Carlos Germán Conrado Burmeister
 

Nació en Stralsund (Alemania, ex-Prusia) el 5 de enero de 1807.

Murió en Buenos Aires el 2 de mayo de 1892.

Nacido en Alemania, cuando llegó a la Argentina, en 1861, Burmeister era ya un científico mundialmente conocido por sus trabajos paleontológicos y zoológicos, en especial sobre insectos: su Handbuch der Entomologie (Manual de Entomología) en cinco tomos de 1832 ya se había traducido al inglés. Su obra Historia de la creación, de 1849, le dio un nombre entre los científicos: tuvo 6 ediciones, fue traducida a 5 idiomas y tuvo una notoria influencia entre la intelectualidad europea de esa época. Contaba en su haber, además, el hecho de ser uno de los discípulos que dejó Alexander von Humboldt.

En realidad, Burmeister ya había estado en América en dos ocasiones: en 1850 en Brasil y desde 1856 hasta 1860 recorriendo Argentina, Uruguay y Chile. Fruto de esos viajes fueron varios libros, uno de los cuales estaba dedicado íntegramente a la Argentina. La atracción que esta región ejercía sobre él, unida a cierto desencanto producido por motivos políticos lo hicieron renunciar a su cargo en Halle y aceptar el ofrecimiento que le hicieron el Gobernador de Buenos Aires Mitre y su Ministro Sarmiento del cargo de director del Museo de Buenos Aires. Su relación con Sarmiento, desde entonces, se basó por una mutua admiración y respeto, aún cuando el estadista apoyaría, sobre fin de siglo, los estudios y trabajos de Ameghino, en contra de la posición de Burmeister, que siempre receló de la calidad de autodidacta del gran científico argentino.

En su obra en el país, Burmeister transformó la desordenada reunión de materiales que había en el Museo de Buenos Aires en colecciones científicas, que incrementó con hallazgos como el célebre Smilodon de Muñiz. En 1866 transformó la Asociación de Amigos de la Historia Natural en la Sociedad Paleontológica, asumiendo el cargo de director científico.

Mientras era director del museo, Sarmiento encomendó a Burmeister las gestiones para incorporar al país un primer núcleo de profesores para la formación de la Academia de Ciencias de Córdoba, que se fundo en 1873, Burmeister proyectó sus reglamentos y fue su primer director.

Aunque Burmeister fue especialmente un zoólogo ya que de sus estudios juveniles sobre insectos pasó más tarde al de los vertebrados, y un paleontólogo, su labor científica fue muy variada y a veces de contornos enciclopédicos. prueba de esto último fue la obra de vastos alcances que emprendió: Descripción física de la República Argentina, en la que se pretendía describir exhaustivamente la fauna, flora, la geología y paleontología del país, y que quedó inconclusa tras publicarse cinco tomos en alemán y en francés.

La obra de Burmeister fue fundacional: dejó una escuela de discípulos continuadores de su obra. Además inició la publicación de los Anales del Museo Publico de Buenos Aires en 1864 y sus primeros volúmenes fueron integrados casi exclusivamente por él, con sus descripciones de los mamíferos fósiles de la formación pampeana, con admirables ilustraciones propias y con sus trabajos sobre insectos, peces, aves y mamíferos; mientras, remitía memoria tras memoria a revistas alemanas, francesas e inglesas.

Se debe a él la obra Los caballos fósiles de la pampa argentina con la que el gobierno argentino participó en la exposición de Filadelfia en 1876 .

El rasgo curioso de la actuación en la argentina de Burmeister fue su indisimulada rivalidad con Florentino Ameghino; en realidad una incompatibilidad científica, ya que Burmeister era un decidido antagonista de la teoría de la evolución darwiniana: "No podemos echar abajo el principio de la invariabilidad de las especies sin que se venga también por los suelos toda la zoología científica", afirmaba. Ameghino, por su parte era un activo propagandista del darwinismo. El tiempo le daría la razón a Ameghino.

Burmeister murió en 1892, a los 85 años, como consecuencia de heridas producidas por un accidente en el Museo. Previamente, se había ocupado de dejar designado a su sucesor al frente del Museo de Ciencias de Buenos Aires, el Dr. Carlos Berg, y se puede sospechar que lo hizo para bloquear el acceso de Ameghino, quien, sin embargo, ocuparía 10 años más tarde esa dirección. 

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