No te des por vencido,
ni aun vencido, no te sientas esclavo, ni aun esclavo; trémulo de pavor,
piénsate bravo, y arremete feroz, ya mal herido. Ten el tesón del clavo
enmohecido que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo; no la cobarde
estupidez del pavo que amaina su plumaje al primer ruido. Procede como
Dios que nunca llora; o como Lucifer, que nunca reza; o como el robledal,
cuya grandeza necesita del agua y no la implora... Que muerda y vocifere
vengadora, ya rodando en el polvo, tu cabeza!
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Los que vierten sus
lágrimas amantes sobre las penas que no son sus penas; los que olvidan el
son de sus cadenas para limar las de los otros antes; Los que van por el
mundo delirantes repartiendo su amor a manos llenas, caen, bajo el peso de
sus obras buenas, sucios, enfermos, trágicos,... ¡sobrantes! ¡Ah! ¡Nunca
quieras remediar entuertos! ¡nunca sigas impulsos compasivos! ¡ten los
garfios del Odio siempre activos los ojos del juez siempre despiertos! ¡Y
al echarte en la caja de los muertos, menosprecia los llantos de los
vivos!
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El mundo miserable es un
estrado donde todo es estólido y fingido, donde cada anfitrión guarda
escondido su verdadero ser, tras el tocado: No digas tu verdad ni al mas
amado, no demuestres temor ni al mas temido, no creas que jamas te hayan
querido por mas besos de amor que te hayan dado. Mira como la nieve se
deslíe sin que apostrofe al sol su labio yerto, cómo ansia las nubes el
desierto sin que a ninguno su ansiedad confíe... ¡Trema como el infierno,
pero rie! ¡Vive la vida plena, pero muerto!
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