Biografias de Argentina
 
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Armando Discépolo  
   

Armando Discépolo, creador del "grotesco criollo" teatral, fue el mayor de los cinco hijos de Enrique Santos, un napolitano que llegó a la Argentina antes de cumplir 20 años y que dirigió la primera Banda Municipal, componiendo también el tango "No me arrempujés, caramba". La casa de los Discépolo estuvo signada por la vocación artística de la familia, a tal punto que uno de los mayores dramaturgos argentinos, si no el mayor (Armando) y uno de los mayores autores de letras de tango (su hermano Enrique Santos, "Discepolín") surgieron de ese hogar. 

Armando Discépolo

Desde sus primeros años Armando manifestó pasión por el teatro. Pero a los 18, cuando muere su padre, decide dedicarse por entero a la profesión. Tuvo la buena fortuna de que Pablo Podestá, el actor más importante del momento, se entusiasmara y aceptara interpretar su primera obra teatral: "Entre el hierro". Fue un éxito. A partir de entonces, Discépolo escribió a razón de una o dos piezas por año, entre las que se destacan "La torcaza", "El novio de mamá", el vodevil "La espada de Damocles" y "El movimiento continuo". En esta última aparece por primera vez la palabra "grotesco" en la escena nacional: corría 1916 y faltaban seis años para que en el país se conociera a Luigi Pirandello (lo que desmiente la versión de que el grotesco criollo sea hijo del genial autor teatral siciliano). Luego llegaron sus obras más reconocidas: "Mustafá", "Giácomo", "Muñeca", "Babilonia", "El organito", "Stéfano", "Cremona" y "Relojero", escritas entre 1921 y 1934. Todas ellas comparten atmósferas depresivas y la exaltación de las contradicciones de sus protagonistas, que -tras una máscara de absurda comicidad- sobrellevan un profundo dolor y viven aferrados a un tiempo avasallado por el "progreso" que los asfixia. Discépolo supo mostrar las miserias de un orden social muy despiadado e injusto a través de la pintura de la vida cotidiana de humildes, fracasados e inmigrantes, creando el "grotesco criollo", primera y más auténtica expresión del teatro nacional. En 1934 pone en escena "Relojero", que fue la última que escribió, ya que a partir de allí se dedica a la dirección y a empresas de aliento cultural. Eligió obras de Payró, Tolstoi, Somerset Maugham, Chéjov, Bernard Shaw y Shakespeare, y dirigió a todos los actores de su tiempo. La muerte lo acomete en plena actividad, a pesar de sus 83 años, el 8 de enero de 1971.

 
 
       

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