Los candidatos

En 1932, asumió Justo, ingeniero civil y militar que gobernó durante el período completo. Su gobierno logró sacar la gestión de su antecesor del ambiente más bien corporativo que había implantado. Para contextualizar la asunción de Justo, vale recordar que en ese año la producción industrial del mundo se había caído casi 40% con respecto a la de 1929, las importaciones de todos los países se habían reducido cerca del 60% y la desocupación se había triplicado. Impulsó una política relativamente keynesiana para superar los efectos de la crisis global. Al asumir, solo había 100 kilómetros de camino asfaltado. Seis años después, el país tenía 10 mil kilómetros. Se trazaron las grandes rutas troncales. El desarrollo vial quebró el monopolio de los ferrocarriles ingleses. Se hizo una labor extraordinaria, que de déficit pasó a superávit. Entre tantas obras merece desatacarse gran parte del ferrocarril de Rosario de Lerma (Salta) a Socompa (Chile) de 572 kilómetros.

Agustín P. Justo

Hijo del gobernador de Corrientes del mismo nombre, periodista, mitrista, magistrado, sucesor de Santiago Baibiene, Agustín P. Justo nació en Concepción del Uruguay el 26 de febrero de 1878. Se hallaba cursando la carrera de las armas en el Colegio militar cuando se produjo la revolución del 90 acaudillada por Aristóbulo del Valle y Alem, con la colaboración de jefes y oficiales en actividad. Egresó con el grado de subteniente en 1892 y prestó servicios en varias guarniciones del interior, pero desde 1897 hizo toda su carrera en Buenos Aires y se graduó en 1904 de ingeniero civil en la facultad de ciencias exactas, físicas y naturales.
Fue profesor de levantamiento de planos militares en la Escuela de aplicación para oficiales desde 1903 ; luego enseñó matemáticas en el Colegio militar, y también telemetría y telegrafía.

Tuvo a su cargo diversas funciones en correspondencia con sus conocimientos y en 1910 integró la delegación para asistir a los festejos de la independencia de Chile. 
En 1911 se incorporó al arma de artillería y fue director del Colegio militar desde 1915 a 1922. Dejó esas funciones al ser incorporado por el presidente Marcelo T. de Alvear a su gobierno como ministro de guerra. En vuelo militar a La Rioja fue despedido al espacio por un pozo de aire y salvó providencialmente la vida con el paracaídas.

Desde sus funciones ministeriales promovió las construcciones militares, la renovación y modernización del armamento, el perfeccionamiento de los cuadros de oficiales; logró la ley que otorgaba 800 millones de pesos para la adquisición de armamentos. En ese período se proyectaron los cuarteles nuevos de Palermo y el edificio del actual Colegio militar en El Palomar, Campo de mayo.
Ascendió a general de brigada mientras se desempeñaba en el ministerio de guerra, en tanto que el general Uriburu era inspector general del ejército y el entonces coronel Manuel A. Rodríguez, que había de ser luego su ministro de guerra, era jefe de la secretaría del ministerio. Poco después alcanzó el grado de general de división.

Desempeñó interinamente los ministerios de marina y obras públicas y en 1925, en el centenario de la batalla de Ayacucho, fue enviado al Perú al frente de una misión especial como embajador extraordinario.
Hacia el final de su gestión como ministro de guerra hizo público en una carta que no existía ninguna conspiración por parte de las fuerzas armadas para impedir el ascenso de Yrigoyen a la presidencia por segunda vez.

Cuando se produjo la conspiración contra la segunda presidencia de Yrigoyen, que culminó con el alzamiento del 6 de septiembre de 1930, mantuvo una posición in-dependiente de la del general José Félix Uriburu en cuan, to a la modificación de la Constitución y al régimen institucional y electoral, pero le acompañó en la jornada triunfante y el 8 de septiembre fue nombrado comandante en jefe del ejército, cargo al que renunció veinte días más tarde. El prestigio de que gozaba en las filas castrenses y entre las fuerzas civiles opositoras al yrigoyenismo hizo que se fuesen nucleando a su alrededor las fuerzas políticas conservadoras, antipersonalistas y las de los socialistas independientes y fue su candidato en las elecciones nacionales de noviembre de 1931. Con la abstención acordada por los radicales, Justo obtuvo la victoria en los comicios; como compañeros de fórmula había tenido a J. N. Matienzo, antipersonalista, y a Julio A. Roca, conservador. El colegio electoral reconoció el triunfo y votó para la vicepresidencia a Julio A. Roca. Se realizó la transmisión del mando el 20 de febrero de 1932. El imponente desfile militar previsto por el gobierno provisional para el acto de la toma de posesión, fue reducido a pedido de Justo, el cual declaró que la revolución como fuerza y como régimen había desaparecido totalmente.

Julio Argentino Roca.

Hijo del general Roca, que fuera dos veces presidente de la República, nació en Córdoba en 1873. Se graduó de abogado en la facultad de derecho de Buenos Aires en 1894; fue diputado nacional desde 1904 a 1916, gobernador de la provincia natal en el período de 1916-1922 y luego nuevamente diputado nacional desde 1928 a 1930. Siendo gobernador de Córdoba, y posteriormente, tuvo actuación destacada en la. oposición al gobierno de Yrigoyen y fue gestor del acuerdo de las fuerzas adversas al yrigoyenismo. Se dio el caso curioso que no hubo durante su mandato de gobernador relaciones con el poder central. Caballero recuerda en su libro sobre La revolución de 1905 que intervino para evitar un malón radical contra su ascención al mando (¿habría sido en agradecimiento por la colaboración prestada por el general Roca a la conspiración radical de 1890?). Vicepresidente de la República en la fórmula encabezada por el general Agustín P. Justo, mientras ejercía esas funciones presidió la delegación a Londres que firmó el convenio comercial conocido como convenio Roca-Runciman. En 1938 fue designado embajador en el Brasil y en 1940 fue ministro de relaciones exteriores de la presidencia de Ortiz. Murió en 1942