina automática para componer textos que sólo pudo construir el estadounidense William Church tiempo después, las técnicas de impresión comenzaron a perfeccionarse. Al mecanizar la tarea de componer manualmente surgió la primera imprenta de sistema offset automática. Esta máquina fue perfeccionada por los ingleses Augustus Applegath y Edward Cooper, aunque seguía trabajando con pliegos sueltos. Ahora otro inglés la mejoró.

El 1 de mayo se inauguró, en el Crystal Palace de Londres. una gran exposición concebida para mostrar los últimos descubrimientos en maquinarias, artículos manufacturados. esculturas, materias primas y todos los productos de la creciente industria.

El príncipe Alberto. esposo de la reina Victoria, fue el principal promotor de esta exposición y es una muestra de la supremacía que detenta actualmente Inglaterra como el país industrialmente más avanzado. De hecho, los artículos ingleses ocuparon más de la mitad del Crystal Palace y dejaron en evidencia el contraste entre lo viejo y lo nuevo, ya que en los artículos extranjeros todavía se observa que un alto porcentaje de la elaboración se realizada manera artesanal. En cambio, en los productos ingleses prevalece la utilización de la técnica industrial.

Mis allá de los productos exhibidos. esta muestra revela la influencia del conocimiento científico, que genera nuevos y poderosos cambios no sólo en la manera de producir, sino también en la forma de ver la vida, cambiando así mismo el pensamiento.

El científico irlandés William Thompson presentó este año a la Royal Society de Edimburgo su trabajo denominado Dynamical Theory of Heat, donde desarrolla el principio de la disipación de la energía y lo que constituye el segundo principio de la termodinámica. El primero corresponde a Joule, quien presentaba el calor como una forma de energía.
Las ideas de Joule sobre la naturaleza del calor ejercieron una considerable influencia en Thomson y lo llevaron, en 1848, a la creación de una escala termodinámica para la temperatura, de carácter absoluto, y, por lo tanto, independiente de los aparatos y las sustancias empleados. Ahora, a partir de este nuevo trabajo, la teoría dinámica del calor, juntamente con el principio de la conservación de la energía, comienza a ser aceptada por todo el mundo.
Thomson nació en Belfast, el 26 de junio de 1824. En 1845 se graduó en Cambridge, donde obtuvo el primer premio Smith. Al año siguiente, con 22 años, fue nombrado catedrático de Filosofía Natural de la Universidad de Glasgow.